El stimming es una conducta habitual en el autismo que alivia la sobrecarga sensorial y emocional. Sin embargo, puede interferir con el funcionamiento diario de la persona. Ahora, ¿por qué y cómo sucede?
El autismo es un espectro y, como tal, da cabida a realidades muy diferentes. No todas las personas con autismo tienen el mismo funcionamiento social, el mismo cociente intelectual o las mismas habilidades o intereses. Sin embargo, hay una característica que se presenta con frecuencia y que, a ojos de quien observa, puede resultar no solo llamativa sino también incomprensible y perturbadora. Es lo que conocemos como stimming.
Este término hace referencia a lo que conocemos como conducta autoestimulante (self-stimulatory behaviour) y consiste en una acción repetitiva y sin propósito aparente, pero que ayuda a la persona a regularse. Estas conductas también se conocen como estereotipias y no son exclusivas del autismo; pueden presentarse en personas con diversos defectos sensoriales o neurológicos, en quienes padecen TDAH e incluso en personas sin ningún tipo de patología.
El debate que surge en torno al stimming es: ¿debemos tratar de eliminarlo o reducirlo? O, por el contrario, ¿deberíamos comprenderlo y respetarlo? Exploramos ambas posturas a continuación.
¿Qué es el stimming?
Como decíamos, el término stimming designa a aquellas conductas rítmicas y repetitivas que se reproducen de forma estereotipada y que la persona emplea para regularse internamente. Esta autoestimulación puede involucrar cualquiera de los cinco sentidos y tomar muchas formas.
Por ejemplo, una persona puede morderse las uñas o enredarse el cabello en los dedos cuando está aburrida o nerviosa, y a nadie que lo viese le sorprendería. Sin embargo, cuando alguien se balancea rítmicamente, aletea las manos o se golpea la cabeza, las personas alrededor quedan sumamente extrañadas. En realidad, la función subyacente es la misma y la diferencia se encuentra en el tipo y la intensidad de la estimulación, de modo que una está más aceptada y normalizada que otra.
A modo de ejemplo, podemos clasificar los siguientes tipos de stimming:
- Visual: como parpadear repetitivamente.
- Auditivo: como emitir chillidos agudos o repetir frases o palabras.
- Táctil: como frotarse la piel o golpetear con los dedos.
- Olfatorio o del gusto: como olfatear objetos o lamerlos.
- Vestibular: como saltar o balancearse adelante y atrás.
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Entendiendo la conducta autoestimulante
Aunque aparentemente el stimming no tenga ningún propósito, lo cierto es que es una forma de autoestimulación y autogratificación; es un mecanismo de adaptación que utiliza la persona en ciertas situaciones complicadas y desbordantes. Así, algunas de sus principales funciones son las siguientes:
Autoestimulación
Como su propio nombre indica, el stimming o la conducta autoestimulante sirve para proveer a la persona de esa estimulación que no obtiene del ambiente. Cuando se encuentra aburrida, en entornos pobres o actividades monótonas, puede recurrir a estas estereotipias.
Regulación sensorial
También puede cumplir la función contraria, que es distraer o “proteger” a la persona de un entorno demasiado estimulante. Luces muy brillantes, ruidos fuertes, bullicio, aglomeraciones y otros elementos similares pueden sobrecargar los sentidos, siendo esta incapaz de procesar tal estimulación.
Así, el stimming ayuda a compensar el desorden en la integración sensorial y proporciona agradables sensaciones de alivio, relajación, seguridad y bienestar.
Gestión emocional
Estas conductas también son de ayuda cuando la persona enfrenta un desborde emocional. Por ejemplo, cuando los demás exigen demasiado de ella, cuando la situación social resulta estresante o complicada o cuando el entorno es desconocido o amenazante, puede no saber cómo hacer frente a lo que ocurre. El stimming ayuda a regular esas emociones intensas y a disminuir la ansiedad.
Comunicación y expresión
Por último, en ocasiones también tiene un importante rol en la comunicación y la expresión emocional. El stimming puede ser el modo en que la persona expresa su malestar, a fin de que el entorno reduzca las exigencias u ofrezca soporte o apoyo. Pero también puede ser una expresión de emoción, alegría y gozo, por ejemplo. Es, en definitiva, una vía de comunicación.
¿Se debe eliminar el stimming?
Tradicionalmente, se ha considerado que las conductas autoestimulantes o estereotipias debían ser controladas y corregidas. Así, se diseñaron protocolos de intervención para actuar sobre ellas. Sin embargo, en los últimos tiempos, muchos profesionales, expertos y adultos con autismo consideran y defienden que el stimming ha de comprenderse y respetarse, a la luz de las funciones que cumple para quienes lo ejecutan. Y es que constituye un útil y muy relevante mecanismo de afrontamiento.
Hay algunos puntos que llevan a considerar que puede ser necesario intervenir al respecto. Por ejemplo:
- En ocasiones, el stimming puede ser autolesivo, por ejemplo cuando la persona se golpea la cabeza.
- Puede ser que distorsione la atención y esto dificulte el aprendizaje y el normal desenvolvimiento de la persona.
- Este tipo de conductas se alimentan de sí mismas; es decir, que por resultar gratificantes se refuerzan a sí mismas. Así, pueden llevar a la persona a ensimismarse en exceso, o incrementarse tanto en frecuencia e intensidad que interfieran con el funcionamiento diario normal.
- Puede ser estigmatizante, en tanto que la sociedad no comprende ciertas estereotipias ni las ve con buenos ojos. Esto puede dificultar las relaciones sociales y causar rechazo.
De esta forma, antes de intervenir sobre las conductas autoestimulantes, es importante determinar si causan algún perjuicio o interferencia o si, por el contrario, son una herramienta útil para la persona. En caso de que sea necesario intervenir, será importante entender a qué se debe la aparición del stimming y enseñar a la persona otros recursos con los que afrontar y regularse sensorial y emocionalmente.
Además, puede instruirse a la persona a realizar una acción alternativa e incompatible con el stimming, que sea más aceptada y menos perturbadora. Igualmente, actuar sobre ciertos elementos ambientales (como el grado de estimulación o de exigencia) puede ser de gran ayuda.