Tenlo presente: cuando alguien te grita, te está agrediendo. Esa forma de comunicación violenta exige de nosotros que sepamos reaccionar de manera adecuada. Te explicamos cómo.
Cuando alguien te grita con ira, tu cerebro sufre. Se activa en ti un sentido de alarma que te insta a escapar o a responder de la misma manera: con más rabia. Lo haces gritando más alto para defenderte y queriendo devolverle al otro ese golpe psicológico. En algún momento, todos nos hemos visto en esta misma situación, esa en la que alguien se comunica con nosotros de manera violenta.
Puede que este tipo de dinámica fuera frecuente en nuestra infancia. Hay padres y madres que gritan a sus hijos y que desconocen el efecto que esta práctica tiene en los niños. También puede que estemos en una relación de pareja en que la otra persona recurra con frecuencia al grito. Es más, es posible que hasta tengamos un jefe gritón.
No es fácil vivir en un contexto en el que es frecuente este tipo de agresión dialéctica. Sin embargo, esta realidad es aún más problemática cuando nos gritan llevados por la ira, por esa forma de hostilidad y excitación fisiológica que, en ocasiones, nos genera miedo… ¿Qué podemos hacer en estos casos?
Los gritos son una forma de maltrato. Nadie debería experimentar esta situación.
Estrategias que puedes aplicar cuando alguien te grita con ira
Las personas gritamos con frecuencia y lo hacemos por las más diversas razones. El grito es una expresión emocional, tanto para estados positivos (como es la alegría) como negativos. Recurrimos al grito para alertar a los demás ante situaciones de pánico o peligro, y nos desahogamos con este recurso cuando experimentamos un elevado dolor.
El problema con este tipo de expresión es que no pasa desapercibida para nuestro cerebro. Un estudio de la Universidad de Ginebra, por ejemplo, nos revela algo importante. Estamos programados para reaccionar ante las voces que se expresan con un tono más elevado de lo normal. El cerebro procesa los gritos como señales de alarma, como la cercanía de un peligro potencial.
Esto explica por qué, por término medio, experimentamos tres reacciones cuando alguien se comunica con nosotros gritando. Hay quien siente el deseo de atacar (o responder del mismo modo). Otros se quedan bloqueados, y la mayoría sienten la necesidad de escapar.
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Esas respuestas son los mecanismos instintivos con los que actuamos ante un peligro. Por tanto, cuando alguien te grita con ira es lógico sentirte amenazado o asustado porque se trata de un tipo de comunicación claramente violenta.
¿Qué hacer en estos casos?
“Las personas gritan para no oírse”.
-Miguel de Unamuno-
1. Mantén la mente en calma, coge aire y marca distancia psicológica
La persona que te está gritando, seguramente, esté habituada a comunicarse de esa manera. Bien por patrones aprendidos de su familia o por mera incapacidad para controlar sus emociones. Sea como sea, es algo natural para él o ella y lo más común es que busque condicionarte para que cumplas sus expectativas.
No lo permitas. Mantén la calma y, por encima de todo, no te dejes llevar por la ira. Evita que todo escale. Deslígate de esa situación, respira profundamente y visualiza en tu mente una imagen relajante. Marca distancia para no dejarte arrastrar por esa violencia verbal.
2. Da un paso atrás y aléjate. El gritón no busca comunicar, busca agredir
Cuando alguien te grita con ira, debes recordarte este sencillo mantra: “no merezco este tipo de maltrato“. Es importante interiorizar esta idea. Porque, a menudo, al igual que hay quien se habitúa a comunicar con gritos, están los que se acostumbran a que les griten. Sucede cuando tenemos un padre o una madre que siempre lo ha hecho.
También, cuando estamos en una relación en la que nuestra pareja recurre con frecuencia a los gritos. Es necesario que nos autoprotejamos, que demos un paso atrás para finalizar esa situación. Porque comunicar con un tono de voz elevado y con ira no resuelve nada, sino que lo entorpece. Así, es completamente lícito que optemos por darnos la vuelta y marcharnos.
Cuando una persona eleva la voz mientras nos habla y actúa llevado por la ira, es necesario detener esa situación. Podemos emplazar a esa persona en otro momento en el que, con calma y madurez, se pueda retomar ese diálogo.
3. Reclama que esa situación no vuelva a repetirse
Es muy probable que tu interlocutor no se tome bien el hecho de que optes por alejarte cuando te grita. Para esa persona es habitual alzar la voz, lo ha normalizado, forma parte de sus registros comunicativos. Sin embargo, alguien debe romper esa dinámica. Alguien debe hacerle ver que gritar duele, que alzar la voz es una forma de violencia y que ningún diálogo es productivo de esta manera.
Emplaza esa conversación a otro momento en el que los ánimos y las emociones estén más relajadas. Tu interlocutor debe entenderlo y debe comprender que dicha situación no puede repetirse de nuevo. Si no ponemos límites al gritón, normalizará y dará por hecho que puede comunicarse con nosotros de esa manera. No lo permitamos.
Demos ejemplo con nuestro diálogo, nuestra actitud, con nuestro trato, tonalidad, buenas maneras y asertividad. No nos vale si la otra persona nos deja caer comentarios como “no lo puedo evitar” y “así soy yo”. Expliquémosle los efectos que tienen en nosotros ese tipo de comunicación, qué sentimos y cómo procesamos esa forma de violencia verbal. Ninguno merecemos que nos griten.
Recordemos siempre que donde hay gritos, no hay sabiduría, hay ignorancia y violencia.