La tarjeta de crédito tiene una cara amable y, aparentemente, inofensiva. Hace realidad los deseos o caprichos de manera fácil y rápida. Por lo mismo, es fácil excederse en su uso y esto llega a tener consecuencias para la salud física y mental.
La tarjeta de crédito facilita la posibilidad de hacer compras con el dinero que no tenemos. Ahí está precisamente el peligro de estas protagonistas de la sociedad actual. Podríamos hacer varios libros al respecto, pero aquí vamos a concentrarnos en los efectos que todo esto tiene en la salud mental.
En el mundo contemporáneo, el dinero físico pierde cada vez más protagonismo. La tarjeta de crédito es un medio muy funcional y práctico para no tener que cargar billetes a todas partes. Facilita los pagos y los hace más seguros. Es innegable que hace más sencillas las transacciones y que representa un gran avance en el mundo financiero.
El problema no está en la tarjeta de crédito, sino en quien la usa. Endeudarse a partir del uso de estas tarjetas es muy sencillo, en especial para quienes hacen compras impulsivas. El problema se ve en el mediano y largo plazo: pagar es menos fácil que comprar y, en muchas ocasiones, esto desemboca en uno de los males modernos: el estrés financiero.
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“Gaste menos de lo que gana. Si usted se encuentra en un bote que hace agua de forma crónica, la energía que dedique en cambiar el barco probablemente será más productiva que la energía que dedique a tapar los agujeros”.
-Warren Buffett-
El uso de la tarjeta de crédito
Dejar de utilizar dinero en efectivo tiene muchas ventajas, pero también favorece algunos problemas. El primero de ellos es que nos hace perder de vista cuánto estamos gastando realmente. Si usas dinero físico, puedes ver al instante cómo disminuye la cantidad después de una compra. En cambio, el dinero digital parece como si fuera infinito.
La tarjeta de crédito también induce a una creencia falsa. Quienes la usan parten de la idea de que “tienen x cantidad de dinero” en tal tarjeta. Confunden poseer esa cantidad con endeudarse por esa cantidad. Es fácil que se pase por alto el hecho de que con cada compra a crédito se está adquiriendo una nueva deuda.
También solemos ignorar que al comprar con tarjeta de crédito en realidad estamos pagando dos veces. Por un lado, se compra el servicio de préstamo; según la legislación de cada país, esto ya tiene unos costos implícitos. Por el otro lado, se compra el producto o la mercancía que se quiere adquirir, y esta variará su precio en función del plazo de pago. Total, en apariencia es una transacción sencilla, pero en fondo supone entrar en una red compleja.
El sobreendeudamiento
El principal peligro de usar una tarjeta de crédito es hacerlo sin conciencia y, por la misma vía, caer en el sobreendeudamiento. Esto ocurre cuando lo que se debe es muy superior a lo que uno es capaz de pagar, en determinado lapso, por lo general, un mes. En ese punto ya no solo se cae en un problema financiero, sino que también se produce una afectación psicológica.
Tan es así que el psicólogo Enric Soler, de la Universitat Oberta de Catalunya, ha señalado que existe una “fórmula matemática de la ansiedad”. Sería la siguiente:
Ansiedad = Percepción de la amenaza / Percepción de los recursos para hacerle frente
Soler indica que cuanto más elevada es la amenaza percibida y menores son los recursos percibidos para hacerle frente, mayor es la ansiedad. Así, si la amenaza es no tener suficiente dinero para comer (muy alta) y he perdido mi trabajo (no tengo recursos), mi ansiedad será muy alta. Es lo que ocurre cuando una persona está sobreendeudada. No es raro que el origen haya sido el mal uso de una tarjeta de crédito.
Hacer lo correcto
Dicen que el hombre es dios cuando sueña y esclavo cuando cuenta, pero así es la realidad. Los recursos materiales son finitos, nos guste o no. La mayoría de las personas tenemos límites en los gastos que podemos hacer y sobrepasarlos solo nos traerá problemas.
Con una tarjeta de crédito, y en especial con este producto financiero, hay que tener mucha prudencia. En general, solo debería usarse como medio de pago y no como fuente de endeudamiento. Una persona con la tendencia a hacer compras impulsivas nunca debería tener a mano un servicio de crédito al instante.
Sobreendeudarse con una tarjeta de crédito es muy fácil. Sin embargo, a la larga provoca ansiedad, y la ansiedad erosiona la salud y las relaciones con los demás. Todo en conjunto se convierte en un factor de riesgo para enfermar o desarrollar un problema crónico. Es muy importante tener educación financiera e igual de relevante revisar las conductas de compra y de endeudamiento. Esto podría ser la clave de un mayor bienestar.