Hace unos años, Disha Spath, de 38 años, y su marido tenían una deuda de 750.000 dólares (unos 700.000 euros) y gastaban por encima de sus posibilidades. Ahora tienen un patrimonio neto de más de un millón de dólares y se jubilarán a mitad de sus 40 años.
Spath, que edita el blog The Frugal Physician (El médico frugal), dice que nunca ha sido una ahorradora nata y que ha cometido errores financieros —como pedir demasiados préstamos para seguir estudiando o precipitarse al hacer grandes compras—. Pero después de tener dos hijos y cambiar de trabajo, se dio cuenta de que necesitaba dar un giro a sus finanzas.
Ella y su marido se empaparon de toda la información que pudieron sobre el movimiento FIRE (independencia financiera, jubilación anticipada, en su traducción), recortaron el gasto de las compras cotidianas, invirtieron de forma más agresiva y pagaron sus préstamos de estudios con ahorros y bonificaciones por su trabajo.
Terminaron de pagar su deuda en 2021, y ahora están ralentizando su camino hacia la jubilación para poder disfrutar de tiempo con sus hijos sin hacer grandes sacrificios financieros.
«Sólo quiero una vida plena y no sentirme atada a mi trabajo», dice Spath. «Así que en vez de correr hacia la independencia financiera, estamos intentando conseguir un mayor equilibrio».
Compras desmedidas
Spath cuenta que creció en una familia con problemas económicos. Se mudó a Estados Unidos con su madre y su hermana a los 10 años, casi sin nada a nombre de su familia. El dinero siempre escaseaba, pero su madre siempre la animaba a trabajar lo más duro posible y a ahorrar todo lo que pudiera. Sin embargo, creció pensando que invertir era algo que sólo hacían los ricos.
Consiguió becas para sus estudios universitarios e ingresó en la facultad de medicina. Al final, consiguió un trabajo en atención primaria y medicina interna —que no era la especialidad médica en la que más ganaba, pero seguía siendo un buen sueldo, aclara—. Este, de hecho, fue el único sostén de la familia durante años, mientras su marido terminaba de estudiar.
«Yo realmente creía que ese sueldo sería suficiente para construir una vida cómoda», cuenta Spath. «Pero me di cuenta enseguida de que estaba viviendo de nómina en nómina. Y no importa la cantidad que estés ganando, esto pasa por vivir por encima de tus posibilidades».
Sus préstamos estudiantiles ascendían a 191.000 dólares (más de 17.500 euros al cambio actual), según los justificantes que ha revisado Business Insider. Y, mientras era médico residente, Spath y su marido —un teniente de primera del Ejército— se mudaron a Nashville y se hipotecaron por una casa de 142.000 dólares (131.000 euros).
Con el tiempo, convirtieron la vivienda en una propiedad para alquilar y obtener ingresos pasivos, lo que le permitió pagar a Spath sus préstamos estudiantiles más rápidamente.
Con su primer trabajo fuera de la residencia liquidó más de 200.000 al año, pero Spath reconoce que entonces cometió otro error financiero: compraron una propiedad de más de 350.000 dólares (más de 320.000 euros) en una urbanización de lujo en Savannah, Georgia —que ahora cree que fue una exageración—.
«Nos hicimos una idea del tipo de estilo de vida que se suponía que debíamos tener con los ingresos que yo ganaba, pero ese estilo de vida resultó ser muy incómodo», cuenta. «Sentía que no podíamos permitírnoslo, y realmente me preocupaba que no fuéramos capaces de avanzar en nuestra jubilación o con nuestros ahorros».
El total de sus préstamos estudiantiles ascendió a 237.000 dólares (218.000 en euros) con intereses, incluyendo los 25.000 dólares (más de 23.000 euros) que pagó por las clases particulares que recibió durante su residencia.
Ella y su marido también tenían 40.000 dólares en préstamos para coches, 335.000 dólares de la casa de Savannah y 130.000 dólares por la casa de Nashville —casi 37.000 euros, 310.000 euros y 120.000, respectivamente—, según los datos que ha visto Business Insider. Sumado a que Spath tuvo que coger una baja por maternidad no remunerada durante unas semanas con su primer hijo.
