El amor y el odio comparten una misma región cerebral. Esto explica por qué a veces odias a esa persona que amas con toda tu alma. Se trata de una experiencia emocional tan común como llamativa a la vez.
Hay veces en las que parece que amas y odias a tu pareja y esa contradicción te desespera. ¿Cómo puede ser? ¿Cómo es posible que el ser humano sienta a la vez emociones tan opuestas y contradictorias? Bien, es interesante saber que, tal y como nos dice la ciencia, es normal mirar a veces al ser amado y experimentar aversión por él.
A la gran mayoría nos es conocida esta sensación. Sin embargo, es muy probable que al pensar en ella, nos venga a la mente todas esas ocasiones en que nos hemos enfadado con nuestra pareja. Una discusión acalorada, un malentendido puntual o un choque en nuestros caracteres puede hacer que afloren momentáneamente esos sentimientos de valencia negativa.
Ahora bien, lo cierto que es que también es posible experimentar esos sentimientos contradictorios sin que la otra persona haya hecho nada. Basta con reflexionar en que la vida de uno sería menos complicada si no estuviera enamorado o que se han hecho demasiadas renuncias por esa relación.
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A pesar de no arrepentirnos de nada, es común que aflore esa sensación paradógica, extraña y contradictoria. ¿A qué se debe? ¿Qué lo explica? Lo analizamos.
“Lo contrario del amor no es el odio; es la indiferencia”.
-Elie Wiesel-
Causas del amor-odio en la pareja
Es cierto, hay veces en que amas y odias a la vez a tu pareja. Sin embargo, esta experiencia emocional no es un fenómeno tan descabellado ni sobrenatural como pensamos. Lo sentimos por casi cualquier persona que sea significativa para nosotros. Amamos a nuestros padres y a nuestros hijos por encima de todas las cosas y, sin embargo, hay instantes en que nos traen de cabeza.
Así, hay algo que es prioritario entender para desarrollar al máximo nuestra inteligencia emocional. Debemos aprender a aceptar nuestros sentimientos contradictorios porque también ellos forman parte de nuestro repertorio emocional. Ese entramado complejo de sensaciones, percepciones y emociones contrapuestas y caóticas también nos hace humanos.
Porque solo en las historias de hadas las personas se aman de manera constante, estable, imperturbable y eterna. En la vida real, las personas lidiamos con la contradicción, nos enfrentamos a los conflictos cotidianos y a esos vaivenes existenciales de los que tanto aprendemos.
La delgada línea cerebral entre la pasión y la aversión
En un estudio realizado en el 2009 en el University College London se descubrió algo revelador. Mientras profundizaban en los correlatos neurales del odio, descubrieron que el amor romántico compartía unas mismas regiones con esta emoción. Estas áreas son la subcorteza cerebral, el putamen y la ínsula cerebral.
Semir Zeki, neurobiólogo y autor de este trabajo, apuntó que si bien siempre asumimos que el odio es una emoción negativa que debe reprimirse, lo cierto es que el amor y el odio comparten algunas estructuras neurológicas. La excitación neurológica que generan es muy intensa y al procesarse en unas mismas áreas cerebrales, hace que en un mismo momento, podamos sentir por alguien ambas emociones.
Recordemos que a veces podemos incluso odiarnos a nosotros mismos. El ser humano se define por esa contradicción constante que va del afecto al desafecto, de la pasión a la aversión, pero por lo general son experiencias puntuales y efímeras que no alteran la propia identidad o autoestima.
Cuando amas y odias a la vez a tu pareja, el dolor de la disonancia cognitiva
Nadie te dijo que cuando amas y odias a la vez a tu pareja es un proceso perfectamente normal. Por ello, cuando lo experimentas te pones en duda a ti mismo e incluso a tu equilibrio psicológico… Esto sucede por varias razones y una es por nuestra obsesión y necesidad de que todas nuestras creencias y pensamientos sean coherentes.
Cuando sentimos cierto rechazo e incluso rabia hacia el ser amado, entramos en conflicto y aparece esa angustia llamada disonancia cognitiva. Este término hace referencia a la falta de armonía interna que se experimenta cuando se siente una cosa y hace la opuesta o cuando creencias y emociones entran en contradicción.
Es necesario que racionalicemos dichas situaciones y aceptemos los sentimientos encontrados. Asimismo, se da otro hecho. En las relaciones humanas, los sentimientos ambivalentes son efímeros, es decir, esa sensación de contradicción dura muy poco. Y por lo general, el amor siempre prevalece. La emoción del odio es volátil y desaparece como el humo que se escabulle por una ventana abierta…
No somos perfectos y nuestras emociones tampoco
Cuando amas y odias a la vez a tu pareja tomas conciencia de que no es ese ser ideal y perfecto que pensabas en un inicio. Ahora bien, ni lo es la otra persona ni tampoco lo eres tú. Todos tenemos nuestra personalidad, manías, virtudes y defectos y a veces chocamos. Sentir pasión y desafecto a la vez es un modo de descubrirnos, para después trabajar esas pequeñas diferencias y alcanzar la preciada armonía.
Al fin y al cabo, el amor es vivir en una noria emocional que va de la admiración al despecho, de la fascinación a la rutina, de la ilusión al disgusto. Pero hay algo que siempre prevalece (o debe prevalecer) y es el cariño, la comprensión, el cuidado, la empatía… Aprendamos por tanto a aceptar que nada define al ser humano como la ambivalencia puntual, la contradicción efímera…