11 características de un adulto infantil

Las características de los adultos infantiles son un obstáculo para la convivencia. Ellos sufren, y quienes están a su alrededor también. Por eso hoy queremos hablar de cómo podemos ayudarles, protegiéndonos al mismo tiempo.

¿Te has cruzado alguna vez con alguien inmaduro? Seguro que se te ocurren varias características de un adulto infantil. Estas personas, lejos de tener gustos o costumbres calificadas como “infantiles” (disfrazarse, jugar, ver películas de animación), son fáciles de identificar gracias a sus actos egoístas e inmaduros.

La edad cronológica de un adulto infantil no se corresponde con su edad emocional. Esto quiere decir que los aspectos de la personalidad relacionados con la resolución de conflictos y la gestión de las emociones, que normalmente se desarrollan con el aprendizaje madurativo, no son suficientes para llevar una vida plena y satisfactoria.

A lo largo de estas líneas encontrarás los rasgos más comunes en los adultos infantiles, a menudo enmascarados hasta que se está en una relación estrecha con ellos.

¿Cómo es un adulto infantil?

Las carencias de los adultos infantiles se evidencian con mayor facilidad en las relaciones interpersonales estrechas, como la amistad, la pareja o la familia. Por eso, te será fácil reconocer los rasgos que vienen a continuación, ya que todos nos hemos topado con personas así.



1. Pobre control emocional

Todos tenemos emociones, algunos con mayor intensidad que otros. La regulación emocional es el ejercicio que permite tenerlas bajo control y que no ejerzan una influencia determinante a la hora de tomar ciertas decisiones y relacionarse con los demás.

Un adulto infantil carece de esta regulación emocional. De esta forma, podrás encontrar personas cuyo enfado, tristeza o soberbia escale sin control y prestar atención a los efectos que tienen sobre los demás.

2. Locus de control externo

Podemos atribuir lo que ocurre a nuestro alrededor a nuestras acciones, a las acciones de otros o al azar. Una persona adulta, por norma general, es bastante hábil a la hora de repartir responsabilidades sobre lo sucedido. No es así con los adultos infantiles, que siempre culpan a los demás cuando los resultados no son los esperados.

3. Mentiras

Los adultos infantiles encuentran en la mentira una cobertura válida para sus intereses. No se trata de mentiras piadosas o puntuales, sino que estas personas suelen mentir para ocultar sus malos actos o para librarse de asumir las consecuencias.

4. Insultos

Los adultos infantiles también se caracterizan por la pobre gestión de los conflictos interpersonales. Dentro de todo lo que esto implica, uno de los rasgos más notables es la costumbre de insultar a los demás cuando discuten en lugar de enfrentarse a los argumentos.

5. Falta de control de impulsos

La impulsividad es otra de las características más llamativas del adulto infantil. En este contexto, no se trata tanto de tomar decisiones sin pensar, sino de pequeños detalles: hablar sin tener en cuenta cómo va a afectar a los demás, interrumpir de forma constante, ser muy fluctuantes en la orientación de sus decisiones, etcétera.

6. Necesidad de llamar la atención

A este tipo de personas les gusta ser el centro de atención. Esto, en sí mismo, no supondría un problema si no fuese porque los métodos son inadecuados e ignoran las necesidades y los derechos de los que tienen alrededor.

¿Alguna vez te han echado en cara que no contestas a los mensajes cuando estás pasando por un mal momento? Este es un ejemplo de poner la necesidad de atención por encima del bienestar de los demás.

7. Abusar de los demás

Este tipo de personas aprovechan cualquier tipo de ventaja que tengan sobre los demás para conseguir lo que quieren. Al igual que el niño grande y fuerte sabe que puede atormentar a los demás sin sufrir consecuencias físicas, el adulto infantil no duda en abusar de los demás cuando sabe que se va a salir con la suya.

8. Narcisismo

Esta característica de los adultos infantiles es consecuencia directa de la anterior. Cuando una persona toma lo que quiere de los demás sin que nadie le corrija o tenga consecuencias, desarrollará la idea de que es superior a los demás en su vida adulta. Esta faceta se relaciona con otros muchos rasgos: las explosiones de ira, la autoestima frágil o la inseguridad, por ejemplo.

9. Contradicciones

Puesto que son personas con un carácter poco definido, es fácil encontrar contradicciones entre sus actos y sus palabras o incluso entre sus propias acciones. Un día dicen una cosa y otro hacen la contraria, y además les cuesta mucho reconocer esta ambivalencia que tanto confunde a su entorno.

10. Poca capacidad de autoobservación

Otra de las características de los adultos infantiles es la dificultad para evaluar el efecto que causan sobre los demás, ya que no se han visto obligados a hacerlo en su periodo madurativo.

Un ejemplo de ello es que no son capaces de reconocer que una explosión de ira ha hecho llorar a su pareja porque era exagerada: aducen que la culpa de su ira la tiene ella y lo lógico es enfadarse cuando alguien no se comporta como uno quiere.

11. Baja tolerancia a la frustración

Los adultos saben que a veces aparecen circunstancias adversas e imprevistos que causan malos resultados a pesar del esfuerzo que se ponga en la tarea. Alguien inmaduro, por el contrario, se frustra enseguida y abandona sus objetivos en cuanto aparece el más mínimo contratiempo.

Todos tenemos algún aspecto que trabajar en nuestra personalidad, pues no existe nadie que dé el perfil de maduración emocional perfecto. Sin embargo, las personas que has visto descritas aquí se caracterizan por reunir muchos de estos rasgos o por llevarlos al límite, entorpeciendo su desenvoltura en la vida cotidiana y su capacidad para tener relaciones interpersonales sanas.

No obstante, nunca es tarde para mejorar. Acudir a un terapeuta profesional y trabajar en los aspectos de la personalidad que frenan tener una vida plena no solo ayudará a la propia persona, sino a todos los que tiene alrededor. Por eso, si sientes que tienes carencias en tus relaciones o vives con alguien así, no dudes en buscar ayuda terapéutica.

Sara González Juárez.

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