Si sales a la calle ahora mismo y le preguntas a 10 personas aleatorias cuál es la diferencia entre la envidia y los celos, seguro que acabarás con 10 opiniones tan diversas como alejadas entre sí.
Si te detienes a pensarlo durante unos instantes, quizás te descubras teniendo problemas para encontrar una buena distinción entre estas 2 emociones algo turbias.
Piensa por ejemplo en aquella amistad que se acaba de ir de vacaciones de lujo. ¿Te da envidia o te entran celos? Complicado saberlo con certeza, ¿verdad?
A continuación tendrás la definición y diferencias entre los celos y la envidia para que, a partir de ahora, sepas claramente qué es lo que sientes, ¡aunque sea algo negativo!
En este sentido, es importante saber diferenciar tus emociones, positivas y negativas. Las emociones son señales de tu mente y de tu cuerpo, instrucciones veladas sobre lo que debes seguir haciendo o dejar de hacer.
Así que, después de conocer más a fondo estas emociones, se te explicará cómo controlarlas para desentrañar su significado.
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Envidia vs. celos: ¿qué es cada emoción y en qué se diferencian?
La envidia se activa o tiene lugar cuando percibes que careces de un atributo deseado que lo tiene otra persona, según explica Richard H. Smith, terapeuta, para Psychology Today.
A un nivel más objetivo, según el DRAE, la envidia es tristeza o pesar del bien ajeno, un deseo de algo que no se posee.
Es decir: tienes envidia cuando alguien tiene algo que tú no tienes y que ansías.
Puedes sentir envidia por los atributos personales de alguien: es más seguro de sí mismo, más extrovertido, más sabio… O puedes sentir envidia por cuestiones más tangibles: alguien tiene mejor casa o coche que tú.
Por otro lado, los celos entran en juego cuando sientes que algo que ya posees (por ejemplo, una pareja) está siendo amenazada por una persona externa a la situación.
El DRAE llama a los celos sospecha, inquietud y recelo de que la persona amada haya mudado o mude su cariño, poniéndolo en otra.
Si la envidia aparece cuando quieres algo, con los celos ya tienes algo en tu posesión, pero alguien te lo podría arrebatar en cualquier momento.
El ejemplo que se te ha dado sobre la pareja no es casual. Casi siempre los celos se originan en relaciones sentimentales. De repente ves a tu media naranja flirteando con alguien. ¿Y si descubre que esa tercera persona es mejor que tú? De la semilla de la duda brota el retorcido y espinoso árbol de la traición y la amenaza velada.
El terapeuta Richard H. Smith resume que la envidia es una situación entre 2 personas (el envidioso y el que tiene ese algo envidiado) mientras que los celos es una situación de 3 personas (el celoso, su posesión y la persona que podría quitársela).
La realidad es un poquito más compleja que eso. Según matiza Lifehacker, los celos no necesitan siempre a 3 personas.
Por ejemplo, puedes sentir celos en el trabajo si sientes que un compañero te puede quitar ese puesto por el que estabas luchando desde hace meses. Se mantiene la sensación de amenaza y de traición, pero aquí hay solo 2 personas: tu compi y tú.
Evidentemente, la presencia de una de estas emociones no excluye a la otra.
Vuelve al ejemplo laboral. Tu compañero parece que conseguirá ese ascenso que querías. En tu mente hay tormenta de amenazas y sospechas: sientes celos.
Y entonces te pones a analizar: ¿qué tiene ese compañero tuyo que tú no tienes? ¿Quizás tiene más labia y sabe venderse mejor? ¿O, como es más sociable, quizás tiene más amigos dentro de la oficina que le apoyan? Sientes un vacío en tu interior que solo puede ser llenado por los atributos de tu compañero: sientes envidia de su don de gentes y de su habilidad para la retórica.
Como resultado, estás celoso (de que te quiten el puesto) y sientes envidia (por las habilidades de tu compi) al mismo tiempo.
Por qué no te gusta sentir envidia o celos
Más allá de conocer las diferencias para luego tener un tema de conversación chulo, ¿de qué te sirve realmente entender los entresijos de la envidia o de los celos?
Aunque ambas partan de situaciones diferentes, los 2 sentimientos generan lo mismo: ansiedad.
Sientes ansiedad tras ponerte celoso o envidioso porque ambas conllevan una pérdida del sentido del control. Y eso genera estrés.
Por ejemplo, cuando envidias lo que tiene alguien, tu foco mental se centra en elementos externos. Tu cerebro concluye que no puedes controlar el comportamiento de los demás. No puedes manipular la realidad para conseguir que tu compañero de trabajo sea menos extrovertido que tú.
