Aislar a la pareja, una forma común de maltrato

Si a tu pareja le sienta mal que salgas con tus amigos o compañeros de trabajo, desconfía. Puede que no tarde demasiado en querer aislarte, en que seas en exclusiva de su «propiedad».

Aislar a la pareja, alejarla de su entorno social y familiar es una forma evidente de maltrato. Sin embargo, esta es una dinámica y una realidad tan silenciosa y sibilina que, por lo general, las víctimas no suelen darle importancia en las primeras etapas. Al final, llega ese instante en que toman plena conciencia de su soledad y de los barrotes invisibles que les cercan.

“¿De verdad vas a salir con tus amigas? Con el día que he tenido y me dejas solo”. “¿Para qué tienes que ir a ver a tus padres? No seas tan dependiente de ellos, al fin y al cabo tienes tu propia vida”. “No me gusta que salgas a cenar con tus compañeros de trabajo, mejor quédate en casa y hacemos nosotros una cena especial”.

Podríamos dar mil ejemplos de esa narrativa abusadora con la que alguien va cortando a su pareja todo vínculo con el exterior. Sin embargo, lo más llamativo es que la otra persona cede y acepta por amor. Las relaciones basadas en la dependencia caen con frecuencia en este tipo de cárceles psicológicas.



El amor no es una emoción exclusiva que debamos dirigir y recibir únicamente de nuestra pareja. Somos seres sociales y emocionales. Necesitamos el contacto y el afecto de nuestros amigos, familia, compañeros de trabajo… Sin esa cercanía cotidiana ajena a la burbuja del hogar, iremos marchitándonos poco a poco.

Aislar a la pareja: ¿en qué consiste esta forma de maltrato?

La Universidad de Nottingham en Reino Unido puso en evidencia en un estudio que hasta el momento hemos puesto mayor atención en el maltrato físico que en el psicológico. El abuso psicológico y emocional conforman esos factores que navegan con más frecuencia en nuestras relaciones y que, sin embargo, no siempre vemos.

Este trabajo nos revela que las personalidades que más aplican el maltrato psicológico son los perfiles psicopáticos y maquiavélicos. Estas personas son muy hábiles en dinámicas como el desprecio, el control, la manipulación y la tendencia a aislar a la pareja. Y, en efecto, no es fácil admitir que la persona que más queremos nos está arrinconando y separándonos de nuestro círculo social.

Lo más llamativo es que estas conductas de maltrato son cada vez más frecuentes entre los jóvenes. Tanto es así que hemos llegado a un punto en que muchas adolescentes, condicionadas por los ideales del amor romántico, consideran aceptable que sus parejas las controlen.

Según un estudio elaborado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) encargado por el Ministerio de Sanidad de España en el 2015, el 33 % de las personas menores de 30 años considera aceptable que sus parejas les impidan ver a sus familias o amistades. Evidentemente, hay algo que estamos haciendo mal como sociedad.

El aislamiento es la forma de maltrato más temprana

Cuando hablamos de maltrato la mayoría de las personas visualiza un rostro con moretón. Sin embargo, gran parte de los maltratadores no llegan a ese punto. El abuso más común se manifiesta en el lenguaje y el estilo de comunicación. La ironía, el sarcasmo o menospreciar la opinión del otro son dinámicas cotidianas.

Sin embargo, aislar a la pareja es el primer escalón del abuso psicológico. Y no suele percibirse porque se reviste (o se interpreta) como una muestra ineludible de la demostración de amor. Surge cuando la otra persona nos pide que nos quedemos a su lado en lugar de compartir tiempo con familiares o amigos. Esto se suele interpretar al principio como un gesto de afecto y no como una evidente necesidad de dominación.

No obstante, la víctima será testigo de cómo la otra persona boicotea poco a poco todos sus vínculos sociales. Las artimañas que suelen usar son las siguientes:

  • Desalientan con cualquier excusa para que la pareja no queden con gente o para que, sencillamente, no salgan de casa.
  • Menosprecian y critican a los familiares y amigos. Intentan restarles valor para convencerles de que no son buenos para ellos.
  • Buscarán hacerles sentir culpables cada vez que pasan tiempo fuera de casa.
  • Pueden aparecer también muestras desmesuradas de celos.

Surgen a su vez las conductas pasivo-agresivas. En este caso, no dirán abiertamente que están molestos por haber quedado con un amigo, pero lo harán saber a través de otras conductas como dejar de hablarle a la pareja, dar portazos o golpes o estar más irritable.

A menudo las víctimas no perciben la conducta de aislamiento como una forma de maltrato. Sobre todo, cuando las otras áreas de la relación van bien al inicio. Sin embargo, el simple hecho de ir perdiendo el contacto social es devastador para la salud mental.

Aislar a la pareja, una realidad común en las relaciones dependientes

Son muchas las parejas que erigen su relación sobre los cimientos de la dependencia. Son amores enfermizos y obsesivos que se retroalimentan mediante la dominación, los celos y la inseguridad afectiva. Esa forma de apego es poco más que un suicidio emocional, una forma de perder nuestra identidad y el soporte de los nuestros al quedar aislados en esa isla privada de afecto envenenado.

El aislamiento mutuo es un fenómeno usual en este tipo de relaciones. Es decir, en ocasiones, el deseo de aislar a la pareja no parte solo de un miembro hacia el otro, sino que es algo promovido por los dos. Hay parejas en las que ambas se alejan por igual de su entorno cercano.

¿Cómo salir de la cárcel del aislamiento creado por nuestra pareja?

El primer paso y más evidente es tomar plena consciencia de nuestro aislamiento. Asimismo, esto no siempre es fácil por diversas razones: la  primera es el desgaste mental. El coste del maltrato psicológico mantenido en el tiempo deja secuelas en las víctimas.

Trabajos de investigación, como el realizado por el doctor Tyrone C. Cheng de la Universidad de Alabama (Estados Unidos), nos indican que es muy común derivar en trastornos de pánico, estrés, depresión, fobia social… Por tanto, es esencial que la propia persona se dé cuenta de lo que está sucediendo, pero también de que el entorno actúe. 

Si tenemos una amistad o un familiar al que no vemos con frecuencia y que sospechamos que está en una relación abusiva, es necesario actuar. Lo que más necesita una víctima del maltrato de género es el apoyo social, el acompañamiento y la comprensión. Alejarlos de ese entorno tóxico y desgastante es el primer paso.

Después, llegará la reconstrucción y ese delicado proceso de recuperación psicológica y emocional con el que alzar de nuevo la autoestima, la identidad y la proyección de metas.

Valeria Sabater

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