La familia nos modela e influye de muchas maneras, para bien o para mal. A su vez, este pequeño microcosmos está íntimamente unido a la sociedad y la cultura que la envuelve. ¿Te gustaría saber qué define y cómo se construyen las culturas familiares? Continúa leyendo el siguiente texto:
¿Cómo definirías tu cultura familiar? ¿Tenía unos valores firmes e inspiradores o carecía de ellos y creciste sin el apego y la influencia positiva de unos progenitores cercanos y enriquecedores? Todos somos, en cierto modo, el resultado de esas dinámicas acaecidas en un núcleo familiar dominado por unas costumbres propias.
Decía el médico y pediatra Salvador Minuchin, que nada nos determina tanto como esa familia donde el destino, la biología y la casualidad nos dejan caer al venir a esta vida. Su cultura interna representa, además, un modo particular de entender el mundo e interaccionar con él. A su vez, estos pequeños microcosmos sociales están muy influenciados por el entorno que las envuelve. Conozcamos más continuación.
La familia es un fenómeno ligado de forma directa a la cultura que la contiene.
¿Qué es la cultura familiar?
Aunque no siempre pensemos en ella, esta característica está ahí, condicionándonos. La cultura familiar es el conjunto de códigos, mandatos, costumbres, creencias y propósitos que definen a esa unidad de personas que conforman un hogar. En consecuencia, la finalidad de todas esas dimensiones es crear una serie de normas y roles que fortalezcan y den sentido a dicho núcleo social.
Toda esta cultura interna construida resulta de un legado heredado (por familia extendida y/o antepasados) o es producto de iniciativas o modificaciones de sus miembros actuales. De igual modo, esas dinámicas buscan edificar una especie de microsistema coherente y estable, donde todos sus miembros se integren en un marco particular de significados y procesos (Galvin, Bylund, & Brommel, 2004).
¿Cómo se manifiesta o expresa este tipo de dinámica familiar?
La Universidad de Texas realizó un trabajo en el 2017 en el que destaca cómo el concepto de familia y de cultura siempre van juntos. Es imposible separar una esfera de la otra. Por lo tanto, la familia es una institución sociocultural que cubre inicialmente nuestra necesidad de pertenencia.
De esta manera, como se expresa la cultura de la familia en nuestro día a día es heterogénea. Nos referimos a dimensiones, a menudo, inconscientes que ponemos en práctica de forma continuada. Son las siguientes:
1. Creencias
Buena parte de las creencias que nos transmite la familia suelen instalarse en nuestro inconsciente, impregnando casi todos los flujos de pensamiento, en especial aquellos relacionados con la esfera social. Son ideas, valoraciones y hasta sesgos cognitivos que interiorizamos y que dirigen el comportamiento y el pensamiento.
La cultura familiar de cada grupo es única, porque no es común que se compartan unas mismas tradiciones, valores, creencias, etc.
2. Mandatos
En todo sustrato familiar se afianzan mandatos que configuran las reglas integradas y que, de algún modo, replicamos a lo largo de la vida. Se refieren sobre todo a códigos de comportamiento y que pueden expresarse en ideas como «hay que ser fuerte y no pedir ayuda», «debo disimular mis emociones» o «no hay que confiar en nadie».
3. Costumbres, prácticas y tradiciones
Si hay dinámicas que definen la cultura familiar son sin duda las costumbres. Estas pueden orquestar desde la acción más básica (a qué hora comer o acostarse) hasta realidades un poco más complejas; por ejemplo, las prácticas religiosas o espirituales.
Asimismo, las tradiciones familiares constituyen un fenómeno interesante y significativo. Van más allá de las creencias, porque una tradición familiar busca, sobre todo, transmitir unas pautas cargadas de simbolismo que se consideran positivas para que los hijos las perpetúen.
