Las personas inspiradoras tienen lo que Carl Jung definió como «daimon». Es decir, una voz interna creativa que le impulsa a iniciar desafíos, guiados por la integridad y una voluntad incombustible.
Si hablamos de personas inspiradoras, es probable que a cada uno nos venga un nombre a la mente -incluso podemos coincidir, si esa persona es conocida-. Escritores, deportistas, científicos, ingenieros, artistas y hasta algún influencer. Todos ellos tienen más de un aspecto en común: son figuras virtuosas en algún área y les definen cualidades que no sabemos muy bien cómo explicar.
Esas sensaciones que nos cuesta definir las integró Carl Jung en un concepto largamente conocido en la historia. El daimon es un ser divino que está oculto en nuestro interior. Los egipcios lo llamaron Ba y Aristóteles lo usó para definir ese estado más elevado en el ser humano, ese que combina virtudes como la sabiduría.
Podríamos decir que quien inspira posee algo más que mera inteligencia o buen dominio de un campo de conocimiento. Hay una esencia que trasciende más allá de la mera competencia, y que se alza como eso que nos atrapa y nos cautiva. Hasta el punto de querer imitarlos o aprender de ellos.
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Profundizamos en estas personalidades.
“Mantente alejado de la gente que intenta menospreciar tus ambiciones. La gente pequeña siempre hace eso, pero las personas realmente grandes te hacen sentir que tú también puedes ser grande”.
-Mark Twain-
Características de las personas inspiradoras
En el mundo hay 7,9 billones de personas. Cada una tiene su carácter, su historia de vida, sus grandezas y sus defectos. Hay figuras públicas que inspiran a los demás, pero también hay millones de otras que lo hacen de manera anónima, discreta… Muchos tenemos a un padre o a una madre que es nuestra mayor admiración.
Es decir, de algún modo, cada uno de nosotros tenemos en nuestra mente y nuestro corazón a alguien que, por características propias, nos insta a ser un poco mejores al imitarlos y aprender de ellos. Porque la inspiración es un sentimiento poderoso que impulsa la motivación, que nos inyecta emociones positivas, capacidad para soñar y seguridad en nosotros mismos.
Por otro lado, cabe señalar que, tal y como nos indican en un estudio realizado en el College of William and Mary (Virginia), la inspiración es un constructo psicológico muy claro. También decisivo en el ser humano. Cultivarlo, desarrollarlo y dejarnos inspirar por otros nos da trascendencia y mejora el bienestar y la capacidad de logro.
Veamos qué define a las personas inspiradoras…
1. Motivación y compromiso
Cuando alguien se convierte en esa figura que admiramos y nos inspira, hay un aspecto que siempre se repite. Estamos ante personas comprometidas con una serie de objetivos. Cada esfuerzo, cada pensamiento y conducta que llevan a cabo están orientadas a esas metas personales que han hecho suyas y que definen su estilo de vida.
2. Esfuerzo combinado con integridad y humildad
Nuestros padres, algún amigo, ese deportista que nos fascina, ese escritor que admiramos… Las personas que nos inspiran no lo hacen solo por sus acciones. Por sus grandes proezas. Lo que hace que se conviertan en ese viento que impulsa las velas de nuestros sueños al querer ser como ellos es su carácter y su personalidad.
Por término medio, son figuras dotadas de una gran humildad e integridad. No importa cuántas cosas hayan logrado, rara vez se dejan llevar por el ego o la superioridad. Su sencillez es su estandarte.
3. Autoconocimiento
Hablábamos al inicio del daimon de esa entidad que simboliza la esencia más elevada del ser humano. Contar con ese “genio” interno significa disponer de sabiduría, del buen juicio y el buen hacer, pero también de otras cualidades no menos decisivas.
Las personas que inspiran lo hacen sobre todo por su autenticidad, por ser sinceras, por conocer sus límites, sus defectos y también su potencial.
Invierten en su propio crecimiento emocional y personal, intentan ser mejores cada día para ellos mismos y también para el propio mundo. Saben que cada acto resuena en su entorno, que inspirar es dar ejemplo, que lograr metas es invertir en el bienestar psicológico.
La persona que se conoce a sí misma y mira al mundo con humildad, curiosidad y esperanza, se convierte en alguien que nos inspira
4. Sacan lo mejor de nosotros mismos
Hay una cualidad excepcional de la que no se habla lo suficiente: el arte de alentar a otros, de guiarles y convencerles de que pueden mejorar, progresar, ser mejores… La habilidad de lograr que alguien confíe en sus competencias es una herramienta que no tiene todo el mundo.
Los que inspiran también guían y lo hacen desde el respeto, desde esa empatía y humildad capaz de transformarnos, de dejar impronta permanente…
5. Mente flexible y alta autodisciplina
Las personas inspiradoras son buenas en alguna o varias competencias. Esa habilidad que les ha hecho destacar en alguna área concreta no es casual. Disponen de un enfoque altamente flexible que les permite aprender de los errores. También estar abiertos a nuevas perspectivas de las que aprender. Aceptan la incertidumbre, la contradicción y asumen los retos con interés y eficiencia.
Saben que la excelencia se alcanza aceptando cambios, innovando, fracasando de vez en cuando y aprendiendo de cada paso atrás. Ese rodaje de vida se entremezcla a su vez con otra variable no menos decisiva: la autodisciplina. Esa que actúa siempre como catapulta del logro.
6. Trascendencia y sabiduría
Robert J. Sternberg definió en su día a la persona sabia como alguien sensible, competente en habilidades interpersonales, sociable, juicioso, buen comunicador y conocedor de los desafíos y maravillas de la vida. Quien nos inspira no siempre lo hace por su inteligencia, en realidad, lo hace por su sabiduría.
Para concluir, es muy probable que todos estemos pensando ahora en esas personas inspiradoras que tenemos en nuestra vida. Son auténticos tesoros, es cierto. Sin embargo, hay algo igual de decisivo y evocador: convertirnos nosotros también en personas que inspiren a otras.