La respuesta de los padres ante las emociones negativas de sus hijos va a influir en cómo gestionen sus emociones. En especial, hoy queremos hablar de la frustración y de cómo influye la educación en su proyección sobre la vida adulta.
Tolerar la frustración define un proceso de aprendizaje, una habilidad que se comienza a adquirir en la infancia y que vamos puliendo conforme vamos alcanzando nuestro proceso madurativo. Recordemos que no es una tarea fácil aprender a gestionar una emoción tan compleja, y en ocasiones tan desagradable, como la frustración, por lo que requiere tiempo y aprendizaje.
En este sentido, los niños creen que el mundo es perfecto -o casi perfecto- y que todo gira a su alrededor. Pretenden que todo salga como ellos anhelan y su fe aumenta cuando los padres colaboran.
Por otro lado, cuando un sueño o un objetivo no se ve cumplido aparece la frustración, seguida con frecuencia de rabia y tristeza. Llegado este punto, no es extraño que los padres tomen medidas para que sus hijos no se sientan así, que cedan o se esfuercen para evitar esa tristeza.
Veámoslo con un ejemplo. El pequeño llora por no poder jugar a la videoconsola: ha acordado con sus padres que solo la usaría los fines de semana.
El niño, al querer revertir el acuerdo y no poder, se frustra y llora fruto de esa tristeza momentánea. ¿Qué ocurre si los padres y madres deciden minimizar sus emociones dándole finalmente lo que desean por «no escucharle»?
La tolerancia a la frustración: un trabajo para los padres
La tolerancia a la frustración tiene varios niveles. Los hijos necesitan aprender a tolerar su propia frustración y, a su vez, los padres necesitan aprender tolerar la frustración de sus hijos. Se convierte en un aprendizaje en ambas direcciones.
Tengamos en cuenta que la respuesta de los padres ante las emociones negativas de sus hijos va influir en la gestión emocional de los pequeños. Por ejemplo, si evitamos una pataleta dándole lo que quiere, conseguiremos que nunca se frustre y no adquiera la habilidad de tolerar la frustración.
Cabe destacar que, según afirma el psicólogo Albert Ellis exponente de la terapia racional emotiva conductual (TREC), la tolerancia es esencial para el bienestar de las persona, pues es necesaria para hacer frente a las adversidades o los malos momentos por los que pasamos.
Para alcanzar esa tolerancia, es importante que contemos con modelos válidos, que practiquemos en situaciones potencialmente frustrantes y que contemos con un repertorio de estrategias válidas y entrenadas para disipar la ansiedad.
Es importante que los padres aprendan qué hacer ante esas situaciones en las que sus hijos están experimentando emociones negativas para ayudarles en el aprendizaje de la gestión de sus emociones.
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¿Cómo puedo tolerar la frustración de mis hijos?
Uso inteligente de las concesiones
Es frecuente que a los padres les cueste tolerar y soportar el dolor de sus hijos, ya sea porque se encuentran tristes, enfadados o frustrados. En este momento, mantener la firmeza hará que el propio niño tenga que diseñar estrategias para salir del estado de malestar en el que se encuentra.
Una forma saludable de afrontar las emociones de los niños es mediante una buena comunicación y una escucha activa, protegiendo un espacio para que expresen lo que sienten. Que no cedamos no significa que no podamos explicarles qué ocurre y hablar de lo que sienten.
Respeta sus tiempos
Respeta su proceso de aprendizaje, el cual está repleto de éxitos y de errores. Si vemos el error como algo negativo, lo van a percibir como una crítica. Así, es fundamental respetar sus tiempos y sus equivocaciones, que de ellas se aprenden y forman parte de nuestro crecimiento personal.
El hecho de no percibir las equivocaciones como parte de su aprendizaje puede conducir a una escasa tolerancia a la frustración, viviéndola como una crítica hacia sí mismos.
Pensemos que los adultos ya hemos pasado por esas etapas infantiles y adolescentes: igual que nosotros tuvimos un ritmo para aprender, ellos también lo tienen.
Fomenta su autonomía
Promueve que haga las cosas por sí mismo, hasta donde sus capacidades se lo permitan. Si conseguimos que sea él mismo quien alcance aquello que desea, fomentaremos un locus de control interno que le ayudará en el futuro.
Tolerar la frustración consiste en aprender a enfrentarse a las situaciones cotidianas y gestionar las emociones que de ellas se derivan. «Si nunca me enfrento o lo hago pero con ayuda, no estoy aprendiendo a tolerar mis emociones».
Este artículo fue redactado y avalado por la psicóloga Laura Rodríguez