Hay algo muy importante que aprendes cuando aprendes a vender:
Te han vendido millones de cosas desde que naciste y nunca te habías dado cuenta.
El mundo gira gracias a la compra y a la venta.
Todo el mundo quiere venderte algo. Constantemente. Sin parar.
Yo ahora mismo te estoy vendiendo mis ideas. Mis pensamientos. Mi forma de ver el mundo. Mis creaciones.
Y hay dos opciones: saberlo o ignorarlo.
Te vendieron el colacao lleno de azúcar cuando eras pequeño.
Te vendieron los Simpson a la hora de comer.
Te vendieron que los hombres son o brutos o tontos o vagos o malos o todo junto.
Te vendieron que a los 30 se tiene barriguita.
Te vendieron que para ser espiritual necesitas ir a un lugar o pensar en otra persona.
Te vendieron a quién votar. Te vendieron a quién odiar.
Te vendieron el colegio.
Te vendieron la universidad.
Te vendieron el cómo usabas tu tiempo.
Te vendieron que tenías que diferenciar entre tiempo y «tiempo libre».
Te vendieron que si estás deprimido lo mejor es tomarte unas pastillas sin avisarte que no era una compra única sino una suscripción de por vida. (Ahora que sacas el tema, el libro que estoy leyendo cuenta… «Me han dicho que la depresión ha engendrado una industria multimillonaria. No parece justo hacerse rico gracias al sufrimiento de los demás»).
Oh.
Te vendieron que ni se te ocurra aprender por tu cuenta a cuidarte pues serías irresponsable.
Oh vaya.
Te vendieron que fumar era cojonudo.
Te vendieron que para pasarlo bien se bebe alcohol o se toman drogas o se consume algo.
Te vendieron que para adelgazar hay que comprar cosas.
Te vendieron que para tostar un pan se usa una tostadora. (Como dice Jacob Lund Fisker, la civilización ha llegado a un punto en el que uno piensa que para hervir un huevo necesita una «Egg Bolier Thunder 1000», y no asocia que puede hacerlo de otra manera, con algo que ya tiene por casa. Si nos descuidamos, perdemos la creatividad, la capacidad de asociar, la capacidad de usar nuestra mente y nuestros recursos en nuestro beneficio. Sólo por esa parte ya hay que leer el libro).
Te vendieron que en los salones de las casas hay una televisión en el centro.
Te vendieron que cuando estás cansado o quieres distraerte lo mejor es apagar el cerebro.
Fíjate en cómo es tu vida, piensa un poco y descubrirás que tras todo hay una venta y descubrirás que había una persona intentando que compres algo.
Todo lo que das por hecho, por normal, en algún momento fue una venta que tú o la sociedad comprasteis.
Atención aquí que viene lo importante: Si reflexionas descubrirás a menudo que la persona que quería venderte algo, lo hacía independientemente de si esto era beneficioso o nocivo para ti.
Cuando comprendes este sencillo hecho empiezas a ser muy cuidadoso con qué compras y con la información de la que te rodeas.
Te lo he dicho muchas veces y te lo diré muchas veces más; la gente últimamente está obsesionada con cómo aprender a vender, cuando el paso número uno es aprender a comprar.
Y es que ya lo dijo Emilio Duró: Si comes zanahorias, ¿qué cagarás?