Cuando el cerebro deduce que algo escapa de su control, es cuando entra en juego la ansiedad.
¿Cómo recuperar la calma? La clave se encuentra en un experimento que realizó la Universidad de Stanford en 2016.
El test fue muy sencillo. La mitad de los participantes se centraron durante mucho tiempo en aquello que podían controlar. La otra mitad se puso a pensar en aquello que estaba fuera de su control. ¿Resultado? Los primeros sintieron mucho más calma que los segundos y se vieron más motivados a mejorar sus vidas.
«Recomendamos adoptar una mentalidad de capacidad de control», concluye el estudio. «Hay que enfocarse en lo que está en nuestras manos para mejorar el bienestar, la salud, el rendimiento laboral… Y es que si te enfocas en lo que no controlas, se crea una dinámica negativa en donde todo empeora».
La envidia siempre tiene un lado positivo. Si surge es porque anhelas algo. Pero obsesionarse con ello genera parálisis, descontrol, ansiedad.
Por lo tanto, cuando sientas envidia o celos anota lo que quieres o lo que temes que te quiten y, según recomienda la psicóloga Alicia Clark en su blog profesional, céntrate en lo que sí está en tus manos. Reflexiona sobre:
- El control que tienes para redirigir tu atención.
- El control que tienes para elegir pensamientos negativos o positivos.
- El control que tienes para permitirte sentir tus emociones.
- El control que tienes para elegir entre sucumbir a la irritabilidad o entrar las palabras adecuadas para calmarte.
Todo esto está genial, pero, ¿se puede poner en práctica? Sí, con un poco de paciencia y perseverancia.
Toma nota de algunos de los procesos mentales que puedes practicar y desarrollar.
Cómo controlar tus celos y tu envidia
Siguiendo con la envidia, puedes elegir entre seguir enfocándote en el vacío que quieres rellenar con aquello que tiene la otra persona, o centrarte en imaginarte qué sentirás, qué harás, qué pensarás una vez seas la persona que quieres ser.
Haz la prueba. Dedica 5 minutos a pensar en lo que no tienes, en lo que envidias. Ahora dedica 5 minutos a pensar en un yo del futuro completo, a tu medida, que lo tiene todo y no le falta de nada. ¿Cuál de las 2 sendas te motiva más a ponerte en acción, a dejar de ser víctima y convertirte en protagonista?
Si apuestas por esta segunda vía, estás tomando el control. Puedes centrarte mejor en el aquí y en el ahora. Es entonces cuando puedes hacerte preguntas como «¿Realmente quiero tener una casa más grande como la de mi amigo?» o «¿Si realmente quiero esa casa, qué pasos puedo dar hoy, dentro de un mes, dentro de un año… para obtenerla?«.
En muchas ocasiones descubrirás que la envidia fue solo algo puntual. En otras veces, te ayudará a encontrar un nuevo objetivo para mejorar tu vida. Visto así, tampoco es tan mala emoción, ¿verdad?
Cada vez que te sientas envidioso, detente, analiza lo que quieres e imagina que ya es tuyo. ¿Lo quieres de verdad? ¿Tiene un gran impacto en tu vida? ¿Qué pasos puedes dar esta semana para estar más cerca de la meta?
Con los celos ocurre algo similar. De forma automática, te centras en las posibles acciones de la persona que quizás te arrebate lo que tienes.
En realidad, no puedes controlar lo que hagan los demás. Quizás tu pareja decida romper contigo. Quizás tu jefe elija a otro compañero para el nuevo puesto. O quizás no. Pero hacer que tu bienestar dependa de acciones externas solo provocará más y más ansiedad.
En el caso de los celos, si quieres recuperar el control céntrate en ellos durante unos instantes aunque te duela. ¿Qué necesidad se esconde detrás? Seguramente es un valor abstracto como la seguridad, la felicidad o el amor. ¡Genial! Ese era el mensaje que querían transmitirte los celos: necesitas, por ejemplo, más seguridad.
Céntrate ahora en cómo te sentirías si tuvieras la seguridad que anhelas, disfruta de ello y, cuando hayas retomado el control pregúntate: ¿qué puedo hacer para añadir más seguridad en tu vida? Las acciones que tomes tras cavilar al respecto aumentarán tu confianza y lograrán que no pierdas la cabeza si, por ejemplo, tu relación sentimental se ve amenazada.
Pase lo que pase, ocurra lo que ocurra, habrás construido tal seguridad en ti mismo que sabrás que podrás afrontar con lo que sea. Porque estarás en control.
Y por eso es importante conocer también tus emociones más turbias. Los celos o la envidia te quieren decir algo. Sí, no son envoltorios agradables de abrir, pero lo que importa es el contenido: ¿qué te quieren transmitir?