Los traumas infantiles suelen ser uno de los principales factores que hay detrás de la dificultad (o incapacidad) para amar. No obstante, hay más variables que vale la pena conocer.
¿Hay personas incapaces de amar? La respuesta a esta pregunta es compleja y, aunque podríamos decir que “sí”, existen matices. Hay quien tiene claras dificultades para querer y dejarse querer. Abundan hombres y mujeres que, a raíz de una infancia traumática, evidencian serios problemas para construir relaciones plenas y felices.
De este modo, más que una incapacidad clínica o neurológica para experimentar enamoramiento lo que hay es “miedo”, temor a ser heridos, ansiedad por sentir un apego hacia alguien que más tarde, les abandone o haga daño. Por otro lado, y en lo que se refiere a las personas con un trastorno antisocial de la personalidad, psicopatía o narcisismo, el tema es aún más complejo.
En estos casos, desarrollan una relación basada en un apego desorganizado. Sí pueden establecer relaciones sentimentales, pero eso sí, suelen regirse por intereses puntuales, como la satisfacción, el deseo o la autocomplacencia. Así, como bien podemos intuir, este tema traza un caleidoscopio de interesantes matices que vale la pena conocer.
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La evitación o retracción emocional es una de las principales características de esas personas con claras dificultades para establecer relaciones afectivas.
Personas incapaces de amar: posibles causas asociadas
¿Qué hace que existan personas incapaces de amar? ¿Son un “fallo” de la naturaleza? Este es el primer razonamiento al que llegamos casi sin pensar. Ahora bien, antes de concluir con tal idea, sería acertado hacernos una sencilla pregunta: ¿por qué ama el ser humano? Tal vez, al comprender por qué nos define este sentimiento, atisbemos la razón por la que algunos están faltos de él.
La conocida antropóloga Helen Fisher nos explica en su libro ¿Por qué amamos? que las personas nos movemos básicamente por instintos. Neurotransmisores, como la oxitocina, la serotonina, la dopamina o la vasopresina impulsan la atracción, el deseo por el otro, la necesidad de cuidar, de compartir experiencias… Somos el resultado de lo que dicta nuestro cerebro.
Por otro lado, trabajos de investigación, como los realizados por la doctora Elaine N. Aron nos explican algo más. Las personas amamos por una necesidad de expandir nuestro “yo”. Más allá de la atracción, está el deseo de compartir vida con alguien, de crecer como personas al lado de alguien en un mismo proceso, proyecto y metas vitales.
Somos seres sociales y el amor nos permite crear vínculos estables con los que evolucionar, sentirnos seguros… Por tanto, sabiendo esto: ¿por qué hay personas incapaces de amar?
El trastorno de privación emocional
El trastorno de privación emocional es una condición psicológica definida por los psiquiatras Conrad Baars y Anna Terruwe a mediados del siglo XX. Cabe señalar que no aparece en ningún manual de diagnóstico y que no disponemos de excesiva documentación científica.
No obstante, es común que se haga referencia a este término cada vez que se aborda el tema de las personas que no saben o son incapaces de amar. Los doctores Baars y Terruwe encontraron un patrón muy característico en este perfil:
- Son personas que no mantienen el contacto visual.
- Experimentan sentimientos de soledad, pero al mismo tiempo no les agrada socializar.
- Se sienten constantemente juzgados por los demás. Son desconfiados.
- A menudo afirman que jamás fueron ni serán amados y que, por ello, son incapaces de ofrecer afecto.
- Experimentan sentimientos de culpa y evidencian una clara baja autoestima.
Este tipo de características suelen aparecer a menudo en personas con autismo y también con el trastorno de acumulación compulsiva.
Las personas incapaces de amar y los traumas de infancia
Detrás de buena parte de las personas incapaces de amar, lo que hay en realidad es miedo. Es temor a ser heridos. Es desconfianza y angustia por repetir los mismos patrones traumáticos que en la infancia. Porque lo que explica en muchos casos esa dificultad para amar y ser amados son los traumas de la niñez, como los maltratos físicos y psicológicos, los abandonos, los abusos sexuales, etc.
Estas personas quedan fracturadas emocionalmente. El tiempo apenas cura y resuelve nada, en especial si no se recurre a terapia. Esto hace que tengan grandes dificultades a la hora de establecer relaciones afectivas. El amor es conexión y si lo que se recibió de manera temprana fue un sucedáneo de amor envenenado que causó un inmenso dolor, es común evitarlo.
Muchas de las personas que sufrieron abusos o maltratos en la niñez se hallan desconectados del amor. No lo entienden y no lo conciben porque nunca lo recibieron. Temen abrirse emocionalmente a los demás porque eso les hace sentirse vulnerables y ese sentimiento, les pone en alerta y les asusta.
No entender lo que se siente, la alexitimia
La alexitimia define un tipo de alteración del aprendizaje emocional. A menudo, el origen está en un problema neurológico que dificulta comprender el universo de las emociones. En este caso, la persona sí es capaz de enamorarse, pero no sabe con certeza qué es ese sentimiento y qué debe hacer al respecto.
No empatizan, no reaccionan a las emociones ajenas y no logran comprender lo que acontece en su interior. Este desorden o alteración cerebral afecta a más personas de las que creemos. Muchas de ellas quedan suspendidas en un limbo desde el que cuesta establecer relaciones de amistad, de pareja, etc.
Cabe señalar que esta condición también puede estar presente en los hombres y mujeres con autismo y con una personalidad psicopática. Para concluir, existen varias razones por las que hay personas incapaces de amar. Lo más decisivo es comprender la causa que hay detrás y trabajarla. Todos merecemos aprender a querer y sentirnos queridos.