Los 7 principios éticos de William David Ross para ser felices

El respeto, la honestidad o la bondad no solo contribuyen al bienestar de los demás, sino también al nuestro. William David Ross fue un filósofo escocés que profundizó en esas dimensione, acotando su influencia sobre nuestro estado emocional.

Justicia, libertad, respeto, responsabilidad… Cuando hablamos de principios éticos pensamos en esas normas implícitas que subyacen a toda sociedad y que guían el comportamiento de sus ciudadanos. Sin embargo, ¿relacionarías estas dimensiones con el bienestar y la felicidad del ser humano? Por ejemplo, ¿crees que actuar con honestidad revierte en nuestra satisfacción?

La respuesta es sí; cuando profundizamos en las clásicas dimensiones sobre cómo ser feliz, surgen todas esas áreas vinculadas al crecimiento personal. Se nos recuerda, por ejemplo, la importancia de mantener un enfoque positivo, de centrarnos en el momento presente o de clarificar metas y propósitos vitales.

Sir William David Ross, reconocido filósofo escocés de principios del siglo XX, nos habló de los prima facie. Para él, los deberes morales pueden mediar en nuestra satisfacción y felicidad. Sentirnos bien con nosotros mismos se relaciona también con nuestra capacidad para ser justos, bondadosos y de saber convivir con quienes nos rodean.

Comportarnos de manera ética revierte de manera directa en nuestra salud mental; algo que a veces olvidamos. No todo es centrarnos en nosotros mismos, saber convivir, mirar de dentro a fuera y respetar al prójimo, son pilares indiscutibles para alcanzar la dicha en esta vida.

Para los antiguos griegos, la felicidad era el fin último de la existencia humana. Sin embargo, para alcanzar tal meta uno debía mostrar un comportamiento virtuoso y alcanzar una excelencia moral.



Principios éticos para el bienestar

La esperanza es la vela que alumbra nuestro bienestar. Es adecuado también construir relaciones satisfactorias y tener un enfoque mental flexible y resiliente. Sin embargo, tampoco está de más centrarnos en los principios éticos y morales. La filosofía es también un área de gran valor para la felicidad humana.

Desde la antigua Grecia se enfatizaba que solo las personas éticas y morales lograban tener una vida feliz. Aristóteles defendía la necesidad de ser virtuosos, puesto que el conocimiento, el buen juicio y la sabiduría eran los soportes de las buenas decisiones. Esas que nos ayudarían, en última instancia, a sentirnos bien y a lograr la autorrealización.

En esta línea está también el trabajo de William David Ross. Este filósofo defendía una ética intuicionista, esa en la que cada persona infiere qué principios morales son más beneficiosos para sí mismo. No hace falta que ningún agente externo o incluso la propia sociedad intente proyectarnos ciertas normas sobre lo que está bien o está mal.

Todos, de algún modo, acabamos aprendiendo e intuyendo lo que es permisible, lo que es sabio, noble y enriquecedor. Por ello, en su obra Lo correcto y lo bueno (1930) nos sugiere una serie de principios éticos que podrían, si lo deseamos, conducirnos a la felicidad, al bienestar psicológico. Por tanto, vale la pena reflexionar en sus prima facie.

1. La coherencia, la armonía entre lo que uno es y lo que hace

Ser coherente, ser leal a los propios principios y congruente con los valores que uno defiende revierte en la felicidad. También en la conciencia y en la armonía de las relaciones con los demás. Pensemos en ello. ¿Qué impacto tiene en la mente humana decir lo contrario de lo que pensamos solo por halagar y sentirnos integrados o no defraudar? El efecto es altamente negativo.

En cualquier circunstancia o contexto debemos ser coherentes con aquello en lo que creemos. Tampoco restemos valor a la fidelidad, a ser sinceros, a cumplir con aquello que prometemos, a ser honestos con nosotros mismos y con quienes nos rodean.

2. La valentía de saber reparar lo que “rompemos”

Si has ofendido a alguien, pide perdón. En caso de que hayas cometido un error, un agravio o que en una conversación el orgullo haya vencido al respeto, hazlo, repara lo roto. Cuando tenemos la valentía y las habilidades para compensar los fallos y enmendar los daños causados, nos sentimos mejor con nosotros mismos.

La capacidad de pedir perdón y de esforzarnos cada día en ser un poco mejores nos ennoblece.

3. Ser agradecido mejora la relación que tienes contigo mismo

Ser agradecido va más allá de aprender a dar las gracias por aquello que los demás hacen por nosotros. La gratitud se vincula a la humildad y también a la capacidad de ver todo lo hermoso que envuelve nuestra vida. Estamos ante una virtud moral capaz de ensanchar la experiencia, de hacerla más vívida y consciente.

Solo quien agradece todo lo que tiene, deja de lamentarse por aquello que le falta.

4. La bondad como el mejor de los principios éticos

Ayudar, ser altruistas, promover la bondad en lugar del egoísmo tiene unos beneficios intrínsecos para el ser humano. La conducta prosocial es un pegamento para la convivencia, una manera de unirnos como seres humanos al promover el bienestar colectivo, lo que tiene un impacto más allá del grupo.

Un estudio de la Universidad de Case Western Reserve, en Cleveland, señalan algo interesante. La bondad se relaciona con el bienestar, la felicidad, la salud y la longevidad.

5. La justicia, un valor que merece la pena defender

La justifica tiene una relación directa con el bienestar psicológico. Un mundo en el que impera una moral que casa con nuestros valores nos hace sentir bien. Promover y proteger una sociedad en la que se asegure el bienestar común, mediante normas, castigos y sanciones para quien se salta los pactos democráticos, nos da seguridad.

6. Eres responsable de tus iniciativas

Entre los principios éticos de William David Ross destaca la responsabilidad humana, esa que también defendería el psicoterapeuta Carl RogersRecordemos que, si bien somos personas libres, esto exige, a su vez, ser responsables de nuestros actos.

Asimismo, también es obligación nuestra trabajar por lo que queremos, reparar nuestros errores sin culpar a otros de aquello que nos sucede.

7. Superación personal, la necesidad de mejorar cada día

¿Qué has hecho hoy para ser mejor persona? ¿Has aprendido algo nuevo esta semana que pueda contribuir a convertirte en quien deseas ser? ¿Qué objetivos has logrado este mes? ¿Te has esforzado en contribuir a tu bienestar y al de las personas que amas?

Somos conscientes de que no siempre podemos alcanzar todas estas metas. Sin embargo, la felicidad y el bienestar residen en la superación cotidiana, en vencer miedos, en demostrarnos a nosotros mismos aquello de lo que somos capaces.

Para concluir, todos estos principios éticos definidos por el filósofo Sir William Ross Davis a principios del siglo XX, siguen estando de plena actualidad. Trabajemos en ellos, tengámoslos presentes al menos.

Valeria Sabater.

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