El coronavirus y su impacto económico disparó las alarmas sobre el aumento de la pobreza, como advirtió a comienzos de la pandemia un informe del Banco Mundial en el que calculaba que 60 millones de personas en todo el mundo podrían verse empujadas a una situación de privación extrema ante el aumento del desempleo y el frenazo al crecimiento.
Desgraciadamente, esos augurios se han ido confirmando en los últimos meses, con un incremento de la pobreza causada por la pandemia en países desarrollados como EEUU, aunque también en España, donde el riesgo de pobreza ya afecta a más de 1 de cada 4 personas y 1 de cada 10 tienen dificultades para llegar a fin de mes o mantener su casa a la temperatura adecuada, según la última Encuesta de Condiciones de Vida del INE.
En concreto, unos 4,5 millones de personas, el 9,5% de la población española, vivían en pobreza severa en 2020, según el informe El Mapa de la Pobreza Severa en España. El Paisaje del Abandono que acaba de presentar la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN-ES), realizado a partir de los datos del INE y en el que se define el perfil de los afectados.
El estudio considera en situación de pobreza extrema a los hogares que subsisten con menos de un 40% de la renta mediana nacional, lo que implica unos ingresos anuales de 6.417,3 euros y unos 281 euros por persona al mes para familias con 2 adultos y 2 menores o de 535 euros al mes para quienes viven solos, con los que deben afrontar sus gastos de vivienda, energía o alimentación, entre otros.
La EAPN precisa que las cifras de 2020 implican que hay 178.000 personas más en riesgo de pobreza severa que en 2019 y 1,1 millones más que en 2008, aunque precisa que, si bien los datos del INE permiten conocer las primeras consecuencias del coronavirus en la calidad de vida, las cifras correspondientes a la renta se publican con un año de retraso, por lo que no incluyen el impacto de la pandemia.
Además, el informe señala que en 2020 el porcentaje de españoles en pobreza severa ha vuelto a aumentar, como muestra la gráfica anterior, señalando que la recuperación económica iniciada en 2015 concluyó en 2018 con resultados que califica de «muy deficientes» y destacando que, en cambio, en los últimos 7 años el PIB per cápita no ha dejado de aumentar.
Por territorios, la EAPN señala que Canarias es la comunidad con más porcentaje de población en esta situación de privación extrema, un 16,7%, seguida de la Comunitat Valenciana con un 13,4% y Asturias con un 12,2%, destacando además que en el archipiélago y en Cataluña esos porcentajes han crecido entre un 45% y un 49% respecto a 2019.
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Menores y familias numerosas, entre los más afectados
Más allá de su distribución geográfica, el informe de la coalición de ONG incluye datos que permiten definir el perfil de las personas en situación de pobreza severa, analizando su impacto por grupos de edad, presencia de menores en el hogar, nacionalidad, formación, situación laboral, tenencia y condiciones de vivienda, entorno rural o urbano o situación de discapacidad, entre otros.
Así, la EAPN desvela que, aunque la tasa de hombres y mujeres solo difiere en una décima, el factor edad es especialmente determinante, con un 14,1% de menores de 17 años en pobreza severa, un punto porcentual más que en 2019, frente a la media del 8,6% en los grupos mayores de edad. Así, los niños y adolescentes son el grupo más afectado, seguido de los adultos jóvenes de menos de 30 años, con un 11%.
El impacto de las privaciones económicas en los menores de edad tiene su reflejo en impacto de la pobreza severa en las familias, dado que un 12% de hogares con menores se encuentran en esta situación, frente al 7,1% en los formados solo por adultos. Del mismo modo, un 27,3% de las familias numerosas se encuentran en 2020 en pobreza severa, 2 puntos porcentuales más que el año anterior y más del triple que en el resto de hogares.
Sin embargo, la incidencia de la pobreza severa en los hogares monoparentales se ha reducido casi 2 puntos respecto a 2019 y cerca de 9 puntos en comparación con 2014, alcanzando un 18,7% de hogares con un solo padre o madre en situación de pobreza severa, que EAPN destaca que es la cifra más baja en los últimos 12 años, aunque precisando que solo la mitad de las personas en estos hogares tiene cubiertas sus necesidades básicas.
