Si de algo se arrepiente la mayoría de seres humanos es de haber dejado pasar ciertas oportunidades por miedo o indecisión. Descubre de qué más nos solemos arrepentir.
Los tipos de arrepentimiento más comunes trazan experiencias que desearíamos haber vivido de manera diferente. Si estar en este mundo implica tomar decisiones casi a cada instante, también parece que tenemos una cierta tendencia al remordimiento.
Asimismo, no importa cuántas veces la sociedad o los libros de autoayuda nos digan aquello de “no te arrepientas de nada; si fue algo malo al menos aprendiste, y si fue bueno, mereció la pena”. En nuestra mente, esa emoción siempre se procesa de manera negativa, y llegada cierta edad, hay hechos que pesan y duelen lo indecible.
Errores, cosas hechas o no hechas, oportunidades que dejamos pasar por la indecisión… Hay múltiples detonantes que trazan la marca de esta sensación profunda y perturbadora. Sin embargo, la ciencia está de acuerdo en la existencia de cuatro áreas que definen los arrepentimientos más comunes en los que todos podemos derivar. Los analizamos.
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“Nunca es tarde para el arrepentimiento y la reparación”.
-Charles Dickens-
Los tipos de arrepentimiento más comunes en el ser humano
Gran parte de las personas transitan por la vida arrepintiéndose de más de una actuación. Por ello, si en algún momento nos encontramos a alguien que insiste en aquello de “yo no me arrepiento de absolutamente nada”, es mejor desconfiar. Vivir es cometer errores, meter la pata, hacer daño a veces, hacérnoslo a nosotros mismos y tomar decisiones del todo equivocadas.
Quien se enorgullece de no haber errado jamás, probablemente no es consciente del efecto de sus acciones y carece de una adecuada autoconciencia y autorreflexión. Podríamos decir, por tanto, que esta emoción incómoda y turbadora es decisiva también en nuestro amplio registro de experiencias.
El arrepentimiento y la decepción aparecen cuando sucede algo que no esperábamos. Sin embargo, mientras la decepción es el resultado de algo que escapa a nuestro control, el arrepentimiento es más doloroso porque aparece el sentimiento de culpa. En este caso, los eventos suceden por nuestra responsabilidad, bien por nuestros actos cometidos o por la inacción…
Veamos cuáles son los 4 tipos de arrepentimientos más recurrentes.
1. El lamento de la indecisión
La Universidad de Arkansas realizó un estudio en el 2005 sobre los tipos de arrepentimientos más comunes. Cuando las personas miran su vida como un todo y hacen balance, hay una dimensión que siempre prevalece: las oportunidades perdidas.
Lamentamos nuestra indecisión en determinados momentos: el haber dejado pasar ciertos trenes, el no habernos atrevido a cruzar ciertos puentes, el haber dicho “no” cuando el corazón nos pedía un “sí”…
En este trabajo de investigación se habla del principio de oportunidad, es decir, de esas situaciones en las que la acción es necesaria y, en su lugar, se opta por dar un paso atrás, por la inacción. Podríamos decir que estas experiencias son las que más duelen.
Amores perdidos, negocios no iniciados, aventuras no experimentadas… ¿Quién no se arrepiente de no haber sido algo más audaz?
2. El lamento por no haberlo hecho mejor
Cuando una persona siente la llegada de su final, hace retrospectiva. La cercanía de la muerte nos obliga a echar la mirada atrás y entonces, emerge uno de los 4 tipos de arrepentimientos más comunes. Sentimos no haberlo hecho mejor con nuestros hijos, no haber sido mejor pareja, mejor amigo; mejores también con nosotros mismos.
En ocasiones, dicho sentimiento es injustificado y responde a esa autoexigencia que nos acompaña hasta edades avanzadas. Uno puede haber sido la mejor persona del mundo, pero siempre persiste esa sensación de que “podríamos haberlo hecho mejor”.
3. El lamento moral
A todos nos han hecho daño en algún momento y todos a su vez hemos generado algún tipo de dolor ocasional a alguien. Nadie tiene un historial impoluto en el campo de las relaciones humanas.
Haber decepcionado, mentido, descuidado o incluso traicionado se convierte en pequeñas muescas en el corazón que escuecen cuando echamos la mirada atrás.
4. El lamento de relación
La mayoría nos sentimos culpables de haber permitido que determinadas relaciones se rompieran. Abundan quienes echan en falta a esos amigos del pasado con los que se perdió el contacto. Nos duelen esas relaciones afectivas que se fracturaron por razones que pudimos haber evitado.
Hay quien llega al final de su vida echando en falta a hijos, hermanos, padres o madres con quienes se rompió el vínculo. Son experiencias muy comunes y que tejen ese sufrimiento latente y silencioso que siempre está ahí, a pesar del paso del tiempo…
Hay algunas puertas abiertas…
Es inevitable pasar por este mundo sin experimentar ciertas cuotas de sufrimiento. No todas nuestras decisiones son acertadas y no todos nuestras conductas son siempre el reflejo de la perfección. Somos seres falibles y siempre terminamos lamentando ciertas actuaciones, caminos no tomados o relaciones perdidas.
Es bueno recordar aquí que muchos de esos arrepentimientos son de “puerta abierta”. Es decir, en ocasiones, siempre queda espacio para la reparación o para el escape, para correr y tomar ese tren que un día dejamos pasar. Reflexionemos en ello. Tal vez no sea demasiado tarde para hacer eso que sigue rondando en nuestra mente.