3. Valores
Una finalidad que debe cumplir la familia es la transmisión de valores enriquecedores a los hijos. Esto implica, en primer lugar, ejercerlos y servir de modelo para que las nuevas generaciones las asuman. Por lo general, los valores más significativos que deben orbitar en la cultura de una familia son los que listamos a continuación:
- Amor.
- Justicia.
- Bondad.
- Respeto.
- Gratitud.
- Empatía.
- Amistad.
- Esfuerzo.
- Naturaleza.
- Generosidad.
- Responsabilidad.
4. Propósitos
Ya sea de forma implícita o directa, un entorno familiar siempre tiene en mente metas y propósitos. Estos pueden orientarse a dimensiones como favorecer una convivencia feliz y el respeto de cada integrante; o bien, todo lo contrario. Con frecuencia, hay miembros que ejercen el autoritarismo y, en este caso, la meta será siempre el control y la dominación.
Tipos de culturas familiares y cómo nos influyen
Todo el conjunto de mandatos, creencias, tradiciones y valores nos influyen de manera directa. Para empezar, es importante tener en cuenta que ninguna cultura familiar es exactamente igual a las demás. Siempre hay algún factor que la hace única. Esto hará que los integrantes se sientan más realizados o con más vetos para ser libres y felices.
Así, aunque siempre hay particularidades que diferencian a unas familias de otras, existen patrones similares que configuran distintas tipologías. Ahora las analizamos.
Familias con cultura tradicional
La cultura tradicional suele sustentarse en unos valores morales clásicos, pero también en un algún ideario religioso o espiritual. Tienen gran influencia los antepasados y ese entorno sociocultural en el que se mueven los propios integrantes. La forma en que nos impacta este marco es obvia: asimilaremos muchos de esos códigos.
La cultura de la familia brinda un marco para que las nuevas generaciones se sientan seguras e integren unos códigos que permitan perpetuar unos buenos hábitos y valores.
Cultura familiar progresista
Esta cultura se aleja de los constructos basados en la religión u otros idearios, para centrarse solo en valores como la responsabilidad y la libertad personal. En ella las tradiciones no tienen tanto peso, como tampoco el legado sociocultural de los antepasados.
La influencia en sus integrantes dista bastante del modelo tradicional. Ejemplo de ello es no otorgar importancia al matrimonio y respetar la libertad sexual de los hijos.
Las familias independientes o de no intervención
Una de las dinámicas familiares más problemáticas es aquella que aplica la cultura de la no intervención. Es decir, los padres no demuestran ni transmiten ninguna creencia, mandato o valor concreto a los hijos. Algo así define la clásica estrategia del laissez faire o «dejar hacer». La vinculación no se atiende y el tipo de apego puede ser evitativo o ambivalente.
¿Cómo influye lo social en la cultura familiar?
La cultura y la estructura social que envuelven a las familias actúan como macromarcos referenciales para el grupo en sí y, en última instancia, para los individuos. Al fin y al cabo, no somos entidades ajenas al contexto que nos rodea. Somos individuos integrados en una serie de dinámicas externas que condicionan nuestras representaciones y comportamientos.
De esta forma, nadie puede negar que la cultura familiar afecta a la construcción de la identidad. Sin embargo, es pertinente tener en cuenta cómo ese gran escenario social moldea también a la propia unidad familiar. Y lo hace de la siguiente manera:
- Es posible que las crisis sociales y económicas cambien en un momento dado la cultura de una familia.
- La historia y legado cultural de un país podría mediar en la construcción cultural y psicológica de un núcleo familiar (pensemos en el conflicto palestino/israelí).
- Las familias están condicionadas por la cultura, la política y la religión del contexto en el que se desarrollan. Por ejemplo, no es lo mismo vivir en Irán que en Reino Unido
Al mirar a nuestra familia solemos ver rostros y códigos, esos que, de algún modo, impulsan la felicidad y realización o, por el contrario, nos dejan más de una herida. La cuestión es que cada comportamiento y creencia no llegan solos. A menudo, son el resultado de conductas heredadas que asumidos sin crítica.