¿Qué es la técnica del contraste mental? ¿Cómo funciona realmente? En este artículo hablaremos de ella, exponiendo lo que nos dicen los últimos estudios sobre su eficacia y sobre aquellos contextos en los que nos puede ayudar más.
El contraste mental es una técnica que puede ayudarte a conseguir un objetivo. Para lograrlo, explota la “fantasía” que existe siempre que te propones algo. La idea es que el producto de esa imaginación te ayude a aumentar la motivación.
Se trata de una técnica muy práctica, basada en evidencia y que todo el mundo puede utilizar. Si tras innumerables consejos, libros de autoayuda e intentos infructuosos, sientes que estás en “tiempo muerto”, puedes replantear tu gran objetivo en pequeños pasos utilizando esta técnica.
Contraste mental: en primer lugar, abordar el exceso de fantasía
Para explicar el contraste mental, hay que explorar primero los principios de la teoría de la realización de la fantasía. En su descripción de la teoría, Oettingen (1999) destaca que una persona puede maximizar su compromiso con las metas al equilibrar las perspectivas positivas y negativas de su realidad.
El estilo de pensamiento que se enfoca solo en los aspectos positivos de una realidad se conoce como fantasía libre. Las fantasías libres son eventos o comportamientos futuros imaginados que no consideran la probabilidad de que estos ocurran (Klinger, 1990). Por ejemplo, una persona puede fantasear con recibir un ascenso, aunque esto sea prácticamente imposible.
Según Oettingen (1999), una persona puede lidiar con sus fantasías y la realidad inminente de tres maneras. El enfoque elegido afectará a su disposición y a la probabilidad de hacer realidad su fantasía a través de la búsqueda y el logro de metas.
Veamos en un experimento las tres maneras que podemos emplear para intentar alcanzar un objetivo y su eficacia.
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Los experimentos sobre la eficacia del contraste mental
Gabriele Oettingen y colegas dividieron a los 136 participantes en tres grupos. A cada uno de los grupos se le pidió que simularan que adoptaban una estrategia distinta para un problema interpersonal.
- Primera estrategia: adoptar una visión positiva frente a la situación y el objetivo.
- Segunda estrategia: reflexionar sobre los aspectos negativos de la situación actual.
- Contraste mental: imaginar la visión positiva del problema ya resuelto, y luego pensar en los aspectos negativos de la realidad. Con estas dos situaciones en mente, se les pidió a los participantes que hicieran una evaluación, comparando sus fantasías con la realidad. Básicamente, se pidió a los participantes que compartieran sus expectativas de éxito.
Los investigadores encontraron que la técnica de contraste era más efectiva para alentar a las personas a hacer planes de acción y responsabilidad, pero solo cuando las expectativas de éxito eran altas. Cuando las expectativas sobre la resolución del problema eran bajas, la búsqueda de planes de acción alternativos fue menos efectiva.
El acto de contrastar obliga a las personas a decidir si su objetivo es alcanzable o no. Si las personas piensan con más confianza que pueden alcanzar una meta, se van a comprometer con ella. De lo contrario, abandonarán la idea casi antes de comenzar.
Otro experimento encontró que las personas con una condición de contraste mental están más excitadas y actúan antes que aquellas que solo han tenido fantasías positivas o negativas por su cuenta. Las personas no se comprometen con objetivos que no esperan alcanzar, por mucho que fantaseen con ello. Para ver más sobre este experimento, puedes consultar aquí.
La importancia de adaptar nuestras expectativas con la realidad para tener un compromiso alto
Las expectativas son juicios sobre la probabilidad de que ocurran eventos particulares (Bandura, 1977). En el contexto del contraste mental y la teoría de la realización de la fantasía, las expectativas se refieren a la probabilidad de lograr una meta con respecto a un futuro deseado.
Al participar en contrastes mentales y desencadenar juicios de expectativa, una persona puede evitar comprometerse demasiado con un objetivo que es poco probable que se logre. Demasiada fantasía libre lleva a objetivos y sueños poco realistas como convertirse en una celebridad en internet o en un millonario de la noche a la mañana.
Del mismo modo, una persona puede evitar comprometerse con una meta que está fácilmente al alcance debido a que se enfoca demasiado en los aspectos negativos o desafiantes de un futuro inminente. Por ejemplo, sería una pena renunciar a completar tus estudios solo porque son un desafío cuando solo te falta un semestre para obtener tu título.
En tal caso, fantasear un poco sobre cómo sería asistir a la graduación y estar calificado para trabajos competitivos puede ayudar a motivar a ese estudiante a llegar a la meta. Es decir, contrastar realidad con fantasía nos da las herramientas más valiosas para conseguir un objetivo, sobre todo si lo dividimos en pasos resolubles y alcanzables
Solo nos comprometemos con objetivos pequeños y realistas
Sabemos por investigaciones que la mente subconsciente tiende a operar con un enfoque en períodos de tiempo cortos. No entiende de objetivos y logros a largo plazo, sino que se enfoca en mantenerse feliz en un momento dado.
Con el pensamiento positivo y la fantasía libre, permitimos que nuestras mentes subconscientes se entreguen a la sensación de que “todo está bien”. Esto explica la oleada inmediata de motivación que acompaña a fantasear sobre futuros deseados.
Sin embargo, tal motivación es a menudo de corta duración. En consecuencia, las personas pueden renunciar a sus fantasías y caer en un ciclo de sentirse positivos en un momento y negativos al siguiente. Al practicar el contraste mental, tales ciclos pueden evitarse mediante la anticipación de desafíos.