YouTube, denunciada por un creador que se considera falso autónomo

Muy de cuando en cuando, las batallas manifiestamente desiguales consiguen reescribir la historia. Como si se tratara de una revisión moderna del duelo bíblico de David contra Goliat, Jota, un creador de contenido que acumula unos 120.000 suscriptores entre todos sus canales, ha demandado a la gigantesca Google España, dueña de otro gigante, YouTube.

Lo hace convencido de que, desde 2018, año en que decidió dedicarse de lleno a crear vídeos para la plataforma, ha existido una relación laboral entre él y la empresa que nunca ha sido reconocida.

Las cantidades que reclama no son cuantiosas, ni mucho menos. Apenas el equivalente a un sueldo de menos de 2.000 euros que habría que multiplicar por el par de meses en que ha dejado de cobrar de su último canal, Último Bastión, las partes correspondientes a la Seguridad Social y, en su caso, la indemnización correspondiente por despido improcedente.

En principio, nada que pueda amenazar ni remotamente a Google, que solo en España ingresó en 2021, última fecha disponible, más de 200 millones de euros, según ha podido consultar Business Insider a través de la plataforma Informa, que toma sus datos del Registro Mercantil. A nivel mundial, solo en el tercer trimestre, ha tenido 20.000 millones de euros de beneficios.

Pero en este juicio hay en juego mucho más: nada más y nada menos que el estatus laboral que se da entre los miles de creadores de contenido que hay en el país y la plataforma.

Hasta ahora, estos han sido considerados por Google y YouTube como colaboradores autónomos, con lo que nunca se han tenido que hacer responsables de cuestiones como sus bajas laborales, sus vacaciones remuneradas y el pago correspondiente a la Seguridad Social.

En conversación telefónica con Business Insider España, Jota, que prefiere ceñirse a su nombre como creador y no revelar su identidad, niega la mayor: «Si yo todos los días me pongo un delantal, voy a la misma panadería y hago pan, está claro que trabajo para ese negocio. Yo todos los días me ponía el traje de creador para YouTube y trabajaba para ellos».

Este denuncia además la sustracción de su salario: «Google ingresó en mi cuenta un dinero reconocido como ingresos de YouTube que después me quitó».

«Estamos profundamente comprometidos con el éxito de los creadores, por eso compartimos la mayoría de los ingresos con ellos. Recopilamos muchas opiniones cuando nos reunimos con cientos de creadores cada año. Sin embargo, al contrario de lo que se afirma, no son empleados de YouTube de acuerdo con la naturaleza de la relación», comenta sobre esta denuncia Google España.

Del enfado a la denuncia

La situación nace del enfado y la impotencia. Para entenderlo, hay que remontarse en primer lugar a 2018, cuando Jota decide dejar de compaginar su trabajo como cocinero con el de creador de contenido para dedicarse en exclusiva a lo segundo.

Tras no poco esfuerzo, su trabajo, que toma la forma de vídeos que publica con una periodicidad casi diaria, empieza a dar sus frutos. Pero justo cuando la cosa empieza a funcionar de verdad, Jota se lleva su primer jarro de agua fría: sin previo aviso, le desmonetizan sus canales por primera vez.

«Fue muy duro. He estado años sufriendo las decisiones unilaterales de YouTube. El sistema de soporte es nefasto incluso para los grandes creadores como Jordi Wild e Ibai, que muchas veces tampoco entienden las desmonetizaciones. Google España es consciente. Si tuvieran 10 trabajadores dedicados a ello, mucho de esto no ocurriría», explica el youtuber.

Jota decide volver a intentarlo, pero se hace una promesa: si le vuelven a desmonetizar sus canales, dará la causa por perdida.

Tras infinidad de horas dedicadas a la plataforma, consigue que uno de sus canales, Jota Pink, supere la barrera de los 50.000 suscriptores. Sus vídeos empiezan a batir récords de visitas, y Jota siente que por fin empieza a navegar de nuevo su ola.