Por nacionalidades, el colectivo que sufre un mayor impacto de la pobreza severa son los extranjeros procedentes del resto de la Unión Europea, con más de un 27% en esta situación, seguidos del resto de los foráneos, con un 26,4%, y los españoles, con un 6,7%, aunque los locales suponen casi 3 de cada 4 afectados por privaciones extremas.
La pobreza severa también afecta a personas con empleo y formación secundaria
Además, el informe desvela que la relación entre el impacto de la pobreza severa y los niveles de formación o el empleo ya no es definitiva. «El 4,6% de las personas con educación superior y el 9% de aquellas que han terminado la segunda etapa de la educación secundaria, permanecen en pobreza severa«, señala, precisando que el porcentaje oscila entre el 10,5% y el 12,2% en los que cuentan con menos estudios.
En cuanto a la situación laboral, la EAPN advierte de la precarización entre los ocupados, señalando que, pese a que no tener trabajo es una de las principales causas de pobreza, las cifras revelan la pérdida de calidad del empleo. «Se puede conseguir un trabajo y ser pobre e, incluso, trabajar y ser muy pobre», denuncia, apuntando que esa situación afecta al 13,2% de personas con empleo.
Así, el informe apunta que casi 1 millón de trabajadores en activo están en pobreza severa, lo que supone un 5% del total de ocupados, según muestra la gráfica anterior, en la que se refleja que el impacto sobre los jubilados es menor, mientras que los desempleados son el colectivo más afectado por esta situación, como cabría esperar.
No obstante, revisando los datos de los últimos 12 años, la tasa de trabajadores en activo en pobreza severa se ha reducido en el último lustro tras alcanzar su máximo en 2015, cuando afectaba a un 7,2%, aunque supera todavía la media que reflejaba entre 2008 y 2013. Además, advierte de que se ha reducido la diferencia respecto al resto de la población en cuanto al riesgo de cambiar o perder el empleo debido a la pandemia.
En cuanto a los desempleados, el colectivo más impactado por esta situación, el porcentaje de personas en pobreza severa se ha reducido casi 3 puntos porcentuales respecto a 2019, aunque sigue rebasando las cifras previas a 2014. El informe desvela que 1 de cada 3 adultos en pobreza severa está en paro y algo más de 1 de cada 4 trabaja, precisando que estos porcentajes apenas se han movido desde 2016.
Una vivienda en propiedad no blinda contra la pobreza, aunque ya está pagada
Otra de las claves más destacadas en el perfil de la población que soporta las peores condiciones económicas en el informe de la EAPN es la vivienda, afirmando que contar con un lugar de residencia habitable y asequible es básico para una mínima calidad de vida. «Las medidas de confinamiento decretadas a raíz de la pandemia de la covid-19 han puesto de manifiesto con rotundidad la profunda relación entre vivienda, calidad de vida y salud», explica el documento.
Además, se constata que las condiciones de las viviendas en el colectivo más precario de la población difieren drásticamente de las del resto, como refleja la gráfica a continuación, en la que se evidencia que casi la mitad de los afectados por pobreza severa tienen una vivienda en propiedad, de los que la mayoría incluso ya han terminado de pagar su hipoteca.
No obstante, el tipo de hogar mayoritario entre los afectados por pobreza severa es en alquiler, especialmente a precio de mercado, dado que la EAPN destaca que desde 2011 la capacidad para contar una vivienda propia se ha reducido progresivamente, con un 23,3% menos de personas en esta situación con un domicilio en propiedad y un 4,2% menos entre la población en general.
En cuanto al porcentaje de personas que pagan una carga elevada de gastos de vivienda, es decir, que supere el 40% de sus ingresos, refleja las disparidades entre ambos colectivos, con más de la mitad de las personas en riesgo de pobreza destinando un 40% o más de su renta al hogar y un 46,5% gastando más de un 50%, mientras que entre la población que no padece pobreza esos porcentajes son de un 3,4% y un 1,4%, respectivamente.