Las experiencias vitales tienen cursos en los que reina la incertidumbre, y también lo impredecible. Ahora, ¿cómo conciliar esta naturaleza con la incomodidad que solemos sentir ante lo que no podemos controlar?
La vida es impredecible; un viaje en el que nos esperan momentos agradables, tristes, duros, emocionantes… Y en el fluir de los días es normal que a veces tengamos que afrontar situaciones que nunca hubiésemos imaginado que tendríamos que vivir. ¿Cómo aceptar lo inesperado? ¿Es eso posible?
En este artículo reflexionamos sobre ello y ofrecemos algunas estrategias para poner en práctica la aceptación en situaciones difíciles e inesperadas. Como veremos, la aceptación, ese “aprender a surfear entre las olas”, es clave para afrontar los obstáculos de la vida de forma saludable.
Cómo aceptar lo inesperado: un auténtico reto
No es fácil aceptar determinadas circunstancias, y más cuando no las esperábamos. Tanto puede ser un despido, una ruptura amorosa, la muerte de un familiar, cualquier otra pérdida importante en la vida… También pueden ser cosas buenas, aunque, cuando hablamos de algo inesperado, normalmente nos referimos a eventos que rompen nuestra dinámica, nuestros esquemas o incluso, nuestra vida.
Por ello, aceptar todas estas vivencias es un auténtico reto. Además, el último paso es la aceptación, pero para llegar a ella conviene recordar que muchas veces deberemos pasar por un duelo, aquella reacción ante cualquier pérdida importante en nuestra vida.
¿Cómo empezamos? Aprendiendo a reconocer los pensamientos asociados a lo que nos ha ocurrido en lugar de tratar de evitarlos.
“La aceptación no significa renuncia; significa entender que algo es lo que es y que tiene que haber un camino para superarlo”.
-Michael J. Fox-
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Reconocer los pensamientos en lugar de luchar contra ellos
Los pensamientos y las estrategias de afrontamiento que ponemos en marcha juegan un papel clave en nuestro bienestar. Por ello es importante educar la mente, mejorando nuestra habilidad para gestionar nuestra reacción ante distintos acontecimientos. Y es que, cuando nos sorprende lo inesperado, es normal que acudan a nuestra mente pensamientos recurrentes y obsesivos. Pero, ¿qué hacemos con ellos?
En relación a ello, un estudio reciente (2022) de la Universidad Hebrea de Jerusalén descubrió una estrategia que evita que los pensamientos recurrentes regresen una y otra vez. Así, se dieron cuenta que cuando identificamos un pensamiento y lo reconocemos, en lugar de intentar rechazarlo para después cambiar nuestra atención a otra cosa, esto hace menos probable que dicho pensamiento regrese.
Nuestros intentos por suprimir determinados pensamientos suelen conseguir el efecto contrario
Concretamente, los investigadores encontraron el efecto contrario, que intentar suprimir los pensamientos no deseados puede conducir a un aumento de estos pensamientos. En definitiva, se trata de dejar a los pensamientos ser (“solo” son pensamientos), para que poco a poco estos se vayan (si luchamos o nos resistimos a ellos, nos acabamos enredamos con ellos y se quedan más tiempo).
Según los investigadores, estos hallazgos aportan información muy interesante sobre cómo funciona nuestra mente. Además, pueden ayudar a las personas con ansiedad y depresión, por ejemplo, a encontrar una forma más saludable de afrontar sus síntomas sin tener que recurrir a la rumiación negativa.
Aprender a dejar ir
Todos hemos practicado alguna vez la evitación. Hablamos de la “evitación experiencial“, un término psicológico que se define como “aquellos intentos de evitar, suprimir o alterar pensamientos, emociones y sensaciones corporales no deseados o negativos“.
Así, cuando actuamos a través de la evitación experiencial, intentamos alejarnos de todo aquello que no deseamos (o aquello inesperado). En el extremo de ese continuo está la aceptación.
Tomar consciencia de lo que sentimos desde la aceptación
Pues bien, un creciente cuerpo de investigación muestra la efectividad de practicar la aceptación, o el “dejar ir”, como una forma de mejorar nuestro bienestar mental. Así, a la hora de aceptar lo inesperado, un primer paso que puede ayudarnos es simplemente percibir lo que pensamos y sentimos. Es decir, ser conscientes de ello y aceptar que ahora, en este momento, pensamos y sentimos así.
Precisamente, un metaanálisis reciente que examinó este tema encontró lo siguiente: que la capacidad para “dejar ir”, para aceptar lo que sucede, reduce significativamente la ansiedad y la depresión en los niños. Y cuando hablamos de “dejar ir”, nos referimos a escuchar, tolerar, aceptar todo lo que sucede sin juzgarlo.
La evitación experiencial
Y otro interesante estudio (2005), liderado por Laurie A. Greco, analizó la función de la evitación experiencial dentro de una situación estresante de crianza. El estudio describió la experiencia de las madres de (o evitar) pensamientos, emociones y sensaciones corporales difíciles después del parto prematuro y tener a sus bebés en la unidad de cuidados intensivos neonatales (UCIN).
¿Los resultados? Los investigadores encontraron que la evitación experiencial mediaba parcialmente la relación entre el estrés de la UCIN y el funcionamiento posterior al alta (por ejemplo, síntomas de estrés postraumático o TEPT).
Cómo aceptar lo inesperado: algo necesario para sanar
Hemos visto cómo el hecho de identificar y reconocer nuestros pensamientos y emociones, no querer reprimirlos y aceptarlos, nos puede ayudar a transitar el camino de la aceptación ante cosas que no esperábamos, algo necesario para volver a estar equilibrados emocionalmente.
Y es que a veces no se trata tanto de “hacer”, sino de simplemente dejar que las cosas sean, para que poco a poco se vayan poniendo en su lugar (adoptando las estrategias de acción pertinentes siempre que sean necesarias, por supuesto).
¿Qué significa aceptar?
Y volviendo al proceso de aceptación, insistimos en que se trata de un camino, y no tanto de un destino. Recuerda que aceptar no implica que las cosas no nos hayan marcado, que ya no nos duelan o que ya no tengan una repercusión en nuestra vida.
Es imposible que las cosas importantes no nos marquen; sin embargo, cuando llegamos a la aceptación, el duelo culmina, el viaje finaliza, y empezamos a estar listos para seguir avanzando en este camino que es la vida, lleno de cosas preciosas, pero también de eventos inesperados que nos pueden hacer sentir perdidos en alguna ocasión.
Aceptar lo inesperado conlleva asumir una realidad nueva, y muchas veces dolorosa, integrarla en nuestra trayectoria de vida y soltar las expectativas que teníamos de algo que nos habíamos imaginado (y que no está sucediendo).