Las películas porno o con cierta temática erótica son al placer lo que las comedias románticas y las películas de Disney al romanticismo. Idealizamos cómo debe ser y, si no lo logramos, nos frustramos. En los últimos años, se ha puesto mucho esfuerzo en desmitificar todo lo concerniente al amor romántico. Sin embargo, el placer y el sexo siguen siendo un tabú sobre el que cuesta hablar abiertamente, por lo que continuamos buscando ejemplo en los lugares equivocados. Por eso, que haya personas como la psicóloga y sexóloga Laura Morán, que dediquen su nuevo libro, Por qué no deseo, de Next Door Publishers, a hablar sobre este tema, es digno de celebrar.
En este, hace un recorrido muy extenso sobre todo lo concerniente al deseo, el placer y el sexo. Desde sus bases biológicas, hasta los factores que pueden influir en que a veces ese deseo desaparezca. Estos van desde esas falsas expectativas del cine hasta los problemas de autoestima.
Con ejemplos que se ha encontrado en su consulta como sexóloga y un tono ameno y desenfadado, no solo explica los motivos, sino que propone soluciones para que todos logremos sentir ese deseo que a veces nos abandona, ya sea a solas o en compañía.
“No se trata de coleccionar orgasmos”
Cuando hablamos de placer y sexo, lo primero que nos viene a la mente inevitablemente es el orgasmo. Durante mucho tiempo hemos concebido que este debe ser el final de una práctica sexual, sea del tipo que sea. Por eso, a veces nos desenfocamos, olvidamos disfrutar del proceso y centramos tanto en el resultado que incluso puede que no lo consigamos. Al fin y al cabo, el estrés no es un buen amigo del orgasmo. Por eso, lo primero que debemos entender es que se puede sentir placer con el sexo perfectamente sin llegar a este desenlace.
“El orgasmo siempre es bienvenido, pero no había que despreciar un encuentro sexual o una experiencia erótica con uno mismo si no termina en orgasmo”, explica Laura Morán a Hipertextual. “Los humanos somos muy de polarizarnos, de movimientos pendulares, y de repente la sexualidad no importa nada, el placer no importa nada y vamos todas a por el Satisfyer para tener orgasmos en 2 minutos”.
Por eso, considera que “lo más saludable o funcional es encontrar un poco el término medio”. Es decir, “que podamos disfrutar de la sexualidad sin cumplir una serie de objetivos tan concretos, ya sea tener un número de orgasmos, el orgasmo más largo o algo así”. “No se trata de coleccionar orgasmos”.
Las expectativas del placer en el sexo
En parte, si estamos tan obsesionados con que el objetivo definitivo sea el orgasmo, es porque en la ficción no es habitual que se nos muestre una escena erótica que termina sin orgasmo. De hecho, cuando eso ocurre en el cine, suele verse como un problema, con el que los personajes terminan frustrados. Esto nos frustra en la realidad. Pero no es la única falsa expectativa que nace a causa del cine.
“En el cine tienen un contexto y unas condiciones muy concretos y pensamos que sin esas condiciones vamos a tener el mismo resultado”, aclara Morán. “Por eso, despreciamos cosas que no suceden como en la ficción y eso también creo que es un error”.
Esto ocurre con el cine en general, en el que, salvo excepciones, se muestran muchos clichés en lo concerniente al sexo y el placer. Pero, sobre todo, pasa con el porno. “Del mismo modo que para que alguien parezca más alto o más delgado pueden usar el Photoshop, en el porno también hay trucos”.
Por ejemplo, “graban en ángulos en los que la penetración parezca más profunda o el miembro más grande”. En el libro pone un ejemplo muy curioso, basado en cómo las actrices colocan a veces el antebrazo. Lo colocan para que se pueda comparar su tamaño con el del pene de los actores. Así, parece que el miembro es muy grande. Sin embargo, lo que no se dice tan a menudo es que las actrices de esta industria suelen ser mucho más pequeñas que sus compañeros masculinos.
A pesar de todo, la sexóloga insiste en que “esto es algo que no hay que demonizar”, pues se trata de otra forma de hacer cine. “Otra cosa es que la pornografía tenga una parte de explotación, que sí hay que trabaja”, recuerda. Más allá de eso, el problema del porno es pensar que es real. “Mientras sepamos que es ficción, como Superman, no hay problema”.
De las expectativas a la autoestima
Además de todo lo comentado, las falsas expectativas pueden influir en la autoestima de las personas. Puede que creamos que alguna parte de nuestro cuerpo no es tan bonita como las que vemos en el cine. O, simplemente, que no sabemos hacerlo bien. En esos casos, podemos frustrarnos tanto como para dejar de sentir deseo y placer en el sexo. ¿Pero es cierto que esto es algo que se pueda hacer mal?
“Yo opto más porque es un tema de ir encajando y comunicarse”, opina Morán. “¿Se puede hacer mal? Entiendo que también, pero normalmente no estamos condenados a hacerlo mal, esto es como bailar con alguien, al final tiene que haber cierto momento de acompasamiento y acople”. Además, recuerda que, “por mucha experiencia que tengas, cuando conozcas a alguien nuevo, puede que lo que sepas hasta ahora no encaje ahí”. Por eso, incide en que nos demos siempre la oportunidad de aprender.
