La Navidad es una fiesta que divide a las personas en dos claros grupos: quienes la adoran y quienes la odian. Los que se clasifican en el segundo grupo aborrecen desde los villancicos hasta las luces. Pero, sobre todo, detestan tener que reunirse en cenas navideñas con familiares, amigos y compañeros de trabajo. Lo cierto es que incluso las personas a las que les gusta la Navidad pueden sentirse incómodas con este tipo de celebraciones. A veces estas suponen encontrarse con personas que no nos agradan o tener que responder a preguntas que se repiten año tras año y que, pase el tiempo que pase, siguen siendo de mal gusto.
Las personas que hacen esas preguntas no suelen hacerlo con mala fe, es cierto. Incluso puede que nosotros mismos alguna vez nos hayamos excedido con algún interrogatorio a familiares. Por eso, este artículo con consejos para las cenas navideñas es para todos.
Para quienes adoran la Navidad y quienes la odian. Para quienes suelen recibir las preguntas y para quienes las hacen. La psicología puede ayudarnos a que nuestras cenas navideñas no se conviertan en un campo de minas. Así, puede que el odio a la Navidad sea un poquito menos intenso. Aunque el resto de factores que lo alimentan sigan ahí.
Las conversaciones que debes evitar en las cenas navideñas
Lo primero que debemos tener en cuenta en las cenas navideñas es que hay ciertos temas de conversación que es mejor dejar fuera. En Hipertextual lo hemos hablado con Julia Cebrián Abad, psicóloga sanitaria y analista de conducta con perspectiva de género.
Para empezar, ella recuerda que la incomodidad que puede generar ciertos temas de conversación en las cenas navideñas no es solo cuestión de tacto. También depende de cómo se encuentre cada persona y de su contexto. Precisamente por eso, los temas a evitar pueden variar mucho de unas personas a otras. “No hay unas normas que podamos dar al respecto porque cada cual tiene derecho a tener sus puntos cómodos e incómodos y además estos pueden variar de un momento a otro”, señala la psicóoga.
Aun así, a grandes rasgos, la profesional recomienda evitar conversaciones sobre valores y posiciones sociopolíticas. “Estos temas son muy personales y susceptibles de ser dolorosos si la persona que tenemos delante no los comparte, por lo que terminan siendo conflictivos”.
Por otro lado, y volviendo a los temas más personales, Cebrián Abad recomienda “dejar conversaciones sobre temas importantes para otro momento más cómodo, seguro y privado”. Por ejemplo, “quizá en la cena de Nochevieja no es el momento para hablar de qué tal les va a tus primos con la oposición, preguntarle a tu hermana si se ha decidido ya a cambiar de trabajo o sugerir a tu amiga que deje a su novio”. Es mejor evitarlos porque “son temas que pueden requerir de tiempo, intimidad y espacio para que la persona se exprese libremente”.
Deja en paz el físico de los demás
“Uy, parece que has engordado un poquito, ¿no?”. “Qué delgadita te veo, estás muy guapa”.
Ambos son comentarios que podrían hacerse perfectamente en las cenas navideñas. Parece que la primera es una apreciación de mal gusto y que lo segundo es un piropo. Pero no. Ambas son valoraciones que no se deben hacer, ni en las cenas navideñas ni en ningún sitio. Opinar del físico no es apropiado, básicamente porque no sabemos las circunstancias que hay detrás de esos cambios. Por ejemplo, esa persona delgadita y guapa podría haber perdido peso por episodios de ansiedad o depresión. Cebrián Abad lo tiene muy claro.
“Los cuerpos ajenos no se comentan, ni siquiera para lo que uno percibe como bueno. Primero porque no sabemos qué papel está jugando nuestro comentario. Quizá estemos premiando y alentando conductas problemáticas tanto con un halago como con un reproche. No sabemos qué ha pasado para que una persona modifique su cuerpo y, por tanto, no sabemos qué estamos premiando o castigando. Quizá esa amiga más delgada perdiera peso por estar tremendamente triste y esa otra más gorda lo cogiera por estar recuperándose de su relación con la comida. Y segundo, porque tenemos cientos de cosas más que halagar de quien tenemos delante. Ceñirnos al aspecto contribuye a que sigamos centrándonos y dándole un peso enorme a la apariencia como si esto fuera lo más importante que tenemos. Somos muchísimo más que nuestros cuerpos, vamos a tratarnos como tal”.
Julia Cebrián Abad, psicóloga
Por todo esto, antes de decir a esa amiga lo delgada que está, quizás sería mejor contarle el orgullo que sientes por cómo ha afrontado algunos cambios importantes en su vida. O lo interesante que te parece su trabajo.
Evita los “¿para cuándo vendrás con pareja?”
Los comentarios sobre parejas, hijos o cualquier otra convención social que, supuestamente, toca en algún momento de la vida son totalmente inapropiados.
“Ese tipo de comentarios, tengan la intención que tengan, son complicados, por no decir pesados e incisivos”, señala la psicóloga. “¿Son en realidad preguntas curiosas o más bien formas de señalar que tu estado actual no es el bueno?”. “Quienes las hagan tendrían que darle una vuelta a esto”.
