Creemos que tenemos “cultura sexual”, pero en realidad somos grandes analfabetos en esta materia. Además, lo cierto es que este tema se ha visto envuelto en el halo del tabú y la vergüenza -especialmente en lo referente a la estimulación sexual-, aunque el sexo sea una conducta natural y sana.
En 1948 y en 1953, “El informe Kinsey” supuso una revolución en el estudio de la sexualidad. De pronto, un tema “prohibido” pasó a ser objeto de estudio por parte de la psicología en un intento de comprender nuestro comportamiento sexual.
Sin embargo, muchos de sus resultados fueron silenciados. Quizás por moralismo, por perpetuar el modelo de familia tradicional, por mantener el modelo económico basado en el préstamo-hipoteca o por estigmatizar a quienes practican el sexo con libertad, etc. Sean cuales sean las causas con las que nos quedemos, lo cierto es que estamos lejos de tener un conocimiento amplio sobre nuestra sexualidad.
Por mucho que han intentado convencernos, el sexo no se produce solo con una intención reproductiva. De la misma forma que no comemos solo cuando tenemos mucha hambre y no cualquier alimento nos causa agrado. Lo hacemos por el placer que nos provoca, nuestro cerebro y sus reacciones químicas lo demuestran.
En este artículo nos vamos a centrar en un aspecto de la sexualidad que se encuentra en esa parte sobre la que se han hecho un montón de bromas, pero de la que rara vez se habla en serio: la masturbación y el orgasmo. Así, vamos a preguntarnos cuáles son los principales beneficios de estimulación sexual y qué nos dice la ciencia como respuesta.
La estimulación sexual ayuda a conocernos
No podremos disfrutar plenamente de una relación sexual sin antes habernos autoexplorado. Si queremos que la relación sexual sea satisfactoria para nosotros, tenemos que entender que nuestro “partenaire” no es adivino y necesita que le guiemos de forma delicada hacia lo que nos gusta y lo que no.
Una buena forma de descubrirlo es la propia estimulación sexual que podemos proporcionarnos a nosotros mismos. En ella tendremos el control absoluto y podremos explorar variando la manera en la que nos tocamos o la intensidad con la que lo hacemos.
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El objetivo de la estimulación sexual no es solo el orgasmo
El coito y la masturbación compiten por el orgasmo, aunque éste último nunca presentará, evidentemente, fines reproductivos. Se presenta además como una alternativa terapéutica para muchas situaciones en las que estamos estresados, ansiosos, tristes, tensos y necesitados de electricidad mental y física.
Ante todo, el orgasmo no deja de ser una descarga eléctrica que nos abre de par en par los sentidos por la vía del placer. No deja de ser una especie de cortocircuito intenso que recorre nuestro cuerpo y que de alguna manera reinicia nuestra actividad cerebral.
Ayuda a dormir mejor y también a activarnos
El neurotransmisor de la serotonina y la hormona prolactina se ven implicados en el sueño y ambos son liberados en el orgasmo posterior a la estimulación sexual. Los niveles de prolactina, segregada por el hipotálamo, alcanzan altas concentraciones tanto durante la excitación y el orgasmo como en la fase REM del sueño. Esto sugiere que existe una fuerte relación entre la prolactina, sexo y sueño.
La serotonina liberada durante el orgasmo, fabrica melatonina que es la encargada de regular los ciclos sueño/vigilia en el organismo y su déficit está asociado a los problemas de insomnio. La conexión es clara: si se segrega serotonina, se sintetiza melatonina y ésta última nos inducirá al sueño.
El orgasmo aumenta también la secreción de noradrenalina durante un corto periodo de tiempo, un estimulante que acelera las sinapsis, aumenta la frecuencia cardíaca y está relacionada con los impulsos de alerta ante peligros.
Nos hace ser más felices
La oxitocina es otro hormona liberada por el orgasmo, que además podríamos asociar al sueño. Se cree que la oxitocina reduce los niveles de estrés, lo cual de nuevo nos podría conducir a la relajación y la somnolencia pero también estimula la sociabilidad y el deseo de llevar a cabo actividades creativas y comunicativas. Además, aparece en mayor cantidad en mujeres.
La prolactina es generada en mayor cantidad en hombres y la oxitocina en mujeres. Esto puede ser la causa de que los hombres tengan sueño después del orgasmo y las mujeres reflexionen en voz alta.
Tras el orgasmo aparece la dopamina, un potente neurotransmisor liberado por el área tegmental ventral y controlado por el núcleo accumbens, que actúa como sistema del placer del cerebro. Finalmente, la glándula pituitaria libera endorfinas beta que disminuyen el dolor y aumentan el sentimiento de unión o afiliación.
Si es una estimulación sexual en solitario, nos sentiremos en simbiosis con nosotros mismos. Una oda al amor propio a través del orgasmo.
Protege tu corazón
La Fundación Española del Corazón (FEC) ya destacó la importancia del orgasmo como protector de enfermedades cardiovasculares. Existen diversos estudios que indican que la actividad sexual está relacionada con la prevención de enfermedades, la reducción del estrés y el control de peso, ya que durante la estimulación sexual se elevan los niveles de inmunoglobulina, lo que protege de infecciones y favorece una mayor resistencia a las patologías.
Así, quizás el orgasmo no solucione una ruptura, pero ayudará a que tu corazón se mantenga fuerte de salud para tu próxima relación.