Qué es la depresión con alta funcionalidad y qué señales te pueden ayudar a reconocerla

Hoy más de 280 millones de personas en el mundo tienen depresiónsegún la Organización Mundial de la Salud (OMS), es decir,  un 3,8% de la población mundial: la incidencia en adultos alcanza el 5% y  se dispara hasta un 5,7% en mayores de 60 años.

En España, a mediados de 2020, había 2,1 millones de personas con cuadro depresivo, según la Encuesta europea de salud, difundida a través del INE. Un informe de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias elevaba la cifra recientemente hasta los 3 millones, lo que convierte a la depresión «en la enfermedad mental más prevalente en nuestro país«.

La depresión es algo mucho más habitual de lo que mucha gente piensa. Y no es una cuestión para tomarse a la ligera. Cuando es recurrente y de intensidad moderada a grave, «puede causar gran sufrimiento a la persona afectada y alterar sus actividades laborales, escolares y familiares. En el peor de los casos, puede llevar al suicidio«, alerta la OMS.

Sin embargo, cada persona es un mundo y cada depresión puede ser diferente. Hay personas que, incluso, se alejan mucho de la imagen tradicional de alguien abatido en la cama sin poder afrontar el día a día.

«La depresión es una palabra con muchos significados», puntualizan desde Harvard. Desde un estado de ánimo pasajero de tristeza o desánimo hasta una condición de miseria inconsolable, pensamientos suicidas e incluso delirios, así como síntomas físicos graves.

El término «depresión de alta funcionalidad» se refiere a las personas que pueden desempeñar su trabajo, atender sus tareas diarias o incluso sonreír en eventos sociales. Pero esa sonrisa solo oculta la realidad: una angustia mental mantenida en el tiempo.



¿Qué es la depresión de alta funcionalidad?

Desde hace unos años el uso del concepto de depresión de alta funcionalidad se ha ido extendiendo, aunque por el momento no es un diagnóstico o trastorno clínico: el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, la clasificación de los trastornos mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, no lo reconoce como tal.

Más bien se trata de un término coloquial que refiere a quien encara sus rutinas y mantiene relaciones sociales a pesar de la apatía y el malestar mental que afronta. Algunos profesionales de la salud mental ni siquiera están de acuerdo con utilizarlo, ya que creen que contribuye a estigmatizar la enfermedad o restarle gravedad.

Hay quien considera que en realidad la depresión de alta funcionalidad podría considerarse una forma de trastorno depresivo persistente (PDD). Se diferencia de un cuadro grave de depresión en que los síntomas son más leves pero se mantienen de forma crónica (por más de 2 años), lo que puede dificultar el diagnóstico.

Sea como sea, la depresión de alta funcionalidad subraya la necesidad de entender las muchas caras que puede mostrar esta enfermedad. La forma de experimentar los síntomas de depresión puede variar en función de la persona, hasta el punto de pasar desapercibida para su entorno.

“La depresión puede inhibir el deseo de actividad y acción, pero las personas de alta funcionalidad tienden a seguir adelante en un esfuerzo por tener éxito en sus metas”, explica en Healthline Mayra Méndez, coordinadora de servicios de salud mental en el hospital de la Providencia de San Juan en Santa Mónica (California, Estados Unidos). “El impulso por lograrlo a menudo sustenta la acción y mueve a las personas de alto funcionamiento a hacer las cosas”.

¿Quién tiene más riesgo de experimentarla?

Según la psicóloga Woody Cooper en The Washington Post estos rasgo de depresión se identifican en «personalidades tipo A», es decir, personas con tendencia a mostrar ambición, competitividad e implicación laboral.

La tendencia al perfeccionismo, la necesidad de complacer a la gente o ansiar ser percibido como fuerte y capaz también pueden incrementar el riesgo de experimentarla.

La «depresión de alta funcionalidad» también se ha detectado en comunidades racializadas, debido a que suelen encontrar mayores barreras para recibir tratamiento de salud mental por la disponibilidad y el estigma cultural que supone la depresión, señala Cooper.

Señales para detectar la depresión con alta funcionalidad: síntomas y signos

Desde fuera la depresión suele asociarse con un sentimiento inmenso de tristeza paralizante. Sin embargo, aunque el bajo ánimo sea un signo común, pueden prevalecer otros como pérdida del interés en las actividades cotidianas, irritabilidad o sensación general de ineptitud.

Si tienes trastorno depresivo persistente, explican desde la Clínica Mayo, «es posible que te resulte difícil sentirte optimista incluso en ocasiones felices. Puede que te describan como pesimista o negativo, que crean que te quejas todo el tiempo o que eres incapaz de divertirte«.

Dado que la depresión con alta funcionalidad no está reconocida como un trastorno como tal, no existen síntomas clínicos asociados. En todo caso, los síntomas pueden asemejarse a los asociados al trastorno depresivo persistente.

Para detectar la depresión con alta funcionalidad se puede observar si la persona muestra al menos dos de los siguientes síntomas durante al menos dos años:

  • Cambios en el apetito
  • Dormir demasiado o insomnio
  • Fatiga extrema
  • Baja autoestima
  • Dificultad para concentrarse y tomar decisiones o disminución de la actividad, eficacia y productividad
  • Sentimientos de desesperanza, inutilidad o culpa

Que los síntomas no sean limitantes no quiere decir que no deban ser tratados. Las personas con este tipo de depresión son más propensas a desarrollar un trastorno depresivo grave en algún momento de su vida.

“La depresión es depresión”, sentencia Cooper.

«El hecho de que algunas personas tengan rasgos de personalidad que las hagan más capaces de funcionar no debería hacer que sea menos probable que las tomen en serio, y me temo que eso es lo que puede pasar si empezamos a ver realmente este término ‘depresión de alto funcionamiento’ cada vez más», subraya.

Otra de las razones por las que el término puede ser engañoso, aclara Matthew Rudorfer, jefe de programa del Instituto Nacional de Salud Mental de EEUU, es porque «no tiene en cuenta el esfuerzo que se necesita para funcionar».

Quien se haya visto reconocido en los síntomas o experimente cualquier grado de angustia mental debería ayudarse de familiares y amigos, sobre todo en momentos de crisis, y acudir a la consulta de un profesional.

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