Trastorno por duelo prolongado: ¿en qué consiste?

Se estima que, cuando ha pasado un año y no hemos podido superar la pérdida de alguien, estaríamos lidiando con un trastorno del duelo prolongado. Analizamos este fenómeno que aparece más de lo que pensamos.

El trastorno por duelo prolongado aparece cuando el proceso de adaptación por una pérdida se alarga durante meses e incluso años. Es vivir atrapados de manera permanente en la fase de la negación, el sufrimiento y la amargura. La vida no avanza y la persona queda suspendida en un estado de gran indefensión que altera por completo su desempeño social, laboral, etc.

Esta categoría diagnóstica ha aparecido hace muy poco, coincidiendo con la última adaptación del DSM-5, el manual de diagnóstico para profesionales de la salud mental. Es importante señalar esto último. Porque el hecho de que se incluyera esta nueva condición ha costado varias décadas y más de una controversia.

Esta decisión marca el fin de un largo debate dentro del campo de la salud mental. Son varios los profesionales que ponían en duda el hecho de ver como algo patológico el concepto del duelo prolongado. Y lo hacían bajo una premisa: en realidad, ¿hay un tiempo estipulado para que alguien supere la muerte de un ser querido? Esta era una cuestión que atrajo profundos debates y encontronazos entre diversos expertos.



Sin embargo, hay algo evidente. Son muchos los viudos y viudas que no logran rehacer sus vidas. Son muchos los padres que quedan suspendidos durante años en una depresión mayor tras la pérdida de un hijo. Visibilizar una realidad es el primer paso para ofrecer una ayuda especializada, y ese es el auténtico objetivo de la psicología…

Se estima que cerca del 10 %  de las personas que sufren un duelo desarrollarán una condición de duelo prolongado.

Trastorno por duelo prolongado: definición, características, causas y tratamiento

El trastorno por duelo prolongado describe una situación patológica y persistente en el tiempo en la que una persona no llega a superar la pérdida de un ser querido. Aparecen emociones de gran intensidad, ideaciones mágicas (como la idea de que en algún momento pueden volver), o la incapacidad de recuperar el control de la propia vida.

Ha sido el 18 de marzo de 2022 cuando el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales se revisó nuevamente, para actualizarse en el actual DSM-5-TR. Y efectivamente hay cambios. Uno de los más llamativos es la aparición de esta categoría diagnóstica que, como hemos dicho, más de uno critica. Porque, supuestamente, patologiza una experiencia humana normal.

Es evidente que todos padecemos en los duelos y que hay quien necesita más tiempo para aceptar esa situación, ese vacío, esa pérdida. Abundan los que opinan que no hay necesidad de ver en esto un trastorno. Sin embargo, a menudo aparece algo importante que debemos considerar.

Detrás de muchos duelos prolongados hay traumas psicológicos y trastornos depresivos. Es decisivo, por tanto, atender estas realidades.

Si por algo es necesario visibilizar la realidad de este trastorno de manera clínica es porque el duelo prolongado se asocia con un mayor riesgo de ideación y conductas suicidas.

¿Qué características presenta el trastorno por duelo prolongado?

La Universidad de Nueva Gales del Sur realizó un estudio en el 2018 con el fin de comprender cómo se manifestaba el duelo prolongado. Lo primero que quedó en evidencia es que guarda características similares al trastorno de estrés postraumático.

Otro aspecto destacable es el hecho de que la sintomatología se intensifica con el tiempo, persistiendo más allá de los 6 meses y el año. Estas son alguna de las dimensiones asociadas al trastorno por duelo prolongado:

  • Angustia mental persistente tras la pérdida que se incrementa con el tiempo.
  • No poder aceptar la pérdida (negación).
  • Pensamiento mágico (pensar que la persona está cerca, que puede volver, que le observa…).
  • Sentimientos persistentes de culpa.
  • Rememorar instantes vividos con la persona fallecida de manera constante.
  • Tristeza intensa y recurrente.
  • Dificultad para seguir adelante con la propia vida (problemas para desempeñar el trabajo, para socializar con amigos, hacer planes, disfrutar de las aficiones, etc.)
  • Aislamiento.
  • Deseo de desvincularse de roles o responsabilidades.
  • Sensación de que la vida no tiene sentido. Gran desesperanza.
  • Incapacidad para guardar o alterar las pertenencias de la persona fallecida.
  • Miedo a que otras personas cercanas puedan fallecer.
  • Ideación suicida.
  • Problemas de salud, alteraciones del sueño y la alimentación, etc.

Se estima que el 10 % de las personas que lidian con una pérdida, pueden derivar en ese estado de duelo prolongado (Maccallum & Bryant, 2019; Karkarala et al., 2020). Esa sintomatología es especialmente llamativa más allá de los 6 meses, pudiendo empeorar en caso de que la persona derive en algún tipo de adicción (alcohol, drogas…).

¿Por qué aparece esta situación?

El trastorno por duelo prolongado suele aparecer cuando dichas pérdidas suceden de manera muy traumática e inesperada. Los accidentes, las enfermedades o fallecer a causa de un acto violento generan un gran impacto en el entorno. No es fácil asumir este tipo de realidades tan duras.

Asimismo, también ha podido verse que hay personas más vulnerables a este tipo de duelos. Tener un historial previo de trastornos del estado de ánimo como la depresión o la ansiedad puede elevar el riesgo de derivar en esta condición psicológica.

¿Cuál es el tratamiento?

Transitar por un duelo no es algo patológico, es una experiencia humana totalmente normal. Seguramente, una por la que todos deberemos pasar alguna vez. Por ello, es imprescindible que los profesionales sepan diferenciar un proceso de duelo común de ese que ya roza lo problemático. Ese en el que la persona queda congelada en un sufrimiento constante sin capacidad de recuperar la propia vida.

Lo que todo psicólogo apreciará en estos pacientes es algo más que simple tristeza: hay amargura, entumecimiento emocional y hasta episodios de disociación en los casos más graves. En estas situaciones, la medicación y enfoques como la terapia cognitivo-conductual no son suficientes. No siempre valen.

Las intervenciones deben estar más centradas en el trauma que en abordar una simple depresión. Es por ello que estrategias como las derivadas de la psicoterapia existencial suelen ser útiles. Se trabajan desde aspectos como el sentido de la vida, la aceptación de la muerte, la reformulación de los propios propósitos y significados, etc.

Asimismo, también es esencial atender la salud física, el yo relacional y social, etc. Se necesita un abordaje multidisciplinar en el que tener en cuanta las necesidades de cada persona. Estamos ante una realidad psicológica que debe tenerse en cuenta y que bien merece su apartado en cualquier manual de diagnóstico.

Valeria Sabater.

Deja una respuesta