La infidelidad: ¿qué produce en nuestro cerebro?

La infidelidad duele y la sospecha también. Pero, ¿cuál es su impacto real sobre el cerebro? ¿Qué partes se activan o sobreactivan y qué tienen que ver con cómo nos sentimos? ¡Te lo contamos!

Las traiciones pueden tener un precio muy alto, tanto en lo interpersonal como en lo individual. Así, una infidelidad tiene la propiedad de reforzar las dudas y aumentar la sensación de incertidumbre. Es ese incendio que puede terminar consumiendo todo aquello por lo que una persona ha luchado, como el aire que derriba a un castillo de naipes.

La infidelidad es una traición a la confianza depositada, que tiene el potencial de desencadenar emociones muy intensas y aversivas. Entre ellas encontramos la frustración, la ira resentida, la angustia o la tristeza. Por otro lado, hoy queremos posar la mirada en una emoción muy vinculada con la infidelidad: los celos.

«Tienes que aprender a dejar la mesa cuando el amor ya no se sirve».

-Nina Simone-

Los celos como emoción

Una emoción es una forma de responder a uno o varios estímulos del ambiente. En concreto, una emoción tiene tres componentes:

  • El componente conductual: es el comportamiento que se produce de una manera reactiva o como consecuencia de la emoción.
  • El componente neurovegetativo alude a cómo nuestro organismo moviliza y reúne los recursos energéticos para hacer frente al estímulo. Tiene su base en el sistema nervioso autónomo (SNA), el sistema nervioso autónomo.
  • Por último, el componente hormonal actúa ayudando al sistema neurovegetativo gracias a la liberación de sustancias que facilitan una respuesta emocional. Tal es el caso de las hormonas segregadas a nivel suprarrenal, que se segregan para que nuestros músculos suficiente alimento.

Los celos son una emoción con una profunda base social. Se definen como ‘el hecho de ser suspicaces, de desconfiar y de recelar sobre el otro’, porque este puede cambiar el afecto que siente por nosotros a otra persona. Es decir, la emoción de celos es una anticipación de una pérdida. Los celos nos alarman sobre el preludio de un duelo en potencia, de una pérdida.

Reaccionar con celos ante una infidelidad, además de ser normal, es angustiante. Además, el perfil de respuesta varía en función de si se es hombre o mujer. ¿Por qué? La respuesta podemos encontrarla en la evolución. Desde el marco de la evolución, esta emoción se vincula con las consecuencias reproductivas.

«Lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia».

-Elie Wiesel-



¿Cómo afecta la infidelidad a tu cerebro?

Si eres mujer, es probable que estés más sensibilizada con el escenario de la infidelidad emocional. En el polo contrario, si eres hombre, es probable que des más importancia a la infidelidad de tipo sexual.

«La infidelidad es una situación concreta y real que representa el más alto nivel de intimidación a una relación de pareja que se puede experimentar».

-Ana María Fernández Tapia-

Ante la conducta infiel, suelen activarse aquellas zonas relacionadas con las emociones negativas y con la cognición social (Takahashi, 2006). Entre ellas tenemos:

  • La amígdala. Esta es una estructura clave en la respuesta emocional. Actúa como un «director de orquesta». Entre sus funciones se encuentra la regulación de los impulsos y la expresión de las emociones. Se activa intensamente ante el miedo.
  • La ínsula. Se activa cuando algo nos desagrada y cuando sentimos asco. Cuando la infelidad duele y sentimos celos, se activa esta región. También se activa ante el dolor físico. Es la responsable de procesar la parte emocional del dolor.
  • El surco temporal superior. Los celos que sentimos se producen como consecuencia de la traición percibida. Así, el surco temporal superior se activa cada vez que evaluamos la confianza y la intencionalidad de alguien.

Además, tanto en hombres como en mujeres se activa de manera intensa la corteza visual. Esto ocurre porque imaginamos activamente a nuestra pareja siendo infiel, «es como si lo viésemos con nuestros propios ojos». Por otro lado, la amígdala se activa de manera más intensa ante los celos de los varones si la infidelidad ha sido sexual. Por el polo contrario, ante las infidelidades emocionales se activa más la ínsula, el hipocampo y el hipotálamo (Takahashi, 2017).

Como podemos observar, algunas áreas se activan de manera diferencial según el sexo. Esto tiene su origen en el valor para la reproducción que le concede cada sexo a la infidelidad.

«La amígdala y la ínsula son los nodos centrales del procesamiento de las emociones negativas básicas, el miedo y el asco, respectivamente».

-Hidehijo Takahasi-

Gorka Jiménez Pajares.

Deja una respuesta