En ocasiones, y para determinados temas, podemos llegar a tener una mayor complicidad con nuestras amistades que con nuestra pareja. ¿Qué implica esto? ¿Es negativo compartir ciertos pensamientos solo con nuestros amigos y no con nuestra pareja?
En ocasiones, desarrollamos una mayor complicidad con una amistad que con la pareja. Puede que casi sin saber cómo, nos veamos compartiendo pensamientos o sueños que nuestra pareja desconoce. Esto es algo que nos puede contradecir, y hasta preocupar. Sin embargo, es un fenómeno frecuente.
A primera vista, esto no tiene por qué ser malo o evidenciar un declive en la propia relación. No mientras siga existiendo intimidad, amor y confianza en el propio vínculo afectivo. Porque, al final, las personas tendemos a diversificar aquello que damos y esperamos recibir de los demás. Asimismo, hay algo que no podemos pasar por alto.
Cuando una relación de amistad es significativa, se alcanzan estratos de conexión, honestidad y complicidad tan profundos que pueden superar a los de nuestros compañeros de vida. Insistimos, esto no tiene por qué crear antagonismos entre un lazo y otro. En realidad, gozamos de una riqueza en materia relacional que supone sin duda un gran beneficio a todos los niveles.
Lo analizamos.
Tener complicidad y confianza con nuestros amigos no tiene por qué suponer una amenaza para la pareja.
Amistades y amores: lazos intensos, lazos distintos
Muchas veces, cuando nos enamoramos de alguien, ya contamos con un grupo de amigos. Es evidente que ese vínculo de confianza y cercanía no se va a romper solo por iniciar una relación de pareja. La compaginamos, sigue estando presente y lo que es más importante, continúa alzándose como nuestro soporte cotidiano.
Por otro lado, lo más común no es tener mayor complicidad con una amistad que con la pareja, sino que en realidad desarrollamos otro tipo de complicidades. Es decir, lo que buscamos y esperamos de un amigo no es lo mismo que esperamos y ofrecemos al ser amado. Y es ahí donde está la clave, en saber en qué territorios emocionales nos movemos.
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Existirán determinados aspectos con los que nos sentimos más cómodos compartiendo con una amistad. Y esto no tiene por qué ser sancionable. Forma parte de la calidad de esos lazos sociales que creamos con las personas. Con unas estableceremos un tipo de dinámicas diferentes a otras, y es en dicha variedad donde tejemos esos soportes psicológicos tan nutritivos y esenciales.
En las relaciones humanas, cada figura nos aporta un tipo de refuerzos y complicidades. Amigos, pareja y familiares configuran esos soportes psicológicos de los que nos beneficiamos a diario.
Complicidades diferentes, pero igual de relevantes
Es cierto. En ocasiones, desarrollamos una mayor complicidad con una amistad que con la pareja. Sin embargo, insistimos, lo más probable es que esa complicidad generada con nuestro mejor amigo diste bastante en cualidades a la que tenemos con el ser amado.
Lo analizamos.
Complicidad en la pareja
Es cierto que siempre resulta enriquecedor ver a nuestra pareja como a nuestro mejor amigo. Sin embargo, no es lo mismo. Siempre existirán matices, particularidades y tonalidades emocionales que originan claras distancias.
- La complicidad con nuestra pareja se combina con el siempre necesario ámbito de la intimidad. Una investigación de la Universidad de Stellenbosch, Sudáfrica, por ejemplo, revelan algo importante. La intimidad es el núcleo de toda relación afectiva satisfactoria. Incluye desde la cercanía física y sexual, hasta la conexión en valores, metas comunes y emociones
- La complicidad construida con la pareja parte de un compromiso de dos personas que son interdependientes. Es decir, hay una base de apego que hace que una dependa de la otra.
Complicidad en nuestras amistades
Mientras en una relación afectiva la piedra angular es el compromiso del uno con el otro, en la amistad este elemento pierde fuerza. Valoramos en uno amigo la confianza, la honestidad, la sinceridad, la comprensión, etc. Asimismo, no existe ningún tipo de interdependencia, cada uno es libre de tener su propia vida sin tener que dar explicaciones a sus respectivos amigos.
La complicidad que se crea con una amistad es más libre y espontánea. Y es esto, quizá, lo que más apreciamos. Se trata de un tejido relacional con menores compromisos y, por tanto, hay otro tipo de dinámica. Hay menos presión emocional y se transita por un territorio más libre para otro tipo de confidencias.
La relación de pareja puede experimentar una brecha cuando de pronto dejamos de compartir con el otro nuestros pensamientos y necesidades. Esto siempre es indicador de una crisis que debemos resolver.
Cuando tenemos mayor complicidad con una amistad que con la pareja y surgen los problemas
¿En qué momento el aspecto de la complicidad con una amistad puede convertirse en un problema? Básicamente, en dos situaciones muy concretas. Puede darse el caso de que nuestra pareja se sienta molesta por esa relación que tenemos con nuestras amistades. Hay quien se percibe desplazado y deriva hasta en el enfadado al pensar que compartimos más aspectos íntimos con esas figuras.
Es importante clarificar un aspecto. El ser amado no será nunca esa persona con la que queramos compartirlo absolutamente todo. Siempre habrá áreas y experiencias que nos reservemos para nosotros solos. También para las amistades y nuestros familiares. Y esto no tiene por qué ser un atentado a esa relación. Todo lo contrario, puede enriquecerla porque nos completa como seres humanos.
Asimismo, hay otro hecho no menos relevante. Podemos tener en nuestros amigos excelentes cómplices cotidianos, pero es recomendable no perder la intimidad con la pareja. Ese ámbito más privado y perteneciente solo a nosotros dos, no puede fracturarse. Tampoco ser sustituido por otras figuras. Porque si perdemos esto, lo perdemos todo.
Por ello, debemos ser buenos artesanos de esta dimensión, de este tejido tan mágico y nutritivo en todos los sentidos. Es bueno tener confidentes en el ámbito de la amistad, pero si en el amor no está presente la piedra preciosa de la intimidad, nos sentiremos bastante solos.