“La empatía se trata de encontrar ecos de otra persona en ti”, dijo Mohsin Hamid. La RAE la define como la “identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo del otro” o la “capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos”. Pero, ¿la empatía nace o se hace? Un estudio publicado en PNAS arroja interesantes conclusiones al respecto.
La investigación se ampara en cuatro experimentos separados diseñados para medir cambios en la empatía, basándose en las acciones de más de 50 voluntarios. La hipótesis de los científicos fue que observar a otros aumentaría la empatía del observador (medida por calificaciones) en el grupo de alta empatía y la disminuiría en el grupo de baja empatía.
«El cambio en las calificaciones de empatía debería estar impulsado por señales de aprendizaje, específicamente, errores de predicción observacionales, que se refieren a la discrepancia entre las calificaciones de empatía predichas y observadas», postularon los investigadores.
En los cuatro experimentos, los niveles de empatía individual se midieron por primera vez después de que los participantes vieran un vídeo de un manifestante recibiendo una estimulación dolorosa en su mano. A continuación se les enseñó a otras personas respondiendo a los mismos videos y se midieron nuevamente sus niveles de empatía.
Ver a otros responder con empatía tendió a aumentar los signos de empatía en los participantes, mientras que ver respuestas ambivalentes redujo estos índices. En otras palabras, la empatía que mostramos parece ser bastante fluida y estar afectada por el entorno social que nos rodea.
Una de las pruebas incluyó imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI), que detectó cambios en la región de la ínsula anterior, anteriormente relacionada con la empatía. Con la ayuda de algunos modelos matemáticos, el equipo demostró que los cambios en la empatía probablemente tengan una base en el aprendizaje real más que en la imitación o en complacer a las personas.
Creen que, a nivel neuronal, aprender las respuestas de empatía de los demás podría estar relacionado con activaciones en regiones del cerebro involucradas en el aprendizaje observacional. Utilizaron autoinformes y escáneres cerebrales para la medición, concluyendo que la empatía y la compasión son «contagiosas», y que se pueden difundir mediante la interacción social.
Dicho de otro modo, si suficientes personas de una comunidad demuestran y manifiestan cuidado y preocupación por los demás, esto podría extenderse. «Dependiendo de si se observaron reacciones empáticas o no, los índices de empatía aumentaron o disminuyeron», explica el neurocientífico Grit Hein, de la Universidad de Würzburg en Alemania, según recoge Science Alert.
No es la primera investigación que sugiere la condición contagiosa de la empatía: otros informes han destacado que los ambientes sin empatía favorecen que los empleados sean menos considerados con los demás, mientras que otros estudios sugieren que la empatía y el altruísmo son el ingrediente secreto que forma parte de los cimientos de la civilización moderna.