Pero en febrero de este año, le llega el segundo mazazo: de nuevo, sin mediar más explicación que un mensaje que alude a que reutiliza contenido, Jota ve desmonetizados sus canales. Aquello, piensa, había superado los límites de lo tolerable.

Jota empieza entonces a hablar con abogados. Da con Bernardo García, un letrado experto en derecho laboral que ha conseguido ya para los riders una docena de sentencias favorables contra Glovo, la empresa de reparto a domicilio que se ha negado también durante años a reconocer el estatus de trabajador por cuenta ajena de sus repartidores.

Tras describirle su situación laboral, el abogado lo tiene claro: hay caso.

Pero todavía habrá tiempo para un conflicto más. Jota recibe permiso de YouTube para volver a monetizar los vídeos de uno de sus canales. Este recibe el nombre de Último Bastión porque, en esencia, se trata de eso: una última oportunidad, un último intento de que las cosas vayan por buen camino.

«En Último Bastión elimino todo y vuelvo a empezar desde cero generando un contenido exquisito. Mis vídeos siempre han tenido efectos especiales, audiovisuales y de sonido, pero esta vez incluyo incluso una portada con música para que se distinga perfectamente un vídeo de otro», explica Jota a Business Insider España.

Da igual: en agosto cae Último Bastión. Jota, que se ha dedicado siempre a hacer vídeos de contenido político en los que incluye, entre otras cosas, opiniones, análisis y comprobación de fake news, es acusado de nuevo de no generar un contenido original.

El motivo es que estos mismos vídeos incluyen, por ejemplo, pequeños cortes de intervenciones públicas que los políticos hacen en el Congreso. «Google considera que tengo que ir yo mismo a grabar las intervenciones para poder usarlo. Es un poco de risa», explica Jota, que acumula ya 4 canales desmonetizados.

Tras las comunicaciones correspondientes y tras un acto de conciliación del que no sale ningún acuerdo, Jota termina presentando una denuncia contra Google España que amenaza con sacudir los cimientos del mundo de los creadores de contenido.

El youtuber es consciente de estas posibles repercusiones: «Se tendría que legislar al menos para que los que nos dedicamos todos los días a este trabajo. Los creadores que le dedicamos todo el día seguimos como al principio. Pienso que YouTube como mínimo debería pagar la Seguridad Social».

No se trata, ni mucho menos, de una opinión aislada. El sindicato UGT, uno de los mayoritarios en España, se ha mostrado este miércoles favorable a la tesis defendida por Jota.

Lo ha hecho en un comunicado en el que subraya además el carácter pionero de la demanda.

Esta, explican desde el sindicato, sustenta la concurrencia de la ajenidad, un concepto jurídico que alude a que el trabajador no asume los riesgos del propio trabajo ni los frutos, sino que simplemente es acreedor de un salario por su aportación, y la dependencia, es decir, la subordinación jerárquica. Ambos bastan para demostrar que un supuesto colaborador es falso autónomo.

«UGT, como ya hizo con las personas trabajadoras de plataformas digitales de reparto, tiene claro el compromiso de luchar contra los falsos autónomos y la precariedad que intentan imponer estos gigantes de las tecnológicas intentando burlar el derecho laboral», dicen desde el sindicato.

Y hacen extensiva la denuncia más allá de los creadores: «Por ello, esperamos que otras personas trabajadoras en situaciones similares se decidan a demandar a las empresas titulares de redes sociales; para que se reconozcan sus derechos como personas creadoras de contenido, como editoras, como moderadoras, en definitiva, que todas las personas que trabajan en el mundo digital tengan reconocidos los mismos derechos que el resto de la clase trabajadora».

Está previsto que el juicio se celebre el 26 de junio del año que viene. Durante el transcurso del mismo, el mundo del streaming aguantará la respiración.

David Vázquez

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