Es importante revisar tus creencias de vez en cuando, en especial cuando estas te llevan a sentir una contrariedad esencial con el mundo, te llevan al irrespeto con otro o te dan una sensación de superioridad.
Revisar tus creencias de vez en cuando es un ejercicio saludable. Nada mejor que poner sobre la mesa esas ideas arraigadas que nos guían en el día a día y que muchas veces no sabemos de dónde salieron o qué validez tienen.
Hay circunstancias en las que esto no es solo una acción conveniente, sino también necesaria para ubicarte mejor en el mundo. Hay señales que no debes pasar por alto y que te indican que es hora de revisar tus creencias. ¿Por qué? Porque han comenzado a entorpecer tu vida y tus relaciones con los demás. Las creencias siempre son un factor muy influyente, pero hay momentos en los que su influencia se dispara. Por ejemplo, te llevan, sin que te des cuenta, a conductas irracionales o intolerancias sin fundamento. Las siguientes son algunas de las señales de que es hora de revisar lo que piensas y cómo lo haces.
“La realidad es aquello que incluso aunque dejes de creer en ella, sigue existiendo y no desaparece”.
-Philip K. Dick-
1. Quieres cambiar el comportamiento de otros
Está muy bien que creas en algo y lo conviertas en uno de los asideros de tu vida. Adoptar esa actitud militante frente a alguna creencia puede ser muy saludable, ya que te proporciona un norte y le da sentido a muchas de las cosas que haces. Mucho mejor cuando aquello en lo que crees se traduce en acciones concretas por y para eso.
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Es natural que quieras compartir tus creencias a otros, e incluso que trates de “reclutarlos” para tu causa. Lo malo viene cuando asumes la idea de que todo aquel que no piensa como tú está necesariamente equivocado. Por otro lado, traspasas una línea roja cuando en favor de la persuasión violas los derechos del otro o piensas que el valor de la conversión justifica esa práctica.
2. Tienes la misma discusión muchas veces
Es algo que, por lo general, se deriva de lo anterior. Planteas una y otra vez las mismas ideas a personas que ya te han expresado de diferentes maneras que piensan o quieren actuar distinto a como tú lo haces. Pese a esto, insistes y tienes una y otra vez la misma discusión.
Todo aquello que se repite de una forma estéril nos habla de estancamiento. Lo que impulsa nuestra ceguera es la obstinación. Hay renuencia a abandonar el tema sobre el que no hay coincidencias. Se piensa, de forma equivocada, que la insistencia es lo que derrumbará la barrera cuando lo único que derrumba es la buena comunicación.
3. Sientes que “odias” a personas que no conoces
Esta es una señal inequívoca de que es tiempo de revisar tus creencias. Si en función de ellas terminas sintiendo ira, desprecio o incluso odio hacia personas que ni siquiera conoces, significa que aquello en lo que crees se ha convertido en una fuerza destructiva y nociva para otros. Habría que ver cómo de válida es una idea o una causa que puede dañar potencialmente a los demás.
En el fundamento de los actos de violencia está esa actitud de “odiar” a otro simplemente porque no coincide con lo que se considera bueno o valioso. Este es el fundamento último de las guerras y del terrorismo. Este tipo de actitudes invalidan moralmente las ideas o causas que se defienden.
4. Juzgas muy severamente a otros
Una de las fuentes de conflicto más habituales es la idea de que las creencias propias son superiores a las de los demás. Esa supuesta superioridad es el apoyo para que algunos se sientan con el derecho de juzgar a los otros, a veces desde una perspectiva tan parcial como injusta. En estos casos, se parte de la idea de que el mundo de quien no piense como uno presenta una carencia.
Las cosas no funcionan así. Toda creencia es respetable, porque no necesita validarse científicamente, ni a través de la religión o la política para existir. Solo serían rechazables aquellas ideas que se valgan del delito, de la mentira o de la destructividad.
5. Te apasiona excesivamente una tendencia o idea
Algo va de aquellas pasiones que llevan al entusiasmo vivo, frente a las que conducen a un padecimiento oscuro. En el primer caso, hay una adhesión alegre y firme a una idea o una causa; en el segundo, las creencias se convierten en un pretexto para dar salida a impulsos obsesivos o autoritarios.
Recuerda que es bueno revisar tus creencias siempre que detectes que estas te provocan conflictos o distanciamientos continuos con los demás. También cuando te percates de que puede haber algo exagerado o sobredimensionado en ellas, o se hacen presentes en ámbitos de tu vida en donde no tendrían por qué estar.