7 formas en que destruimos la escucha empática

¿Aplicas con los demás la escucha empática? ¿La usan contigo cuando te diriges a tu pareja, amigos o familia? Lo cierto es que hay muchos disruptores de este tipo de comunicación y no siempre somos conscientes de ellos. Te los explicamos.

Entre las necesidades más básicas del ser humano destacan dos: ser escuchados y ser comprendidos. Nuestras relaciones serían más significativas, sinceras y trascendentes si cuidáramos esos dos elementos en la comunicación del día a día. De hecho, si fuéramos capaces de aplicar siempre una escucha activa, el cerebro desarrollaría un enfoque más compasivo y menos egoísta.

Esta artesanía psicológica debe asentarse en la infancia, en la forma en que los cuidadores se dirigen a sus hijos. Dar forma a una interacción respetuosa en la que los niños sientan que sus palabras son importantes, apreciadas y tenidas en cuenta, edifica en ellos un mejor desarrollo psicosocial. Por contra, ignorar, criticar o infravalorar su comunicación, les aísla y edifica un peor autoconcepto.

Asimismo, a menudo aparece otro fenómeno en el difícil mecanismo de la comunicación efectiva; uno del que casi no nos damos cuenta. Muchos de nosotros nos podemos percibir como personas que aplican una efectiva escucha empática cuando, en realidad, no es así. Hay dinámicas que la entorpecen y la debilitan, son enemigos inconscientes que debemos tener muy en cuenta.

«Cuando la gente hable, escucha completamente. La mayoría de la gente nunca escucha».

-Ernest Hemingway-

Maneras en que destruimos la comunicación empática

Alfred Adler, psiquiatra austríaco y fundador de la psicología individual, solía decir que una habilidad que debe desarrollar la persona es mirar con los ojos del otro, escuchar con los oídos del otro y sentir con el corazón del otro. Esta metáfora describe la esencia misma de la empatía. Sin embargo, no es tan sencillo atender a la otra persona sin retirarnos del todo a nosotros mismos de esa ecuación.

Los juicios de valor se entremezclan con frecuencia cuando nos comunicamos con alguien. Muchos nos damos cuenta de ello cuando, por ejemplo, al explicarle cómo nos sentimos a una persona, esta no duda en darnos consejos sobre lo que deberíamos hacer. Empatía no es enjuiciar, ni salvar, ni aconsejar; empatía es conectar con quien está delante, siendo capaces de acoger con respeto.

Una investigación de la Universidad Estatal de Luisiana destaca que la escucha activa y empática es una habilidad social de gran valor que todos deberíamos desarrollar. Para hacerlo, es interesante descubrir de qué manera la entorpecemos en nuestras conversaciones cotidianas. Lo analizamos.

1. Tranquilizar, una manera de bloquear la experiencia

«Tranquilízate, esto no es nada, no te preocupes tanto, que eso se pasa». ¿Desde cuándo no es correcto procurar que la otra persona se sienta más relajada y con un estado emocional más sosegado? Más de uno pensará que nada es más idóneo que decirle a quien sufre o está preocupado que todo va a salir bien.

Lo cierto es que una forma en que destruimos la escucha empática es cuando buscamos aliviar o borrar el malestar del otro. Lo que logramos con ello es bloquear su experiencia emocional. Si le decimos a alguien el clásico «eso no es nada», lo que estamos haciendo es infravalorar aquello que siente en ese momento.

2. Interrogar, el cuestionamiento indirecto

«¿Pero por qué te sientes así? ¿Por qué crees que te ha pasado esto? ¿Pero tú estás seguro de que eso es así de verdad?». A menudo, cuando estamos compartiendo con alguien cercano una vivencia, es común que la conversación se convierta en un interrogatorio de la KGB. El exceso de preguntas por parte de quien debería escucharnos nos transmite la sensación de que nos están cuestionando.

Escuchar de manera empática requiere atender con respeto y en silencio, sin lanzar preguntas que ponen en duda la experiencia del otro.

La auténtica escucha empática es como dar forma a un espejo auditivo para que la otra persona pueda reflejarse mientras se comunica.

3. Dar consejos, la eterna costumbre

En las relaciones con los demás nos encontramos a menudo con esas figuras que nos adoctrinan, que no dudan en darnos guías y pautas no demandadas sobre lo que deberíamos o no deberíamos hacer. La comunicación empática no pide consejos, demanda una escucha comprensiva en la que nadie nos imponga sus puntos de vista.

4. Analizar, sondear la el origen de la experiencia ajena

Hay muchas maneras en las que destruimos la escucha empática y una de ellas es cuando queremos hacer de forenses emocionales. Es otra manera de escudriñar, desmenuzar y vulnerar lo que el otro siente.

Buscar el porqué y el desencadenante de la experiencia ajena mediante un frío intelectualismo es otra manera de bloquear la vivencia de nuestro interlocutor.

5. Cambiar de tema, una forma dolorosa de invalidación

¿Alguna vez has intentado desvelar o compartir con alguien un hecho, un sentimiento o un pensamiento y te has encontrado con que cambiaban de tema al momento? Más aún, un hecho recurrente es ver cómo una persona lleva a su terreno una conversación, dejando en el rincón del desprecio aquello que tú estabas diciendo.

Esta es una manera altamente dolorosa en que destruimos la escucha empática.

6. La empatía impostada

«¿De verdad? ¡Oh, lo siento muchísimo, que cosa más terrible!». A la hora de conectar emocionalmente con alguien, hay quién echa mano de la interpretación para hacernos ver que comprende nuestra realidad y nuestras palabras. Cuando no es así. Son actitudes impostadas, actores de la falsa cortesía que solemos detectar de inmediato, haciéndonos sentir incómodos y hasta heridos.

7. Expresiones de cierre

Las expresiones de cierre son expresiones que minimizan y obstaculizan la experiencia emocional de un interlocutor. En nuestras conversaciones e incluso en nuestro intento por ser empáticos, caemos en errores fatales que vetan en el otro la oportunidad de seguir sincerándose.

«Al menos tienes trabajo», «al menos tienes a tus hijos», «bueno, al menos no te pasó esto o lo otro», «no te preocupes, al menos continúas con aquello». Este tipo de expresiones desconectan a la persona de su realidad al imponerles la idea de que aquello que están exponiendo no es tan significativo como ellos creen.

Saber comunicarnos mediante una escucha empática nos aporta oxígeno psicológico. Si no logramos aplicar con eficacia esta competencia surgirán las discrepancias y el malestar.

Nota final

¿Cómo te comunicas? Es muy común ser conscientes de cómo ciertas personas se dirigen a nosotros. Sin embargo, no siempre realizamos una necesaria reflexión e introspección con las que revisar nuestro estilo comunicativo. Hay muchas formas en las que destruimos la escucha empática y a veces caemos en ellos de manera inconsciente.

A la hora del escuchar al otro hay que dejar caer los juicios y nuestra necesidad por solucionar problemas ajenos. Es recomendable bajar el volumen del ego y el deseo de llevar el diálogo hacia uno mismo. Sabiduría es también saber escuchar. Cuidarnos mutuamente implica entender que, a veces, es necesario dejar de escuchar nuestro yo para descubrir a quien tenemos en frente.

Valeria Sabater.

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