Durante los últimos años en los que la pandemia ha condicionado nuestras vidas, los abrazos han sido una de las cosas que nos hemos visto obligados a reducir, todo para guardar esa distancia de seguridad entre nosotros.
La comunidad de investigadores ha sentido cierto interés por los efectos positivos que tienen los abrazos en las personas. Estos son cuatro de los descubrimientos más recientes que se han hecho sobre la materia:
Los abrazos reducen las hormonas del estrés
El estudio, liderado por Aljoscha Dreisoerner, de la Universidad Goethe, Alemania, se ha centrado en los efectos positivos que tienen los abrazos en lo que se refiere al estrés. Recibir abrazos de otras personas, así como de uno mismo, reduce las hormonas del estrés.
Los científicos han tomado voluntarios, a los que se les ha sometido a una prueba de estrés en forma de entrevista falsa de trabajo, para luego dividirlos en tres grupos con situaciones diferentes: unos han recibido un abrazo de 20 segundos, otros se han abrazado a sí mismos durante ese mismo tiempo y los últimos no han recibido abrazo alguno.
Los resultados del estudio han señalado que aquellos que habían recibido un abrazo, aunque fuese suyo propio, mostraban niveles de cortisol más bajos, es decir, habían reducido los efectos negativos del estrés.
Los abrazos más largos mejoran el estado de ánimo
Los abrazos mejoran el estado de ánimo, pero, ¿influye la duración de estos?
Anna L. Dueren, de la Universidad de Londres, y su equipo ha basado su estudio en el efecto que tienen los abrazos en el estado de ánimo de las personas.
Para llevar a cabo el estudio, 45 mujeres voluntarias han abrazado a un compañero de la investigadora durante tiempos diversos. Los resultados han sido claros: los abrazos más largos resultaron más agradables.
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La salud también se relaciona con los abrazos
La investigación dirigida por Tia Rogers-Jarrel, investigadora de la Universidad de York, Canadá, se ha centrado en la relación que guardan los abrazos con la salud de las personas mayores de 65 años.
Su equipo ha contado con los datos de más de 20.000 personas que superaban esta edad. Hay que destacar que algunos de esos voluntarios han indicado que recibían abrazos «algunas», «la mayoría» o incluso «todas» las veces que tenían posibilidad.
Teniendo en cuenta también otros factores como enfermedades crónicas, ingresos, estado de la relación, los investigadores han concluido que las personas mayores que recibían abrazos al menos de vez en cuando se sentían más sanas.
La cultura afecta a nuestros abrazos
Las costumbres, nuestra religión y el lugar en el que vivimos afectan en la forma que tenemos de relacionarnos con las personas. El estudio internacional liderado por la investigadora Agnieszka Sorokowska, de la Universidad de Wroclaw, en Polonia, ha determinado los factores que influyen en las personas a la hora de mostrar afecto.
Tras analizar los datos de más de 14.000 personas procedentes de 45 países, han señalado que, aunque el 92,6% de las personas había mostrado alguna forma de contacto afectivo, existían grandes diferencias entre países.
El estudio ha demostrado que los aspectos culturales tienen mucho que ver con nuestra forma de relacionarnos con los demás, así como a la hora de dar un abrazo, pero también los factores individuales están presentes.