Un manipulador es hábil en la esfera social. Difícilmente va a mostrar sus puntos más vulnerables. Así, en este artículo queremos hablar de ellos y de cómo encajan en su manera de actuar.
Es posible que en este momento, tal vez incluso sin saberlo, estés rodeado de una o varias personas manipuladoras. Un manipulador puede ser cualquiera, no importa el sexo, la edad o la profesión.
La manipulación puede entenderse como la búsqueda intencionada de un cambio en los demás, sea en sus pensamientos o acciones, para el propio beneficio. Es una forma de abuso psicológico que puede generarnos culpa, vergüenza, pérdida de autoestima y sentimientos de aislamiento e inseguridad.
Ser manipulador está asociado con tendencias narcisistas y dependiendo del tipo de manipulación y de la forma en la que se ejerza, las personas manipuladoras pueden clasificarse como activas o pasivas.
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- Los manipuladores pasivos se caracterizan por mostrarse sistemáticamente débiles e incapaces. Manipulan a través de la autoconmiseración y la adulación a otros. Son personas dependientes y con tendencia a la victimización, que parecen estar todo el tiempo en búsqueda de un salvador.
- Por el contrario, un manipulador activo actuará él mismo como salvador de otros, intentando influenciar a través de la ayuda que ofrecen y de los favores, poco desinteresados, que hacen a los demás.
Las debilidades de un manipulador
No obstante, conociendo sus puntos débiles podemos aprender a identificarlos y evitar caer en sus redes de manipulación. De manera general, las debilidades de un manipulador son las siguientes:
1. Inmadurez emocional
Un manipulador suele tener dificultades para gestionar de manera eficiente sus emociones. Esto se ve reflejado en comportamientos como evadir los compromisos o las responsabilidades o no cumplir con las promesas realizadas.
Así mismo, son incapaces de mostrar sus verdaderos sentimientos pues siempre están fingiendo y mostrando sentimientos diferentes a los que realmente están experimentando. Es posible que exhiban comportamientos que se mueven en una amplia gama de emociones, siendo difícil determinar realmente cómo se sienten y cuáles son los motivos de su tristeza, su enojo o su frustración.
Sumado a esto, puede que estallen en rabietas inexplicables o que tengan comportamientos impulsivos o ambivalentes. En el fondo, es seguro que las personas manipuladoras temen el rechazo, no ser aceptadas o perder influencia. Esto puede hacer que sean inestables emocionalmente y que fluctúen entre comportamientos afectuosos, indiferentes, violentos y condescendientes.
Todo esto proviene del deseo de control sobre la persona objeto de la manipulación y del miedo a ser descubierto en sus verdaderas intenciones.
2. Baja autoestima
Por otra parte, un manipulador activo es, en general, una persona insegura y con baja autoestima, que intenta ocultar sus miedos y su poca autoconfianza con actitudes de suficiencia y superioridad.
Del mismo modo, un manipulador pasivo exhibirá su baja autoestima como herramienta de manipulación, sacando provecho de su aparente debilidad y sumisión. No obstante, en ambos casos lo que encontramos son personas con problemas de autoestima, a quienes les preocupa en exceso el juicio que los demás hacen sobre ellos.
Son personas que se sienten incapaces de establecer vínculos sanos y horizontales con otros, por lo que usan distintas estrategias para sacar provecho de los demás o para cultivar afectos a base de engaños.
3. Poca empatía
En esta misma línea, una de sus debilidades más claras es su falta de empatía. Son personas que al estar solo centradas en sus propios intereses y motivaciones, desconocen y subestiman las necesidades de los demás.
Los vínculos que generan son superficiales y están enfocados en el propio beneficio, de modo que no logran construir relaciones de mutua correspondencia y compromiso. Esto se convierte en un círculo vicioso que los lleva a reforzar las tácticas de manipulación con tal de gozar de atención, afecto o reconocimiento.
4. Nunca reconocen sus errores
Por último, a las personas manipuladoras les cuesta un mundo aceptar sus errores. Difícilmente admitirán que se han equivocado o que no han hecho las cosas bien. Del mismo modo, no suelen pedir perdón ni ofrecer una disculpa sincera. Con frecuencia, en caso de hacerlo, será como parte de su estrategia de manipulación y la disculpa no vendrá acompañada de acciones de reparación.
Los manipuladores se caracterizan también por tener poca tolerancia a la frustración, de modo que se sentirán molestas cuando las cosas no salen según sus intenciones. Este rasgo se combina con su inmadurez emocional, generando respuestas de ira explosiva, llanto inexplicable o indiferencia planeada.
Si sientes que estás lidiando con un manipulador, es importante que fortalezcas la seguridad en ti mismo y aprende a sacar ventaja de las debilidades aquí descritas. Hazle ver que reconoces sus problemas de autoestima, que eres consciente de sus intentos de controlarte y que sabes que lo que moviliza sus acciones es el egoísmo y el miedo a no tener el control sobre los demás.