Unirse al movimiento FIRE
En mayo de 2017, cuando su patrimonio neto reflejaba unas deudas de 250.000 dólares (más de 230.000 euros), el matrimonio descubrió el movimiento FIRE, que les sirvió de guía sobre cómo hacer un presupuesto e invertir mejor en el futuro. Aunque Spath también descubrió que no todas las estrategias FIRE eran «estrategias de inversión agresivas».
«No son cosas que den rendimientos del 30% ni nada por el estilo», aclara. «Consiste en invertir despacio y con constancia en estrategias probadas con el tiempo —enriquecerse poco a poco, básicamente—».
Ella y su marido lo que hicieron fue empezar a aumentar la cantidad que destinaban a préstamos y, luego, aumentaron al máximo la cantidad de dinero que destinaban a sus cuentas para la jubilación.
La familia se mudó de Savannah al norte del estado de Nueva York —donde el coste de la vida era ligeramente superior, reconoce— para estar más cerca de familiares que pudieran ayudarles con sus hijos pequeños. Y, en vez de comprar una casa, alquilaron una vivienda para «desinflar» su estilo de vida y evitar endeudarse más.
Finalmente, se mudaron a una casa cerca del hospital donde trabajaba Spath por 100 dólares (unos 92 euros) al mes menos que su hipoteca de Savannah y sin gastos de mantenimiento.
Spath cuenta que sus hijos, de 9 y 7 años, la motivaron para mejorar su situación financiera. A ellos les abrió cuentas corrientes y de ahorro, cuentas de inversión, una cuenta Roth IRA —una cuenta de jubilación individual que hay en Estados Unidos, que te permite generar rendimientos exentos de impuestos si cumples con el tiempo de retiro— y una 529 —una cuenta para pagar estudios en el futuro—.
Y, por supuesto, les enseñó algunas lecciones sobre inversión con el dinero que ganaban haciendo tareas domésticas. Ahora, uno de ellos ha conseguido ahorrar lo suficiente para comprarse un iPad.
La prioridad era un alto índice de ahorro. Para su familia de cuatro miembros, gastaban unos 800 dólares al mes en comidas y rara vez salían a comer en restaurantes. Al principio, cambiar de estilo de vida les asustaba y «en cierto modo, invalidaba», reconoce. Pero hubo gastos a los que no renunció, como la guardería de sus hijos, que superaba los 2.000 dólares o 1.850 euros al mes.
«Sobre todo para los médicos, la estabilidad de nuestros puestos de trabajo está desapareciendo rápidamente, por lo que es muy importante en medicina tener un colchón financiero y algún tipo de independencia económica», revela Spath.
La pareja intentaba comer menos veces fuera de casa y cortarse el pelo en el domicilio.
Aumentaron también los pagos de sus préstamos a 7.000 dólares (casi 6.500) al mes, y Spath destinó sus bonos e ingresos extra de un nuevo trabajo a pagar parte de lo que debía. Liquidaron más de 100.000 en seis meses en julio de 2018, y se mudaron a una casa más bonita.
Hace dos años, ya sin deuda, aceleraron sus inversiones —incluso en bienes raíces—. Ya no tenían miedo de invertir su dinero con riesgo a largo plazo.
«He podido reducir mis horas de trabajo, y he hasta aceptado recortes salariales», cuenta Spath. «Esto me ha permitido sentirme cómoda haciéndolo, y hacer otros trabajos para generar ingresos y hacer que mis ganancias totales no cambien».
Su patrimonio neto supera ahora el millón de dólares y, según ella, ambos están en camino de jubilarse a los cuarenta y pocos —aunque Spath se lo está pensando dos veces antes, porque dice que ha reavivado su amor por la medicina—. En los últimos dos años se han vuelto menos frugales.
«Cuando empecé a formar parte del movimiento FIRE, trabajaba tanto y me sentía tan quemada que la parte de jubilarse anticipadamente me parecía muy atractiva», explica. «Pero hemos podido levantar un poco el pie del acelerador en cuanto a la frugalidad y seguir en equilibrio en nuestro día a día».