Israel es uno de los operadores del Lockheed Martin F-35, el caza polivalente furtivo considerado como uno de los más avanzados de la historia. Una aeronave que, si bien ha sido motivo de críticas y burlas por su costoso desarrollo y múltiples problemas operativos, se ha convertido en una de las codiciadas a nivel internacional.
No obstante, la llegada del F-35 a Israel ha estado marcada por algunas cuestiones especiales. De hecho, la Fuerza Aérea de ese país es el único operador actual de la aeronave que cuenta con una variante específica, llamada F-35I Adir. Esto se debe a que posee características únicas en lo concerniente a instrumental y armamento, debido a un acuerdo con Estados Unidos para implementar modificaciones técnicas de elaboración local.
El reclamo de Israel para incorporar sus propias tecnologías en el F-35 ha sido motivo de tirantez no solo durante la negociación con EE. UU. También ha causado malestar en otros países que participaron en el financiamiento del programa que derivó en esta aeronave, pero que no han recibido un «trato especial» de semejante magnitud.
Un breve repaso del origen del F-35 Lightning II
El F-35 nació tras imponerse en 2001 al Boeing X-32 en el programa Joint Strike Fighter (JSF). El caza polivalente voló por primera vez en 2006, pero entró en servicio prácticamente una década más tarde. En 2015, el Cuerpo de Marines de Estados Unidos tuvo el primer escuadrón operativo de esta aeronave. Mientras que en 2016 le siguió la Fuerza Aérea. La Armada norteamericana, en tanto, recién comenzó a operarlo en 2019.
Vale destacar que el avión furtivo cuenta con tres variantes principales. El F-35A se desarrolló para la Fuerza Aérea estadounidense y la mayoría de los operadores internacionales. El F-35B dispone de un sistema de despegue y aterrizaje vertical. Y el F-35C es la versión naval especialmente desarrollada para operar desde y hacia portaaviones.
Los primeros contactos de Israel con el F-35 datan de 2003, cuando firmó un acuerdo de cooperación. Sin embargo, dicho país no ha sido parte de la financiación del programa, que se estima que ha costado más de 320.000 millones de dólares. La mayor parte de los fondos la aportó Estados Unidos, por supuesto. Aunque Reino Unido, Canadá, Italia, Países Bajos, Dinamarca, Noruega, Australia y Turquía también se involucraron económicamente. Vale aclarar que los turcos fueron expulsados en 2019 alegando preocupaciones de seguridad.
Pese a no ser parte del desarrollo inicial del F-35, Israel se convirtió en uno de los primeros interesados en adquirirlo. En 2006, año en el que la aeronave voló por primera vez, la Fuerza Aérea de ese país manifestó públicamente su interés por sumarla a su flota. Además, el gobierno israelí aseveró que estaba dispuesto a comprar 100 unidades de la variante A.
Pero no fue hasta 2010 cuando realmente se pusieron en marcha las negociaciones entre Estados Unidos e Israel por el F-35. Fue allí cuando las autoridades de defensa israelíes comenzaron a pujar por un acuerdo que les permitiera incorporar su propia tecnología al caza polivalente. Una idea que en principio no le agradó al Pentágono, ni tampoco a los países que habían invertido en el desarrollo del avión.
Israel consigue su propia variante del F-35
Finalmente, Israel consiguió lo que tanto buscaba: su propia variante del F-35. En 2010, Ehud Barak, por entonces ministro de Defensa, anunció la adquisición de 20 F-35A, que serían rebautizados como F-35I Adir a partir de la introducción de tecnologías desarrolladas por compañías aeroespaciales israelíes.
Si bien los primeros aviones que llegaron a la Fuerza Aérea de Israel no contaban con demasiadas modificaciones, Estados Unidos se comprometió a permitir mayores cambios si existía la voluntad de comprar más unidades. De esta forma, la nación asiática realizó un pedido por 75 aeronaves, de las cuales ha recibido 39 hasta el momento.
Sobre las modificaciones que ha realizado o piensa realizar Israel al F-35, los detalles específicos son pocos, considerando el secretismo que rodea a este tipo de proyectos. Lo que sí se ha mencionado públicamente es que la idea de la Fuerza Aérea es implementar su propio sistema de comunicaciones, un radar mejorado e instrumental de guerra electrónica. En su momento se habló de desarrollar armamento exclusivo (misiles aire-aire y bombas de penetración), como también un dispositivo de contramedidas electrónicas.
El alcance real de las modificaciones planeadas por Israel sobre el F-35 todavía es motivo de debate. Uno de los puntos que habría convencido a Estados Unidos de permitir los cambios propuestos al caza furtivo sería la adopción de un sistema plug-and-play. El mismo permitiría añadir nuevas características a la aeronave conectándolas directamente a su ordenador principal, como si se tratara de complementos o extensiones. De esta forma, se evitaría la realización de alteraciones profundas en los sistemas desarrollados por Lockheed Martin.
Lo que sí es un hecho, es que Israel se convirtió en el primer —y único, hasta ahora— operador internacional en recibir una versión especial del F-35 para utilizar como banco de pruebas. La aeronave llegó al país en 2020 y, según expertos aeronáuticos, permite que los israelíes tengan acceso de primera mano no solo a posibles modificaciones futuras, sino también al trabajo sobre áreas específicas como la motorización y el fuselaje, con miras a contar con capacidades independientes para su mantenimiento.
Las críticas internacionales
Desde un principio, el «trato especial» de Estados Unidos con Israel en torno al F-35 fue motivo de críticas. Primero, porque las 20 unidades inicialmente compradas costaron más de 2.700 millones de dólares y se pagaron con un paquete de ayuda financiera de la Casa Blanca.
No olvidemos que, por ley, el gobierno estadounidense le otorga unos 3.800 millones de dólares anuales a Israel para destinarlo a su presupuesto de defensa. Dicho dinero se utiliza para el sostenimiento de las Fuerzas de Defensa israelíes y algunos de sus proyectos más costosos, como la Cúpula de Hierro.
Pero no solo eso. Los aliados de Estados Unidos que financiaron el programa JSF, como Canadá, Italia y Dinamarca, se han quejado de los «beneficios industriales» a los que accederían los asiáticos. Según publicó Globes en 2010, Lockheed Martin se comprometió a comprar tecnología y desarrollos para el F-35 a varias empresas aeroespaciales de Israel a cambio de 4.000 millones de dólares. Entre las beneficiadas estarían IAI y Elbit Systems, por solo mencionar algunas.
Por entonces, las demás naciones involucradas en el programa se mostraron ofuscadas por tamaño acuerdo. Es que, en su mayoría, habían realizado fuertes inversiones iniciales con la intención de garantizarse jugosos contratos posteriores para los sistemas del caza furtivo. Sin embargo, el plan parecía derrumbarse.
Pese a las quejas, Israel sacó rápido provecho del F-35. En diciembre de 2017, la aeronave comenzó a operar formalmente, mientras que en 2018 la Fuerza Aérea de ese país se convirtió en la primera del mundo en utilizarla en combate.