En cuanto a la falta de autoestima física, en el libro se señala que nuestra autoestima se construye a menudo a lo largo de los años, a base de ladrillos que van poniendo otras personas. Es decir, se forja a base de lo que nos dicen los demás. Esto es así para bien y para mal.
“Es un error de base pensar que la autoestima depende única y exclusivamente de uno”, nos cuenta la autora del libro. “Es ideal no depender, que tu bienestar no dependa única y exclusivamente de los demás, pero es real que el ser humano es un animal social”. Esa autoestima forjada en sociedad puede ser positiva. “Que haya un reconocimiento de nuestras cualidades por parte del resto de personas favorece nuestra estima, otra cosa es la motivación que tenga la otra persona para decirte eso, ya sea llevarte al catre o venderte una alfombra, eso ya lo valoras tú”.
Pero, por otro lado, puede que las opiniones ajenas o incluso la dureza con la que nos juzgamos nosotros mismos nos lleve incluso a odiar partes concretas de nuestro cuerpo. Para trabajar este problema, Morán proponer en el libro un ejercicio que suele usar en terapia. Consiste en escribir una lista de las partes de nuestro cuerpo que nos gustan y las que no. Una vez hecho esto, se redacta qué nos aporta cada una de ellas.
“Al rellenar esa tabla, lo que se busca es que la persona sea consciente de que nuestro cuerpo tiene mucho más valor por lo que hacemos con él que por el aspecto que tiene”, cuenta la psicóloga al otro lado del teléfono. “A veces vienen a mi consulta chicas jovencitas, orientadas por sus padres porque quieren ponerse pecho”, ejemplifica. “Yo no sé si tiene que ponerse pecho, lo que sí trabajo con ellas es qué esperan del pecho, porque no va a ir a la primera cita por ti, no va a resolver la entrevista de trabajo por ti…”. Ellas suelen contestar que buscan tener más seguridad y la sexóloga les pregunta por qué.
“Intento ajustar de alguna manera las expectativas que pueden tener con respecto a ese cambio corporal que buscan. Puede que tus pechos no estén apuntando a la Luna, ¿pero sientes placer cuando te los tocan o te los tocas? ¿Te das cuenta de que sirven como estímulo erótico para tu pareja? Eso ya tiene un valor. Se busca que tomen conciencia de que su cuerpo ya mola tal y como es”.
Laura Morán, psicóloga y sexóloga
Esto no es aplicable solo a los pechos, sino a cualquier otra parte del cuerpo que pueda generar complejo. Y es que esos complejos, más allá de cómo puedan afectarnos en nuestro día a día, son a menudo la causa principal de que desaparezca el deseo. “Si estoy preocupada por si se me ve la papada mientras te cabalgo, difícilmente voy a llegar al orgasmo”, señala como ejemplo. “Si buscas esconder las lorzas o una cicatriz, el sexo se convierte en algo pudoroso y se ven perjudicados el placer y el deseo”.
Cuando nos juzgamos a nosotros peor que a los demás
A menudo, las personas que tienen todos estos problemas de autoestima no tienen ningún inconveniente con que sus parejas tengan unos kilos de más o cualquiera de lo que ellas consideran un defecto en sí mismas. “Normalmente, el criterio que aplicamos para juzgar nuestro cuerpo no es el que solemos utilizar para juzgar el del otro”. “Somos terriblemente más duros con nosotros mismos”.
Placer en el sexo y diferentes tipos de deseo
En su libro, Laura Morán también hace referencia a cómo a veces hay cierto desequilibrio en los tipos de deseo de una pareja. Eso puede llevar a que surjan roces en la relación, cuando en realidad podrían solucionarse buscando un orden y un equilibrio.
“A lo mejor una de las partes tiene un deseo más carnal, orientado a la desnudez y el intercambio de fluidos, y la otra no tiene inconveniente con eso, pero siente más un deseo de intimidad, de caricias, de afecto, de encuentro… Y luego ya llegará la genitalia. A veces el secreto de las parejas es saber encontrar el orden para ir satisfaciendo esos deseos. Bueno, primero identificarlos y luego encontrar el orden para satisfacerlos”.
Laura Morán, psicóloga y sexóloga
Tras esto, cita como ejemplo las diferencias que suelen existir a veces tras las discusiones. Los hombres a menudo sienten placer con el sexo de reconciliación. Sin embargo, sus parejas pueden no tener ganas después de discutir. “Si la otra persona es incapaz de compartir esa corporalidad porque está enfadada, primero habrá que satisfacer la otra necesidad y luego ya celebraremos lo que tengamos que celebrar”. Este es un ejemplo de la necesidad de ordenar.
Sea como sea, estos y otros problemas se solucionan siempre buscando a un profesional de la sexología, como ella. Mientras tanto, si estamos bien y solo tenemos dudas sobre placer y sexo, leer su libro puede ser una gran manera de comenzar a resolverlas.