Tim Berners-Lee dice que el internet descentralizado al que aspira no necesitará tecnología blockchain, como defienden muchos gurús del metaverso

Cuando se habla de Web3, emergen varios conceptos y comienzan a interrelacionarse entre ellos. Desde metaverso, pasando por token, criptomoneda o NFT. Una tecnología que atraviesa a todos esos conceptos es la tecnología blockchain.

Pero Tim Berners-Lee, el padre del internet contemporáneo, de la World Wide Web, asegura que el internet descentralizado al que él aspira no necesitará de esos desarrollos que las tecnologías de cadena de bloques han puesto sobre la mesa en estos últimos años.

Fue muy taxativo en una respuesta sobre esta cuestión que se le hizo en el marco de las conferencias The Next Web, que tuvieron lugar a mediados de junio en Amsterdam, Países Bajos. Berners-Lee lleva años defendiendo la necesidad de descentralizar su propia creación. Pero preguntado por si la Web3 responde a sus anhelos, adujo sencillamente que «nop«.

La respuesta del padre de las WWW ha llamado la atención a propios y extraños, dado que el propio experto subastó el código fuente de su creación y la puja ganadora estuvo cerca de los 5 millones de euros. Berners-Lee aseguró entonces que esa subasta no atentaba contra los valores con los que él concebió la red.



Pero en esa conferencia, el británico Berners-Lee puso en valor su propia propuesta, el proyecto para concebir de nuevo internet. Se llama Solid aunque, tal y como señaló en ese ciclo de conferencias, no tiene importancia si los usuarios finalmente acaban rebautizando la iniciativa en esa nomenclatura que ahora está tan de moda, Web3.

«Empezamos a hablar de todo esto como Web3 en un punto dado, porque Web 2.0 era el término usado para referirse a la disfunción que tiene lugar con el contenido que generan los usuarios en las grandes plataformas». Efectivamente, el concepto de Web 2.0 responde al ciclo de internet en el que las grandes redes sociales y las plataformas digitales comenzaron a empoderar a los usuarios.

Con la aparición de grandes multinacionales como Google, Meta (antes Facebook) o Amazon, internet evolucionó a lo que hoy es la Web 2.0 en la que los usuarios también pueden generar contenido, venderlo y ofrecer sus productos y servicios. La web primigenia de finales de los 90 era un espacio de más unidireccionalidad, como han explicado en este medio historiadores de la red.

El propósito de Berners-Lee es muy compartido, tanto dentro como fuera de su proyecto. De hecho, en Solid participa una startup de origen asturiano llamada Empathy.co que ofrece motores de búsqueda para grandes compañías con el principio ético de no abusar de los datos de sus usuarios.

Pero mientras que la mayoría de la discusión en torno a la futura Web3 se centra en las posibilidades que guarda la tecnología blockchain, el proyecto Solid que defiende Berners-Lee sigue construyéndose con herramientas contemporáneas y estándares actuales. Los datos se almacenarán en espacios conocidos como pods que podrán ser hosteados donde los usuarios quieran.

Con esa premisa Berners-Lee y los suyos confían en colmar las mismas aspiraciones que otros tantos investigadores e internautas anhelan con el desarrollo de otras aproximaciones a esta futura Web3, como hace el propio Chema Alonso con Telefónica: interoperabilidad, velocidad, escalabilidad y privacidad.

«Cuando intentas construir todo esto en blockchain, simplemente no funciona», apostilló el experto en las conferencias de The Next Web. El padre del internet actual defiende que con Solid se quiere dar respuestas a dos necesidades: evitar que las compañías abusen de los datos personales y generar oportunidades y beneficios a raíz de sus buenos usos.

«Quise ser capaz de resolver problemas cuando parte de la solución está en mi cabeza y parte de la solución está en la tuya, y tú estás en la otra parte del planeta, ambos conectados a internet», expuso ante sus oyentes. «Esto es lo que quise para la WWW. Se convirtió más en un medio para publicar contenidos, pero no está todo perdido».

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