Tener una visión pesimista o ser demasiado optimista, vivir atado al pasado y compararse con los demás de forma constante son actitudes empañan nuestro bienestar.
Las actitudes negativas son las que hacen que la vida se sienta más pesada. Desde convertir la queja en tu principal pasatiempo hasta criticar a otros a sus espaldas o sabotear tus propios esfuerzos, todas estas son conductas nocivas.
Continúa explorando para entender mejor tales conductas y descubrir cómo nutrir una mentalidad positiva sin quitar los pies de la tierra.
¿Qué tipo de actitudes se consideran «negativas»?
Según la filosofía del Ying y el Yang, todo lo bueno tiene algo malo y todo lo malo tiene algo bueno. Bajo esta mirada, puede parecer un poco injusto calificar a una actitud como totalmente negativa.
Sin embargo, es importante reconocer algunas acciones o formas de pensar que perjudican más de lo que te benefician. Así, entendemos que las actitudes negativas son aquellas que:
- Causan desmotivación: te quitan las ganas de hacer cosas y disfrutar la vida.
- Dañan tus vínculos: hacen que te alejes de los demás o que ellos se distancien de ti.
- Limitan la confianza propia: te hacen dudar de tus capacidades y no te permiten reconocer tus logros.
- Frenan tu avance personal: te impiden crecer, enfrentar retos, adaptarte a cambios y alcanzar tus metas.
- Afectan tu bienestar: generan estrés y ansiedad y te hacen sentir mal contigo y con la vida en general.
Ejemplos de actitudes negativas
Podemos clasificar este tipo de conductas en tres grandes grupos: actitudes negativas hacia la vida en general, hacia uno mismo y hacia los demás. A continuación, te mostramos algunos ejemplos comunes. Tómate un momento para reflexionar y ver si te identificas con algunas de ellas; reconocerlas es el primer paso para transformarlas y mejorar tu bienestar.
Hacia la vida
La actitud hacia la vida moldea la experiencia. Estas perspectivas influyen en cómo enfrentas los desafíos y tu día a día.
1. Ser pesimista
Mirar el mundo con gafas grises puede hacer que te pierdas momentos brillantes. Es que el pesimismo no solo oscurece la realidad, sino que te envuelve en una espiral de desánimo, haciendo que todo parezca un drama sin fin.
2. Ser demasiado optimista
El optimismo excesivo también es problemático. Si bien es genial ver el vaso medio lleno, ignorar o minimizar la realidad cuando golpea fuerte puede llevarte a decisiones poco realistas. ¿El resultado? Una caída dura.
3. Resistirse al cambio
La vida es un constante vaivén, y cada cambio es una oportunidad disfrazada. Es normal resistirse al principio, experimentar vértigo y dudar, pero es esencial recordar que en esos momentos de incertidumbre podemos crecer.
4. Vivir en la queja continua
¿Te consideras alguien «quejoso» a tiempo completo? Para muchos, quejarse se ha convertido en el eje de su vida diaria: del tráfico, del mal servicio en las tiendas, de las reglas del trabajo, de la lluvia que no para o del sol que quema… ¡y la lista sigue y sigue! Desahogarse está bien, pero asegúrate de no estar encerrado en un ciclo negativo.
5. Culpar al destino de todo lo malo
Responsabilizar al azar de lo que va mal puede parecer lo más fácil, cuando en realidad te deja sin opciones. Es verdad que hay ciertas cosas que escapan de tu control, pero eso no significa que debas quedarte de brazos cruzados.
6. Quedarse estancado en el pasado
Anclarse en experiencias pasadas, ya sean felices o dolorosas, impide disfrutar el presente. Es como estar en un carrusel que no te deja avanzar. Para vivir el hoy necesitas soltar esas viejas historias y abrirte a nuevas experiencias.
7. No involucrarse ni comprometerse con lo que sucede alrededor
Desinteresarse por el entorno y no comprometerse con causas o actividades sociales puede generar un sentimiento de desconexión y apatía. En cambio, involucrarte en tu comunidad y tus relaciones interpersonales enriquece tu vida y da un sentido de propósito.
