El cerebro reacciona de la misma forma cuando estamos hambrientos que cuando estamos confinados: relacionarnos con los demás es tan importante como comer.
Para el cerebro, estar en aislamiento es lo mismo que pasar hambre, ha descubierto un estudio del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) y del El Instituto Salk de Estudios Biológicos de California.
Tanto la soledad como el hambre provocan la misma reacción en la parte del cerebro que gobierna impulsos básicos como la recompensa y la motivación.
Eso significa que la necesidad de comunicación social es tan importante para nuestra psique como el alimento para el cuerpo.
Y esto se pone de manifiesto con un solo día de aislamiento social: es suficiente para modificar el funcionamiento del cerebro.
Metodología
La investigación, que todavía no ha sido publicada en una revista científica, está recogida provisionalmente en bioRxiv, un repositorio de preimpresión de acceso abierto para las ciencias biológicas.
Según se explica en este documento, la investigación se desarrolló con 40 voluntarios adultos.
Mediante imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI), sus cerebros eran observados mientras reaccionaban a la soledad y el hambre.
Todos fueron sometidos a dos sesiones de 10 horas de duración cada una. Durante la primera sesión, se les privó de comida. Durante la segunda, de contacto social.
Las reacciones cerebrales a ambas experiencias se compararon con las que tenían los voluntarios antes de iniciar el experimento.
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Con flores
Tal como explica al respecto Scientific American, durante las sesiones de aislamiento y hambre los voluntarios miraron imágenes de interacción social, de sus platos preferidos e incluso de flores, como tema de control.
Los investigadores se centraron especialmente en una zona del cerebro conocida como sustancia negra.
Está situada en el “mesencéfalo”, que forma parte del tronco cerebral y se relaciona con el movimiento, la consciencia, la alerta, la visión y la audición.
Apreciaron que la sustancia negra del cerebro reaccionaba a las imágenes que veían los voluntarios: de interacción social cuando estaban aislados, de platos preferidos cuando no podían comer.
Cuando se sentían aislados o con hambre, la sustancia negra se activaba de la misma forma.
Eso significa, según los investigadores, que el cerebro reacciona de la misma forma cuanto tenemos hambre o nos sentimos solos.
También había una reacción especial de otra zona anexa a la sustancia negra conocida como área tegmental ventral, que es donde residen las neuronas que transmiten dopamina, el neurotransmisor relacionado con la motivación y la recompensa.
La IA certifica
Estos resultados fueron sometidos a un sistema de inteligencia artificial, conocido como aprendizaje automático, que permite a un programa informático aprender de su experiencia.
Este sistema fue entrenado para reconocer patrones neuronales que se producen con el ayuno.
A continuación, la IA reconoció los patrones neuronales relacionados con el aislamiento y confirmó que eran idénticos a los del ayuno.
Conclusiones
Los investigadores concluyen de este trabajo que el contacto social es algo tan básico para las personas como la necesidad de alimento.
Eso significa que, a efectos cerebrales, es tan importante relacionarnos con los demás como satisfacer nuestro apetito.
Y otra lectura significativa se desprende de este estudio: si es cierto que si no comemos terminamos muriendo, de alguna forma algo muere en nosotros cuando estamos aislados.
Y también: si el ayuno voluntario es bueno para el organismo, el aislamiento aceptado también puede fortalecer nuestro psiquismo, destaca el neurocientífico Sébastien Bohler.
Referencia
The need to connect: Acute social isolation causes neural craving responses similar to hunger. L. Tomova et al. bioRxiv. DO:https://doi.org/10.1101/2020.03.25.006643