Lidiar con una depresión durante meses tiene un efecto sobre el cerebro. La teoría de las cicatrices afirma que la personalidad puede cambiar tras padecer este trastorno psicológico en algunos casos.
La teoría de las cicatrices en la depresión nos dice que, en algunos casos, haber padecido este trastorno psicológico puede afectar a nuestra personalidad. Dos de sus efectos son la vulnerabilidad y la baja autoestima.
El cerebro sufriría unas pequeñas alteraciones en su estructura que afectarían a determinados aspectos de nuestra resistencia psicológica. El dato es llamativo y controvertido. Lo es porque a veces la baja autoestima ya es un factor de riesgo para el desarrollo y la aparición de esta condición. Es decir, siempre hay unos factores de riesgo que elevan la probabilidad de sufrir un trastorno del estado de ánimo.
Sin embargo, este enfoque apunta a que el hecho de lidiar con una depresión deja unas secuelas a nivel orgánico que, elevarían, por ejemplo, el riesgo de recaídas. Por lo pronto, los neurocientíficos nos indican que esta teoría explicaría por qué algunas personas son más vulnerables a determinados problemas de salud mental, mientras otras son más “resilientes“.
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¿En qué consiste la teoría de las cicatrices en la depresión?
La teoría de las cicatrices en la depresión sugiere que existe un efecto causal de la propia psicopatología con determinados cambios en la personalidad. Esa relación causa-efecto aparece cuando se sufre una depresión mayor y, por lo general, no se recibe tratamiento. La durabilidad, sumada a la falta de abordaje terapéutico, deriva en una alteración en la funcionalidad cerebral.
Fueron los científicos Mathias Aleman, Andrea E. Grünenfelder-Steiger y Christoph Flückiger quienes nos hablaron de este interesante modelo en un estudio del 2018. En este trabajo se propone que padecer de manera repetida un trastorno del estado de ánimo tendrá (en ocasiones) unas consecuencias biológicas, psicológicas y cognitivas.
Para comprender esta realidad neurológica es recomendable tener en cuenta un detalle. La neuroplasticidad es el mecanismo fundamental de defensa neural frente al estrés. Gracias a ella, la funcional sináptica, los mecanismos moleculares y celulares pueden reaccionar ante esos cambios neurológicos que genera una depresión. Sin embargo, cuando no tratamos un trastorno depresivo, la neuroplasticidad se reduce.
Debemos ver la depresión como un fenómeno clínico multifactorial en el que intervienen factores genéticos, de personalidad y también contextuales o sociales.
Cómo afecta la depresión mayor al cerebro
La teoría de las cicatrices en la depresión insiste en el hecho de que el cerebro cambia como consecuencia de este trastorno psicológico. Un estudio destaca esta relación. Sufrir una depresión mayor (la más grave) puede enlentecer la recuperación e incluso dejar secuelas.
Los cambios que pueden aparecer afectan tanto a su estructura como a la funcionalidad. Son los siguientes:
- Hay regiones cerebrales que pueden evidenciar un encogimiento en su estructura, como es el caso del hipocampo. Esta área relacionada con la memoria, las emociones y el aprendizaje, puede hacer que se incremente la desesperanza y nos cueste asentar información nueva.
- El tálamo, que regula el sueño, el estado de alerta y la vigilia, es otra estructura que también puede reducirse en tamaño.
- La corteza prefrontal, esencial para llevar a cabo funciones ejecutivas (planificar, controlar impulsos y regular emociones), también sufre cambios en la depresión mayor.
- La universidad de Yamaguchi publicó un estudio que demostró cómo los trastornos depresivos reducen el aporte de oxígeno al cerebro. Esto provoca desde fallos de memoria a problemas de atención.
- Los altos niveles de cortisol liberados durante un episodio depresivo alteran también la amígdala cerebral, hiperactivándola. Esto eleva la sensación de amenaza, alerta y miedo.
La teoría de las cicatrices en la depresión ¿hay algún tratamiento?
En los últimos años se están viendo notables progresos en el tratamiento de la depresión mayor. La estimulación cerebral profunda es un enfoque terapéutico prometedor para este tipo de condición psicológica. Este paradigma ha evolucionado muchísimo y está cambiando la calidad de vida de muchas personas desde 1995.
- La estimulación magnética transcraneal (EMT) es un procedimiento no invasivo en el que se aplica una serie campos magnéticos para estimular determinadas áreas del cerebro.
- La estimulación de esas células nerviosas del cerebro reduce los síntomas del trastorno depresivo, mejorando el estado de ánimo.
- La persona no siente dolor ni molestia alguna. Consiste, simplemente, en colocar una bobina electromagnética cerca de la frente.
- Por término medio, el tratamiento consistente en 20 sesiones diarias de estimulación magnética transcraneal de 30 minutos de duración.
Cabe señalar que este enfoque clínico suele utilizarse cuando la terapia psicológica y el tratamiento farmacológico no tiene efecto en el paciente. También cuando hay varias recaídas. De momento, el éxito alcanzado con dicha técnica es muy positiva y siempre es una opción interesante que vale la pena tener en cuenta.
Sea como sea, hay un aspecto evidente. Los cambios en la personalidad y esa mayor vulnerabilidad mental asociada a la depresión aparecen únicamente cuando no se pone en marcha ningún mecanismo de afrontamiento. Esa es la clave: solicitar ayuda especializada cuando lidiamos con esa forma de desesperanza continuada, con ese malestar emocional que no ve descanso ni tregua.