¿Sabías que en nuestro cerebro además de un circuito de recompensa, también hay uno de antirecompensa? ¿Quieres saber de qué se trata? ¡Sigue leyendo!
En psicología y neurociencia, el sistema de recompensa es muy conocido; es el sustrato neurológico sobre el que se entienden, en gran parte, las adicciones, la motivación y los comportamientos orientados a metas. Este sistema es el encargado de mediar la sensación de placer en el organismo.
Sin embargo, al parecer, como suele suceder en muchos planos, este circuito también tiene un antagonista, un contrario que lo inhibe. Se presume que este es un conjunto de áreas del encéfalo que producen sensaciones poco placenteras a la hora de realizar una actividad. A este sistema se le conoce como circuito antirecompensa. Analicemos.
¿Qué es el circuito antirecompensa?
Solomon y Corbit (1974) propusieron la teoría de la motivación del proceso oponente. Con ella, asumen que muchos estados hedónicos, afectivos o emocionales conviven con otros mecanismos automáticos y opuestos del sistema nervioso central: su misión sería la de reducir la intensidad de las sensaciones hedónicas, tanto placenteras como aversivas.
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Basándose en esta teoría, Koob (1989; 2008a) propuso que existen procesos parecidos en el trabajo de los sustratos cerebrales de la recompensa. Así como existe la tendencia a ir en busca de la recompensa, también existe un proceso opuesto de antirecompensa.
El concepto “antirecompensa” se basa en la hipótesis de que existen sistemas cerebrales especializados en limitar las recompensas. Así pues, el circuito de antirecompensa es un mecanismo mediante el cual el sistema nervioso contrarresta los efectos del sistema de recompensa, produciendo estados antagónicos: aversión, desagrado, insatisfacción, displacer.
Características
Algunas características de este circuito son las siguientes:
- Es una red compleja de regiones cerebrales que da lugar a emociones negativas ante determinados eventos, sustancias y comportamientos.
- Actúa como un freno para el circuito de recompensa, evitando así la búsqueda excesiva de recompensa.
- Limita la recompensa que se desencadena por una actividad excesiva en el sistema de recompensas.
- Compensa la activación del sistema de recompensa.
- Es un mediador en los componentes desagradables del estrés y está involucrado en la adicción y la abstinencia.
- Involucra partes de la amígdala y el núcleo accumbens. También involucra moléculas como corticotropina y dinorfina.
- Regula la conducta y las adaptaciones del individuo frente a ciertos comportamientos y eventos ambientales.
- Regula la excitación del estado anímico causada por el circuito de recompensa.
- Previene la sobreestimulación del sistema de recompensa y, consecuentemente, la decadencia del organismo.
El circuito antirecompensa y la adicción
La adicción es un ciclo de disminución de la función de los sistemas de recompensa del cerebro y un aumento de la actividad del sistema antirecompensa que empeoran progresivamente, lo que ocasiona el consumo compulsivo de drogas (Koob y Le Moal, 2008b).
En este contexto, los procesos contraadaptativos que son parte de la limitación homeostática de la función de recompensa no vuelven al rango homeostático normal. Por lo tanto, el consumo excesivo de drogas tiene como resultado no solo la mejora a corto plazo del déficit de recompensa, sino también la supresión del sistema antirecompensa y sus efectos desagradables (Koob y Le Moal, 2008b).
Recordemos que el circuito antirecompensa propicia estados aversivos, como una medida para contrarrestar los estados agradables productos de la activación del sistema de recompensa. Cuando la persona adicta experimenta sensaciones desagradables, como consecuencia de la activación del circuito de antirecompensa, intenta suprimir dichas sensaciones buscando aquello (la droga) que reactivará el sistema de recompensa.
Esta combinación entre la disminución de la función del sistema de recompensa y el aumento de la actividad del circuito antirecompensa proporciona una poderosa fuente de refuerzo negativo que contribuye al comportamiento de búsqueda compulsiva de drogas y a la adicción (Koob y Le Moal, 2005).
Todas las emociones desagradables que se suscitan en este proceso son la expresión de la sobreactivación del circuito antirecompensa, estimulado por el factor liberador de corticotropina y la dinorfina. Estos sistemas de neurotransmisores se activan durante el desarrollo del consumo excesivo de drogas y cuando esta es eliminada (abstinencia aguda y abstinencia prolongada) (Koob y Le Moal, 2005).
¿Por qué tenemos este circuito?
Se sabe muy poco sobre este circuito, pero una posible explicación de su existencia es que ayuda a mantener en funcionamiento al sistema opuesto, el de recompensa. Muchas funciones biológicas están controladas por sistemas antagonistas, por ejemplo, el sistema nervioso simpático y el parasimpático.
Las discrepancias de ambos sistemas permiten que haya un equilibrio en el organismo. Esto nos lleva a otra posible explicación: la homeostasis. Con este equilibrio, se buscaría mantener una condición interna estable compensando los cambios provocados por el sistema de recompensa.
Para terminar, es necesario resaltar que, aunque se están realizando cada vez más investigaciones sobre el circuito de antirecompensa, las explicaciones detrás de su peculiar funcionamiento y cómo contrarresta los efectos del sistema de recompensa necesitan más investigación. Aún no se sabe con certeza hasta qué punto ambos sistemas funcionan en consonancia.