No sentirse digno de la pareja, ¿por qué?

La sensación de inferioridad respecto a la pareja puede llegar a generar tal malestar que termine por romper el vinculo. ¿Te pasa? ¿Conoces qué hay en el fondo de este tipo de situaciones?

No sentirse digno de la pareja es una experiencia compleja. Se trata de una experiencia ficticia: existe solo en la mente. En otras palabras, se trata de una valoración que hace la persona afectada, pero que no puede corroborarse de forma objetiva.

Los merecimientos en el amor vienen dados por la relación misma. Merece amor de calidad quien lo ofrece. Más allá de esto, lo que hay son prejuicios derivados de imaginarios competitivos y consumistas que, en realidad, no tienen nada que ver en el amor. Es en ese contexto ideológico cuando alguien llega a no sentirse digno de su pareja.

Como puede suponerse, en estos casos el problema no está en la relación que tiene una persona con alguien que ama. La clave está en la relación que tiene esa persona consigo misma. Es de allí de donde nace esa creencia que se traduce como no sentirse digno de la pareja y, en consecuencia, temer al abandono o abandonar por ello.

No tengo derecho a decir o hacer nada que disminuya a un hombre ante sí mismo. Lo que importa no es lo que yo pienso de él, sino lo que él piensa de sí mismo. Herir a un hombre en su dignidad es un crimen”.

-Antoine de Saint-Exupéry-



No sentirse digno de la pareja

El escenario en el que alguien llega a no sentirse digno de la pareja, desde afuera, suele ser el mismo. Lo usual es que se produzca en el marco de relaciones en las que uno de los dos tiene algún atributo u ostenta algún bien valorado socialmente, que el otro no posee o esgrime.

Lo más habitual es que se trate de éxito económico o laboral, fama o belleza. Los tres son atributos y bienes muy codiciados en una sociedad de consumo competitiva. El otro miembro de la pareja no cuenta con lo mismo, aunque tenga muchas otras virtudes, y esto es lo que, en apariencia, desata esa sensación de inferioridad frente al consorte.

También se da el caso de que no existe en absoluto esa diferencia tan grande entre los dos. Pese a esto, uno de los miembros de la pareja le infunde la idea al otro de que sí hay un enorme contraste. Se trata de la típica relación entre un narcisista y alguien inseguro y dependiente. El uno instala un imaginario falso, y el otro lo cree porque, además, esto le da seguridad.

El telón de fondo

Si bien el escenario habitual suele ser el que acabamos de describir, lo es solo en apariencia. En el fondo son otras las razones que llevan a alguien a no sentirse digno de su pareja. Detrás de estas situaciones hay una persona que no se siente digna de ser amada por lo que es. También suele haber una relación de pareja en la que no hay suficiente confianza.

Lo más común es que esa mala opinión acerca de uno mismo nazca en la infancia, a partir de una crianza carente de afectividad y de reconocimiento. Es común que esa sensación de no merecer el amor sea consecuencia del maltrato, latente o explícito, que tiene lugar en familias disfuncionales o tiránicas.

Las personas que no creen que deban ser respetadas, aceptadas y queridas por lo que son tienden a esconder sus verdaderos sentimientos. Por lo general, solo muestran a los demás lo que piensan que es correcto o aceptable. Se adaptan de manera extrema a todo, abusando de la aceptación y renunciando a realizar cambios o tener un impacto allí donde sí tienen una potencial influencia.

No sentirse digno de la pareja, ni del amor, lleva a que se sientan muy extraños cuando alguien se interesa en ellos. De hecho, no solo se sienten extraños, sino confundidos, agradecidos en extremo y también desconfiados. Se desviven por el otro y lo llenan de cariño y de detalles, pero en realidad no se dan a él o ella de forma auténtica.

Abandonar y ser abandonados

Una persona que no se siente digna de su pareja puede llegar plantearse la posibilidad de terminar con la relación. En estos casos, la unión misma suele convertirse en fuente de ansiedad. En el fondo, no solo está el temor de ser abandonados, sino la convicción de que así será. Es como si pensaran que el otro “se equivocó” al elegirlos y que al notarlo, les abandonará.

Por eso, con mucha frecuencia estas personas terminan abandonando la relación. Es una suerte de “huida hacia adelante”. Toman la iniciativa porque no conciben otra posibilidad como no sea la de terminar, tarde o temprano. Al fin y al cabo, ellos piensan que no deben ser amados, así que ven una relación como un paréntesis temporal en sus vidas.

Superar esas carencias de infancia llega a ser muy difícil. No se logra solo con desearlo, ni mucho menos. Es incluso muy frecuente que ni siquiera se reconozca el profundo dolor que se lleva dentro. Es una de esas situaciones que, por lo general, solo logran abordarse y trabajarse en psicoterapia.

Edith Sánchez

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