Hacia uno mismo
La forma en la que te tratas y te percibes afecta tu autoestima y salud mental. Las creencias limitantes, así como el diálogo interno negativo, pueden convertirse en obstáculos importantes que impiden alcanzar tu verdadero potencial.
1. Tener una autocrítica excesiva
¿A veces te hablas como si fueras tu peor enemigo/a? Juzgarte de manera dura por tus errores o imperfecciones es una actitud que no hace más que dañarte. Esto puede venir acompañado de idealizar a las demás personas, lo que te deja sintiendo aún más por debajo.
2. Tener un autodiálogo negativo
Como ya dijimos, hablarte de manera despectiva puede tener un impacto enorme en tu autoestima. Cuando a cada rato te dices cosas como «no soy suficiente», «nunca lo lograré» o «soy incapaz de hacer algo bueno», alimentas una mentalidad que te limita y te aleja de tus objetivos.
3. Ser incapaz de pedir o aceptar ayuda
Pensar que tienes que hacerlo todo solo/a es un gran peso. No reconocer que todos necesitamos apoyo en algún momento puede llevarte al agotamiento y aislamiento. Es crucial recordar que cualquier persona enfrenta desafíos, y no hay razón para cargar con ellos en soledad.
4. Creer que todo lo malo siempre te pasa a ti
El victimismo representa una de las posturas más nocivas que puedes adoptar hacia ti. Esto significa pensar que el mundo está en tu contra y que siempre te atrapan situaciones complicadas. El mayor peligro de esta creencia es que te impide tomar decisiones en pro de tu bienestar.
5. Compararse con los demás de forma constante
La comparación permanente e indiscriminada puede ser el ladrón de la felicidad. Por ejemplo, si pasas todo el día mirando la vida de los demás, es muy probable que acabes sintiéndote insuficiente. Además, en la era de las redes sociales donde se muestran solo los aspectos destacados, es fácil caer en la trampa de pensar que todos tienen una vida más feliz o exitosa que la tuya.
6. Actuar en contra de tus propios intereses o metas
No podemos dejar de mencionar la actitud de autosabotaje o autoboicot. Este se manifiesta cuando tomas decisiones que van en detrimento de tus propios objetivos, como procrastinar tareas significativas, dejar pasar oportunidades que podrían beneficiarte o mantener hábitos poco saludables.
7. Evitar riesgos y no atreverse a salir de lo desconocido
El miedo a lo desconocido te mantiene en una zona de seguridad que, aunque cómoda, limita tu crecimiento. Algo importante: la zona de confort no es mala de por sí, pero tienes que saber que al aferrarte demasiado a lo familiar, puedes perder la oportunidad de aprender, desarrollarte y descubrir habilidades que ni siquiera sabías que tenías.
Hacia los demás
Hay actitudes que destruyen las relaciones, incluso sin notarlo. Es posible que estas conductas provoquen malentendidos, conflictos innecesarios y, en general, creen tensión y desconfianza. Ejemplifiquemos.
1. Juzgar
Cuando emites un juicio de valor en las decisiones de alguien sin conocer toda la historia, quizás hieras sus sentimientos o le hagas sentir atacado. Juzgar a los demás puede ser una reacción automática, ya que vemos el mundo a través de nuestras propias experiencias y creencias, pero es crucial practicar la empatía y recordar que cada quien tiene su propia lucha.
2. Excluir
Al hacer a una persona de lado, ya sea de forma intencionada o por descuido, puedes dejarla sintiéndose sola y marginada. A veces, un simple gesto de inclusión, como preguntar cómo está alguien o invitarle a unirse, marca una enorme diferencia.
3. Criticar de forma constante
Señalar a cada rato lo malo de las acciones o decisiones de los demás no hace más que dañar los vínculos. Ejemplos como «esa camiseta te queda horrible» o «no entiendo cómo puedes ser tan torpe», son críticas destructivas que transmiten agresividad y falta de respeto.
