Los problemas son tan universales como el amor, la amistad, la alegría, o la tristeza. Pueden ser zancadillas o estímulos para desarrollar habilidades o adquirir conocimientos. Perder el autobús puede ser un enorme fastidio porque te toca esperar media hora pero también puede ser la oportunidad de hablar un rato con alguna persona que hace mucho que no hablas o al de simplemente dar un paseo y estirar las piernas. Este es un ejemplo de problema que ya no podemos resolver sin ir para atrás en el tiempo. Sin embargo, hay otros problemas que si son resolubles y dentro de estos hay: problemas de los que conocemos la solución y hay algo que nos impide ponerla en práctica y hay problemas que la desconocemos. Los primeros suele subsistir gracias a nuestro orgullo o nuestra vergüenza y los segundos porque no hay ninguna de las alternativas que nos convenza y nos sentimos capaces de encontrar una nueva que lo haga más.
¿Cómo podemos enfocar nuestros problemas actuales para mejorar la situación?
1. En primer lugar, hablando de “situación” en vez de hablar de “problema“. Si en vez de decir “tengo un problema que me preocupa”, decimos “actualmente estoy en una situación que no me hace sentir bien y quiero cambiarla”, creamos dentro de nosotros percepciones y emociones diferentes ante el mismo hecho. En la segunda, hay foco en cómo me siento y en qué quiero; mientras que en la primera estábamos fijándonos más en algo de fuera que me hace sentir mal, pero que no depende de mí, porque es algo que “me pasa”, es decir, en lo cual soy pasivo. Para empoderarnos, ganar fuerza y asumir la responsabilidad, necesitamos enfocarlo en primera persona; y para ser más eficientes y tener mejores resultados, el primer paso será empezar a sentirnos bien ya mismo.
2. Empieza YA a sentirte bien. No estarás bien cuando cambie la situación, sino que la situación es probable que cambie si empiezas ya a sentirte bien. Y si no cambia, siempre te quedará el hecho de que ya te sientes bien. La clave está en que te des cuenta que sentirte bien no depende de lo que te pasa, sino de tu voluntad de sentirte bien. La vida tiene sus dificultades; cuando no sea la situación en la que hoy te encuentras, será otra. Y la clave está en que consigas sentir bien incluso en momentos difíciles.
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3. Desarrolla músculo. Mejora tus recursos internos, potencia tus fortalezas y aumenta tus habilidades. Aprovecha el entrenamiento que la vida te pone delante para aprender a ser resiliente, a confiar en ti mismo/a, a ser una persona positiva, a superar los miedos, a mantener tu autoestima fuerte aun cuando no siemrpe consigues lo que te gustaría… ¡Qué mejor momento que en plena tormenta para mejorar y crecer! ¿Acaso no es el miedo lo que hace al valiente desarrollar coraje? ¿Acaso no es la lucha lo que hace al soldado persistente y fuerte?
No pidas menos tormentas, sino un paraguas mejor, unas piernas más fuertes, un espíritu más imperturbable… Y cada vez más, irás ganando resiliencia, coraje y confianza suficientes como para cantar bajo la lluvia, ser feliz pase lo que pase y salir a flote después de cualquier tempestad.