Si eres como la mayoría de la población, seguramente te cueste seguir consejos populares sobre finanzas personales. ¿Por qué? Bueno, para muchos estos consejos son áridos, técnicos y un poco anticuados. Además, no coinciden con los sueños, valores, creencias y emociones que tienes.
Para la gran mayoría, de hecho, las decisiones que tomamos en torno a nuestras finanzas no se basan en la lógica y el pragmatismo. Más bien se basan en las emociones.
Existe una desconexión entre la educación financiera y las emociones, porque el éxito con el dinero parece sencillo, explica Jacent Wamala, terapeuta matrimonial y familiar.
«Los pasos que hay que dar para conseguir la libertad y la independencia financieras son muy sencillos, pero la mayoría de la gente no sigue estos pasos para alcanzar el éxito financiero», dice Wamala.
«Eso se debe a que no han abordado cómo afectan las contribuciones psicológicas a su situación financiera. Para algunos puede ser realmente doloroso enfrentarse a las emociones y a las historias que tienen con el dinero, que suelen estar llenas de traumas y perturbaciones».
Entiende la historia de tu dinero
Nuestra capacidad para tener una relación positiva con nuestras finanzas es, como mínimo, compleja. Y empieza con nuestra historia con el dinero, que está determinada por las creencias y percepciones que tenemos en torno a nuestras finanzas.
Por ejemplo, podríamos pensar que no merecemos disfrutar de estabilidad financiera y que lo único que sabremos hacer es sentirnos constantemente con la necesidad de tener más dinero para llegar a fin de mes.
«El enfoque más dominante en la educación financiera consiste en decir a la gente lo que tiene que hacer —es decir, centrarse en su comportamiento, cuánto debe ahorrar, cómo empezar a invertir, etc.— sin tener en cuenta la importancia de sus pensamientos y sentimientos«, apunta Lindsay Bryan-Podvin, terapeuta financiera titulada.
«Hacerlo en ese orden omite la importancia y el poder de la propia historia que tiene esa persona con el dinero y sus emociones», añade.
Bryan-Podvin dice que el resultado de centrarse únicamente en la educación y los conocimientos financieros sobre el comportamiento es que se traslada la culpa de la situación financiera de una persona únicamente a su fuerza de voluntad.
No es tan vendible decir: ‘ey, que sepáis que la historia de vuestro dinero merece una exploración comprensiva y empática mientras os esforzáis por mejorar vuestra salud financiera'», señala Bryan-Podvin.
Las conexiones entre las emociones y el dinero son cíclicas por naturaleza, explica Wamala. «Las emociones pueden causar y contribuir a cómo se gasta el dinero, y viceversa, cómo gastamos el dinero puede causar y contribuir a que nuestro estado emocional se vea afectado».
Todo esto se deriva de la historia que nos cuentan del dinero: desde cómo la familia habla del dinero e interactúa con él hasta los mensajes abiertos y encubiertos que recibimos de los amigos, la escuela y la comunidad», continúa Wamala. «A menudo adoptamos los hábitos que vemos en los demás o nos desviamos porque nos disuade lo que vemos».
Analiza tus emociones —y valora la opción de tener un diario—
Para estar en contacto con tus emociones en torno al dinero, lleva un registro de lo que sientes, sugiere Wamala. ¿Cómo? Empieza por medir cómo te sientes cuando haces compras o miras tu cuenta bancaria.
Todo esto se deriva de la historia que nos cuentan del dinero: desde cómo la familia habla del dinero e interactúa con él hasta los mensajes abiertos y encubiertos que recibimos de los amigos, la escuela y la comunidad», continúa Wamala. «A menudo adoptamos los hábitos que vemos en los demás o nos desviamos porque nos disuade lo que vemos».
Analiza tus emociones —y valora la opción de tener un diario—
Para estar en contacto con tus emociones en torno al dinero, lleva un registro de lo que sientes, sugiere Wamala. ¿Cómo? Empieza por medir cómo te sientes cuando haces compras o miras tu cuenta bancaria.
Siempre les digo a mis alumnos que hagan auditorías», dice. «Revisa a dónde fue a parar tu dinero los últimos 30, 60, 90 días y pregúntate, ¿contribuyó tu estado emocional a cómo gastaste el dinero en ese momento?».
Además, ¿se dio alguna circunstancia que alterara tu vida —piensa en pérdidas, rupturas, cumpleaños, celebraciones, fluctuaciones hormonales o enfermedades— que pudieran haber afectado a cómo gastaste tu dinero? «La documentación siempre es útil cuando se trata de hacer un seguimiento de hábitos, comportamientos y decisiones«, dice. «Puede hacerse en forma de presupuesto«.
La riqueza empieza por el bienestar, dice Wamala, y eso incluye la salud emocional.
«Ignorar tus emociones te mantiene en la oscuridad cuando se trata de cómo y por qué gastas el dinero», dice. «La mayoría de las compras se hacen emocionalmente. Ser consciente de tus emociones te permite influir más en tu situación. Y, gracias a ello, puedes empezar a ver más progreso en tus esfuerzos financieros».
Bryan-Podvin recomienda llevar un diario sobre el dinero y las emociones que surgen durante al menos una semana. Funciona así: cada vez que tengas una interacción relacionada con el dinero, escríbela y describe lo que sentiste.
Por ejemplo, cuando hayas pagado la compra, pregúntate cómo te has sentido. ¿Te sentiste orgulloso? ¿Ansioso? ¿Inquieto? O si recibes un mensaje de un amigo que te dice que te habías olvidado de pagar tu parte de un viaje. ¿Te sientes avergonzado? ¿Aliviado? ¿Evasivo?
Siempre tendremos emociones, sobre todo cuando se trata de dinero«, dice Bryan-Podvin. «Pero en vez de demonizar nuestras emociones relacionadas con el dinero, sentir curiosidad por esas emociones es un enfoque mucho más empático y sostenible».