4. Hablar mal de otros a sus espaldas
Compartir chismes o criticar a alguien cuando no está presente también puede destruir la confianza y crear un ambiente tóxico. Este tipo de actitudes solo crean divisiones y alimentan conflictos, resentimientos y falsedad dentro de un grupo.
5. Ignorar o minimizar los sentimientos de los demás
Validar las emociones de los demás es fundamental en cualquier relación. En cambio, minimizar lo que alguien siente, como si sus emociones no fueran válidas o importantes, perjudica los vínculos y hace que sean menos saludables y satisfactorios.
6. Menospreciar las opiniones o ideas de las otras personas
Desestimar lo que otros piensan o proponen, ya sea de manera abierta o sutil, hace que se sientan desalentados o poco valorados. Con el tiempo, esto llevará a que eviten compartir sus ideas contigo.
7. Hacer comentarios hirientes o usar el sarcasmo para burlarse
Cuando alguien siente que lo atacas o ridiculizas, su reacción natural es alejarse para protegerse. Ten en mente que las personas suelen recordar cómo les hacemos sentir, mucho más que cualquier otra característica nuestra.
Recomendaciones para evitar o reducir el chip negativo
A veces, la mentalidad negativa está arraigada a patrones profundos, como heridas infantiles, creencias limitantes o traumas no resueltos. Estas raíces dificultan reconocer y evitar las actitudes negativas por cuenta propia. En tales casos, buscar la ayuda de un profesional en salud mental es imprescindible. No obstante, existen estrategias prácticas generales que pueden apoyarte en este camino.
Escapar de los extremos
Es fundamental aceptar que hay matices en la vida y que no todo es blanco o negro. Uno de los consejos más relevantes para gestionar las actitudes negativas es buscar puntos intermedios. Aplica casi para cualquier aspecto de la vida.
Mejorar las habilidades sociales
También es aconsejable trabajar en tus habilidades comunicativas y de empatía. Escuchar activamente a los demás y ser más abierto/a y amable en tus interacciones puede fortalecer tus relaciones y ayudarte a sentirte más conexión.
Actuar como si fueras la persona que deseas ser
Piensa en las cualidades que admiras de los demás y empieza a adoptarlas. ¿Valoras la creatividad artística? Pues dedica tiempo a expresarte artísticamente. ¿Quieres ser deportista? Practica deporte con regularidad. La clave está en pasar a la acción.
Minimizar las fuentes de estrés y potenciar las de alegría
Identifica las situaciones, actividades o personas que te generen estrés y busca formas de reducir su impacto. A su vez, asegúrate de incorporar actividades que te traigan alegría y paz, como pasar tiempo con amigos o disfrutar de la naturaleza.
Practicar la atención plena para disfrutar el aquí y al ahora
La atención plena, también llamada mindfulness, te permite estar presente en el momento. Dedica unos minutos al día a meditar, respirar profundo o tan solo observar tu entorno con curiosidad.
Estar cerca de personas que te inspiran con su forma de vivir
Una frase del reconocido empresario y motivador norteamericano Jim Rohn refiere que somos el promedio de las cinco personas con las que más tiempo pasamos. Bajo esta lógica, rodearse de personas negativas no es la mejor opción. Más bien, deberías rodearte de quienes te motiven e inspiren. Esto te ayudará a cultivar una mentalidad que potencie tu bienestar y desarrollo personal.
Aplicar la autocompasión y cuidar la relación con tus pensamientos
Sé amable contigo y acepta que está bien ser imperfecto. Además, presta atención a tus pensamientos y aprende a leerlos con curiosidad en lugar de juicio.
Todo lo que recibe atención crece
Las actitudes negativas son todas aquellas que te perjudican. En lugar de dejar que ellas dominen tu vida, enfócate en lo que te inspira, te motiva o te hace sentir bien.
De este modo, cultivarás un entorno mental más saludable. Ten en cuenta que cuando transformas las maneras de relacionarte con el mundo, con los demás y contigo mismo, los cambios llegan solos.