He viajado a más de 40 países y he tenido las mejores experiencias al viajar sin un plan estricto

Estoy obsesionada con los viajes desde que era joven, y hasta ahora he tachado más de 40 países de mi lista de lugares que visitar. Antes de salir de viaje, suelo investigar sobre el destino y hacerme una idea aproximada de los lugares clave que no quiero perderme.

Sin embargo, procuro no planificar cada momento de antemano. Aunque la planificación puede ahorrar tiempo y dinero, algunas de mis mejores experiencias viajeras han sido fruto de la improvisación.

Resulta que no soy la única que piensa así. En una encuesta de American Express a más de 7.000 adultos de siete países que declararon viajar al menos una vez al año, el 78% de los encuestados afirmaron que les atraían los viajes espontáneos.

He aquí por qué me gusta apostar por la espontaneidad y viajar sin un itinerario detallado.

Me gusta pasear sin prisas

Una de las cosas que más me gusta hacer en un lugar nuevo es caminar por las calles sin ningún plan y ver adónde me lleva el viento.

Aunque está bien visitar un monasterio o conocer una obra de arte, prefiero ver a la gente hacer su vida. Cuando visité Londres, por ejemplo, me encantó bajarme en estaciones de metro al azar y deambular por las calles durante horas.

Me gusta tomarme mi tiempo en los sitios nuevos, así que para mí, explorar a pie sin un itinerario es parte de la diversión de viajar.

Tener un itinerario puede crear un estrés innecesario

Atiborrar cada día de las vacaciones con actividades y listas de cosas por hacer a menudo me hace sentir estresada.

Un viaje no debe ser algo restrictivo ni una obligación. Se trata de disfrutar del día a día y de crear recuerdos inolvidables.

Odio los compromisos y no soy un animal de costumbres, así que la rutina me aburre. Prefiero dejar mucho margen a la improvisación.

Me gusta relacionarme con la gente del lugar y pedirles consejos

A algunas personas les gusta ir a restaurantes y pedir siempre lo mismo. Sin embargo, yo prefiero pedir recomendaciones personales a los camareros. Al fin y al cabo, suelen haber probado todo lo que hay en el menú y saben lo que es sabroso y popular.

Lo mismo me ocurre cuando viajo. En lugar de fiarme de las guías, pido consejo a los lugareños. Por ejemplo, en un viaje por carretera de París a Andorra, pedimos recomendaciones a los vecinos sobre dónde alojarnos.

Siguiendo sus sugerencias, acabamos en las encantadoras localidades de Loches y Rocamadour, uno de los mejores momentos de nuestro viaje.

Si no hubiéramos preguntado a los lugareños, probablemente ni siquiera habríamos pensado en estos destinos.

Me gusta tener la flexibilidad de tomarme cada día según venga

Cuando viajo, a veces me siento agotada y solo quiero relajarme. Otros días, estoy llena de energía y quiero ver todo lo posible.

Y, por supuesto, nunca sé cuándo puede caer una tormenta y estropear algunos planes.

Para mí, lo mejor es dejar margen para ajustar los planes en función de mi estado de ánimo o de factores externos como el tiempo.

Por supuesto, esta forma de viajar no es para todo el mundo. Algunas personas prefieren tenerlo todo listo antes de poner un pie en el avión y llevar un itinerario detallado cuando llegan.

Sin embargo, he descubierto que algunos de mis recuerdos de viaje favoritos se deben a la espontaneidad.

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