En la actualidad nos encontramos con que la visión del niño y cómo entendemos su educación debe transformarse, ya que los niños ya son un todo y lo ideal sería permitir que ese todo se manifieste. Educar es extraer del otro, dejar salir y florecer, y no introducir conocimientos académicos.
Desde el paradigma de la educación alternativa entendemos que los más pequeños ya vienen conectados con su interior. Somos los adultos y el entorno quienes los desconectamos de su verdadero ser. El unschooling, como opción pedagógica alternativa, propone respetar aquello que es genuino en los niños: sus intereses, pasiones, ritmos e incluso su necesidad motriz. Seguidamente profundizaremos en la propuesta.
¿Qué es el unschooling y dónde se originó?
La tendencia pedagógica surgió a partir de las teorías de John Holt, un pedagogo estadounidense que en su libro Enseña a los tuyos (Teach your own, su título original) propone liberar a los niños y adolescentes de la educación formal que, según él, inhibe y limita la capacidad creativa con la que nacen. Unschooling significa respetar los procesos naturales de aprendizaje de los niños y, sobre todo, su ritmo intelectual y emocional.
La mirada no debería estar en qué tan bien hacen algo sino en qué es lo que están haciendo, qué les motiva, qué les interesa, qué les apasiona. Conseguir fomentar esas pasiones y no apagarlas debería ser la función real de cualquier adulto acompañante. Identificar dichos talentos es fundamental, ya que todos venimos con algo para ofrecer a la humanidad.
La libertad de cualquier persona, joven o mayor, de elegir por qué, qué, cuándo, cómo y de quién aprender las cosas es un elemento clave en el trabajo de John Holt. El unschooling propone un aprendizaje natural o autónomo: nadie dirige al niño desde fuera, a no ser que sea él mismo quien muestre interés por algo en concreto o lo necesite. Un ejemplo es como los niños aprenden a hablar su lengua materna: al estar expuestos a ella, la aprenden, por inmersión, no porque nadie se la esté enseñando.
“Muy poco de lo que se enseña en la escuela se aprende, muy poco de lo que se aprende se recuerda y, por último, muy poco de lo que se recuerda se usa”.
John Holt
Implicaciones del unschooling
El unschooling promueve el diálogo permanente con los hijos para definir tiempos y temáticas a tratar. Los chicos, entonces, son alentados a jugar, explorar, preguntar sin límites ni horarios e investigar por su cuenta, con el acompañamiento consciente y responsable de sus padres.
Así, leer, sumar o restar, no son habilidades que se adquieren a una determinada edad ni a partir de un sistema demasiado estructurado, sino que surge de manera natural, cuando cada chico espontáneamente se interesa por desarrollarlas.
Por lo tanto, es un método educativo más radical que el homeschooling. El unschooling, en su forma más básica, no es escuela en casa y mucho menos se trata de dejar que tus hijos se las arreglen solos. Se trata de crear un entorno de aprendizaje basado en el entendimiento de que los seres humanos aprenden mejor cuando están interesados y comprometidos, y cuando están personalmente involucrados y motivados.
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Dar voz al niño
Los centros de enseñanza convencionales están organizados para el día a día de los adultos, no del niño. No favorecen el despliegue de la creatividad; más bien la reprimen. En realidad, nadie mira al niño ni a sus verdaderas necesidades. Es urgente darles más voz y mirada.
El unschooling revitaliza las relaciones padre-hijo y otorga la posibilidad de vivir con alegría y pasión como familia y construir relaciones sanas en un entorno donde los hijos son libres de descubrir y convertirse en las personas para las que nacieron ser.
El valor de la motivación intrínseca en el aprendizaje
¿Cómo aprende realmente un niño? Para poder aprender, tenemos que despertar nuestra motivación intrínseca, es decir, la que nos viene de dentro, del corazón y no la motivación externa que depende de premios, amenazas y castigos.
Solemos pensar que para aprender tiene que haber alguien que enseñe y querer enseñar algo a alguien no es suficiente para que esa persona lo aprenda. El verdadero motor del aprendizaje es la curiosidad y la motivación intrínseca, y no el hecho de que alguien decida qué se debe aprender, cuándo y a qué ritmo; entonces, ayudar a aprender no es lo mismo que querer enseñar. El protagonista no es quien pretende enseñar, sino quien quiere, desea o necesita aprender.
Niños fuera del sistema
La enseñanza formal tradicional hace que el niño tenga que reprimir sus ritmos, ya que debe adaptarse al grupo o al profesor. Todos deben hacer lo mismo al mismo tiempo y del mismo modo; la enseñanza es dirigida y forzada. Esta despersonalización lo aleja totalmente de su verdadero ser, en definitiva, lo desconecta de su propósito de vida. Y así, muchos niños llegan a la adolescencia totalmente desconectados y sin saber quiénes son, de dónde vienen y, mucho menos, a dónde quieren ir.
El unschooling invita a las familias y educadores a confiar y saber esperar, ya que cada momento de aprendizaje verdadero llegará. A los adultos nos cuesta confiar en el verdadero potencial humano, ya que pocos confiaron en el nuestro. El gran desafío para los adultos es aprender a confiar en que el niño es capaz de desarrollarse de manera autónoma.
En resumen, para poder tener acceso al ser esencial de cada niño y a sus talentos innatos, es necesario permitirles conectar con sus propios ritmos y pulsos, además de propiciar un ambiente seguro, emocionalmente hablando. Esto es, acompañarlos desde quienes ya son, desde el lugar de donde vienen y permitirles llegar a donde quieran llegar.
“Un niño no necesita de una escuela para aprender, crecer y desarrollarse. Necesita unos padres amorosos que lo aceptan y lo quieren por ser quien es.”