Sin duda, son preguntas que no deberían hacerse. Pero supongamos que ya nos la han hecho y no lo hemos podido evitar. ¿Qué hacemos? “Cualquier opción de respuesta es válida”, responde la analista de la conducta. “Si eres capaz de hacer humor de ello y pasar rápido por encima genial, y si necesitas y tienes la energía para plantar cara y comentar que no te sientan bien y que quieres que deje de hacerlas estupendo también”. A esto añade que, siempre que sea posible, “lo ideal es marcar el límite de oye esta pregunta no me hace gracia”. Desgraciadamente, esto no es siempre posible, así que lo mejor es intentar responder como mejor podamos y con el ánimo que el momento nos permita.
¿Y si hay alguien que no soportas en la cena navideña?
Vale, puede que los temas de conversación no sean los peores. Incluso es posible que nadie se entrometa de forma descarada en nuestra intimidad. ¿Pero qué pasa si hay alguien a quien no soportamos, y que saca conflictos de donde no los hay?
Esto es algo bastante común en las cenas navideñas. Y también puede solucionarse con la psicología en la mano y el mayor tacto posible. Nuestra psicóloga hace, principalmente, dos recomendaciones. Por un lado, detectar cuáles son los temas que normalmente impulsan conflictos con esa persona. Una vez detectados, habría que evitarlos en la medida de lo posible. Por otro lado, es recomendable jugar con los asientos en las cenas navideñas para que las personas que se caen mal y se enzarzan en discusiones con cualquier tema no tengan la posibilidad de hacerlo. Eso también nos incluye a nosotros mismos y esa persona que no soportamos.
De cualquier modo, como con otros temas mencionados anteriormente, Cebrián Abad señala que es importante aprender a poner límites. No tener vergüenza de decir qué es lo que nos molesta.
Salud mental en las cenas navideñas
En las cenas navideñas puede haber personas que están pasando una depresión y que han hecho de tripas corazón para acudir. Quizás alguien que esté afrontando un duelo. Incluso puede que todos los asistentes estén pasando el duelo de alguien que, por primera vez, no se sienta a la mesa.
Estos son temas que se deben tratar con el debido tacto, tanto en las cenas navideñas como en cualquier otra situación. Según la psicóloga consultada para este artículo, lo primero que debemos tener en cuenta es “cómo de cercanas somos de la persona que está pasándolo mal”.
Pueden ocurrir dos cosas. “Si somos personas de confianza, podemos preguntar directamente qué podemos hacer para facilitarles el momento al máximo”. Esto puede ser muy variado. “Quizá necesiten evitar temas, salir de vez en cuando a airearse o simplemente un poco de contacto físico a modo de acompañamiento”. Todo dependerá de la persona, por eso es tan importante la comunicación.
Ahora bien, “si simplemente somos conocidos, la recomendación general es no sacar el tema de manera directa e incisiva”. Puede que queramos saber cómo se encuentra esta persona y cómo va en su proceso. Sin embargo, “preguntar de manera directa, sacando el tema tal cual, puede ser incómodo”. Cebrián Abad lo explica con un ejemplo. “No hace falta preguntar ¿cómo vas de la depresión? Podemos hacer preguntas más generales o que tengan que ver de manera indirecta con esto, como por ejemplo: ¿qué planes has tenido este mes? ¿Qué tal con tus clases de bordado? ¿Son divertidas?!»
Por otro lado, es interesante para todos los que estemos en la mesa, haya problemas de salud mental o no, “que el ambiente sea lo más relajado posible”. Esto supone, por ejemplo, “procurar que todo el mundo tenga espacio a hablar si lo desea, estar pendientes de no acaparar la conversación, detectar si un tema está siendo incómodo para alguien de cara a pararlo o no hablar de temas que no todos los comensales puedan seguir para que no se sientan fuera del momento”.
El caso del duelo
Cuando perdemos a un ser querido, acudir a las cenas navideñas puede ser todo un reto. Lo primero que debemos hacer, por supuesto, es no culpar a quienes deciden no acudir a la cena por estos motivos. Pero hay más asuntos a tener en cuenta, como bien ha explicado a Hipertextual el psicooncólogo Miguel Mediavilla.
Según el especialista, lo primero que debemos hacer con estas personas es darles nuestro apoyo sin juzgarlas y validando siempre sus emociones. “Muestra tu disposición a estar a su lado desde el mismo momento de la planificación de manera que la persona en duelo sepa que si necesitara tomarse un respiro, desahogarse, retirarse o incluso irse puede contar contigo si lo desea”.
Por otro lado, es importante evitar tanto la sobreprotección como el espacio excesivo. “No desaparezcas, no tengas miedo a preguntarle cómo se siente”, recomienda Mediavilla. “Prepárate, pues puede haber cambios de última hora y es importante que la persona en duelo se sienta libre de tomar esas decisiones en cualquier momento”. Y algo también muy importante: “Por supuesto, deja el lado positivo y los consejos para otro día, a no ser que la persona en duelo lo desee”. Con esto, hace referencia a evitar frases hechas como “Sé cómo te sientes”, “El tiempo lo cura todo”, “Tienes que ser fuerte” o “Disfruta, hazlo por él/ella”.
Y es que el duelo es un proceso personal que depende de cada persona. Debemos acompañarles en su camino, pero no decirles cómo lo deben recorrer.