Vivir juntos pero separados, la nueva tendencia en España que está cambiando los hábitos de consumo

Aunque pueda sonar a contradicción, vivir juntos pero separados en una tendencia en España (y en muchos otros lugares del mundo). Tanto es así, que incluso existe un término propio para ello: LAT (Living Apart Together). Básicamente, son aquellas parejas que, efectivamente, están juntas a todos los efectos, pero no viven en una misma casa.

Más allá de la forma en la que esta diferente manera de entender las relaciones y la propia sexualidad ha transformado el mundo de la pareja o la familia, también conviene fijarse en su impacto en los hábitos de consumo. ¿A quiénes beneficia realmente? ¿Y de qué manera puede o no por terminar por influir en aquello que más termina por importar casi siempre, la economía?

¿En qué consiste en fenómeno LAT?

Tradicionalmente se ha considerado el hecho de enamorarse de alguien como un primer paso para lograr el objetivo final: independizarse con esa persona e irse a vivir con ella. Bueno, pues el fenómeno LAT, cada vez más habitual en países como España, consiste precisamente en lo contrario: mantener una relación más o menos convencional, pero cada uno en su hogar. 

La explicación teórica pasa porque muchas personas valoran su independencia y autonomía, incluso dentro de una relación de pareja. Vivir separados permitiría a cada uno de los miembros de una pareja mantener su espacio personal, rutinas y estilo de vida sin la necesidad de comprometerse en aspectos cotidianos que podrían generar peleas hogareñas.

Pero ante el auge de esta tendencia, también hay que tener en consideración otros aspectos menos obvios e igual de importantes. Por ejemplo, que cada vez hay más pareja que no son lo que se dice primerizas en el amor, consecuencia de que los divorcios crecen más y más, y se dan antes. Vivir juntos pero separados también puede interpretarse como no cometer el mismo error dos veces.

Tampoco pueden olvidarse, además, factores como la tecnología: las relaciones a distancia son ahora más comunes (con todo lo que eso conlleva), y el teletrabajo puede complicar aún más el hecho de tener que compartir una vivienda. Por no hablar de que muchos jóvenes, sencillamente, no pueden independizarse ni juntos, y cada uno debe seguir en casa de sus propias familias.

¿Cómo está influyendo el fenómeno LAT en los hábitos de consumo?

La primera consecuencia es obvia: vivir juntos pero separados implica que cada persona mantenga su propio hogar, lo que duplica el consumo en dos viviendas en lugar de una. Esto afecta el gasto en alquiler o hipoteca, servicios públicos, muebles, electrodomésticos, y mantenimiento del hogar.

Además, las parejas LAT suelen tener la costumbre de llevar a cabo compras separadas o coordinadas en función de cuándo se verán o compartirán actividades. Esto puede llevar a un consumo más individualizado, pero también mayor.

Es decir, que si se piensa bien, vivir juntos pero separados no contradice a la sociedad consumista actual, sino todo lo contrario: la nutre en gran medida. Lo cual demuestra, una vez más, que para explicar casi cualquier tendencia social actual solo es necesario seguir el rastro al mismo de siempre: el dinero.

Deja una respuesta