¿Realmente son mejores las duchas frías, como dicen muchos gurús? Esto dice la ciencia

Cada vez son más los influencers que reconocen haberse sumado a la moda de la ducha fría para mejorar su salud. Puede parecernos algo raro, pues tradicionalmente hemos relacionado el hecho de ducharse con agua fría con quitar el calor, provocado por las causas que sean. Pero sí que es cierto que una ducha fría puede aportarnos beneficios muy variados, que van desde lo mental hasta lo físico.

Eso sí, hay que hacerlo con cuidado. Existen determinadas condiciones en las que una ducha fría puede traer más perjuicios que beneficios. Por eso, es importante conocer esas excepciones, antes de subirnos al carro del remojón a baja temperatura.

Una vez que lo tengamos claro, podemos empezar poco a poco, para exprimir todos los beneficios de la ducha fría, sin caer en sus riesgos. Lo primero que debemos tener claro es que se considera que el agua está suficientemente fría si se encuentra por debajo de 15,5ºC, aunque con 20ºC ya se han encontrado beneficios en algunos estudios.. No es necesario que nos duchemos con un termómetro, pero seguro que, de forma orientativa, podemos calcular más o menos cuándo hemos llegado a ese punto. Dicho esto, veamos cuáles son los beneficios y perjuicios de la ducha fría.

Beneficios de la ducha fría para la salud mental

Muchos de los influencers que defienden la ducha fría aseguran que se encuentran mucho mejor mentalmente desde que lo hacen. Ahora bien, ¿hay algo de cierto en eso?

La verdad es que sí lo hay, pero debemos tomarlo con cautela. Se sabe que la exposición al frío activa el sistema nervioso simpático, encargado de regular varias funciones involuntarias, asociadas a sistemas como el circulatorio, el respiratorio y el digestivo. Además, el frío promueve la liberación de beta endorfinas y noradrenalina en la sangre y también de esta última en el cerebro.

También se ha visto que el sistema nervioso autónomo, del que una de sus secciones es el simpático, está relacionado con la depresión. Y que la disminución de neurotransmisores como la noradrenalina puede afectar al estado de ánimo.

Pocos estudios al respecto

Por todo esto, en 2008 se llevó a cabo un estudio dirigido a comprobar si una ducha fría podría ayudar a los pacientes con depresión. Se contó con un grupo de voluntarios que se ducharon con agua a 20ºC durante 2-3 minutos, precedidos de una adaptación gradual de 5 minutos. Esto se hizo una o dos veces al día durante varias semanas o meses, variando entre voluntarios, y después se comprobó si mejoraron los síntomas de la depresión.

Efectivamente, los que se sometieron a más duchas frías tuvieron un mejor progreso de los síntomas depresivos. No obstante, aquí hay que tener varias cosas en cuenta. La primera es que el número de participantes era muy reducido. Por eso, habría que repetir el estudio con más personas. La segunda cuestión a tener en cuenta es que los síntomas depresivos de los voluntarios no eran muy graves.

Por eso, no se puede tomar esto como definitivo y, además, nunca se debe intentar tratar una depresión solo con duchas frías. Sí que se pueden ver como una forma de mejorar el estado de ánimo general. Pero, si hay algún problema psicológico, se debe buscar ayuda profesional. Esto, además, es aplicable al resto de condiciones que vamos a ver en este articulo. Una ducha fría puede ayudar, pero no cura absolutamente nada.

También parece beneficioso para el sistema inmunitario

En 2016 se realizó en los Países Bajos un estudio cuyos participantes fueron asignados a un grupo control, que se duchó con normalidad, o un grupo experimental en el que tenían que darse una ducha fría durante 30, 60 o 90 segundos diarios, en un total de 90 días. Después, se analizaron sus ausencias al trabajo por enfermedad y se vio que en el grupo experimental se redujeron las ausencias laborales por este motivo en un 29%.

Se cree que esto puede deberse a que la ducha fría puede fortalecer el sistema inmunitario, aunque también pueden entrar en juego otros factores como la reducción de la ansiedad, demostrada en el estudio de 2008.

Una ducha fría para mejorar la circulación y las lesiones

Posiblemente esta sea la aplicación más conocida de la ducha fría. Cuando nos exponemos al frío, se produce un aumento de la circulación sanguínea, sobre todo la periférica, para intentar calentar el cuerpo. Esto favorece que llegue sangre recién oxigenada a los tejidos. Si estos están dañados, se podrán recuperar más rápido. Por eso, es útil tanto para las lesiones como para después del ejercicio.

Y es que, aunque no nos lesionemos, con el ejercicio pueden producirse microrroturas de los músculos que también se recuperan antes con el agua de una ducha fría. Además, todo esto es muy beneficioso para reducir el dolor y disminuir la inflamación.

Mejora la hidratación de la piel y el pelo

Una ducha fría nos ayuda a estar mejor por dentro, y también por fuera. Y es que el agua a baja temperatura contribuye a retener los aceites naturales de la piel y el pelo. Por eso, cuando el pelo está muy seco o quebradizo, se recomienda, al lavarlo, dar un último enjuague con agua fría. Y lo mismo para la piel.

Precauciones que debes tomar al darte una ducha fría

Con el calor que estamos sufriendo ahora en el hemisferio norte puede apetecernos mucho una ducha fría. Sin embargo, no debemos hacerlo de golpe. En todos estos estudios se suele hacer una habituación previa, enfriando el cuerpo poco a poco antes de dar la ducha fría completa. Esta precaución es especialmente importante cuando hace mucho calor, para evitar el mal llamado corte de digestión. En realidad, a lo que se llama de este modo es un fenómeno conocido como hidrocución, que ocurre cuando la contracción súbita de los vasos sanguíneos a causa del cambio de temperatura evita, por ejemplo, que la sangre llegue correctamente al cerebro.

Por otro lado, hay personas que no deberían darse duchas frías. Es el caso de los pacientes con enfermedades cardíacas, ya que este aumento de la circulación hace trabajar más al corazón y puede ser peligroso. Tampoco deberían hacerlo las personas con síndrome de Raynaud, a las que se les produce un entumecimiento de las manos y los pies después de exponerse al frío.

Es importante hacer la ducha fría poco a poco. Primero se pueden probar 30 segundos, después 60 y, pasados unos días, probar a permanecer 2 o 3 minutos. Con eso sería suficiente para experimentar sus beneficios. Ahora bien, si en el intento aparece urticaria, dolor de cabeza o cualquier otro síntoma extraño, deberíamos dejarlo. Hay otras muchas formas de cuidarse, la ducha fría no es algo imprescindible.

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