Cuando un paciente en terapia comienza a mejorar, la familia puede sabotear sus avances y su recuperación. ¿Por qué sucede esto? ¡Te lo contamos!
Cuando una persona experimenta sufrimiento a nivel psicológico o emocional, las familias pueden reaccionar de formas muy diferentes. Por supuesto, las hay que apoyan y alientan a la recuperación. Pero también existen aquellas que, de una forma más o menos sutil o manifiesta, ponen pegas, trabas y entorpecen el proceso. De hecho, la familia puede hacer que fracase la psicoterapia.
Para el paciente puede no ser sencillo darse cuenta del sabotaje que está sufriendo por parte de sus seres más cercanos. O quizá, aunque sí lo perciba, la influencia de ellos es tan grande que termina escogiendo abandonar la terapia en pro del equilibrio familiar. Debido a lo común de este fenómeno, conviene conocerlo para poder manejarlo adecuadamente.
¿Por qué la familia puede hacer que fracase la psicoterapia?
Se estima que una de cada ocho personas en el mundo padece algún trastorno psicológico. Esto hace que numerosas familias se vean en la tesitura de tener que acompañar el proceso de recuperación de un ser querido.
Y es que, realmente, su papel es fundamental. Se ha demostrado que el apoyo emocional e instrumental que proveen los familiares y otras personas cercanas ayuda a que el paciente se sienta más capaz de enfrentar su situación y salir adelante.
Sin embargo, este apoyo no siempre está disponible. De hecho, en muchas ocasiones, encontramos justamente lo contrario: una actitud de resistencia y rechazo a la terapia y a los cambios que de esta derivan. Lo cierto es que no se trata de que los familiares sean mezquinos y no deseen el bien del paciente; lo que ocurre es que todos los sistemas familiares sostienen un equilibrio que, aunque disfuncional, intentan que no se rompa.
Así, podemos suponer que en la mayoría de los casos estas actitudes de rechazo responden a motivos inconscientes. Pero no por esto hemos de pasarlas por alto, ya que pueden realmente impedir la recuperación de la persona en tratamiento. Entonces, ¿por qué motivos la familia puede hacer que fracase la psicoterapia? Exploramos los principales a continuación.
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Menosprecian el valor de la terapia
Aunque hemos avanzado mucho en cuanto a concienciación sobre la importancia de la salud mental, lo cierto es que aún hay quienes piensan que acudir a terapia es inútil. Puede ser que consideren que el problema del paciente no es tan grave o que los profesionales no son eficaces.
Y es que, en algunas personas, aún están muy arraigadas creencias como que “los trapos sucios se lavan en casa” o que un trastorno mental es solo falta de voluntad por parte del paciente para estar bien. Con todo esto, consideran que “contarle los problemas” a una tercera persona, por muy experta que sea, es únicamente una pérdida de tiempo y dinero.
Se ven aludidos en algún punto
También puede suceder que, aunque al inicio la familia parecía apoyar el tratamiento, deje de hacerlo en algún momento. Y esto es cuando se ven aludidos en algún punto.
Desde una perspectiva sistémica se considera que el paciente es el portador del síntoma, pero en realidad refleja una dinámica disfuncional que afecta a todo el sistema familiar. Así, deja de considerarse al paciente como “el que tiene el problema” y se amplía la mirada a todo el núcleo, a sus interacciones, su comunicación y su funcionamiento.
Esto puede hacer que algunos familiares reaccionen con rechazo, se sientan atacados y se nieguen a asumir su parte de responsabilidad en el origen de la situación y en la posible solución. De algún modo, cuando es el otro quien “necesita arreglarse”, muestran apoyo, pero cuando se sienten señalados, se cierran completamente.
Pierden privilegios
Por otro lado, los familiares pueden retirar el apoyo cuando sienten que pierden privilegios. Por ejemplo, es posible que el paciente fuese una persona muy complaciente, dependiente y entregado a su familia. Así, en el proceso de terapia aprende a poner límites, a priorizarse o a identificar las manipulaciones psicológicas y reaccionar a ellas.
En este punto, puede que dedique menos tiempo a su familia, que no acepte malos tratos que antes toleraba o que comience a alzar su voz. Esto, por supuesto, puede incomodar a quienes antes se beneficiaban de la situación previa. Así, para recuperar su estatus anterior, pueden rechazar los avances del paciente, decirle que está cambiando a peor y que la terapia le está sentando mal.
La familia puede hacer que fracase la psicoterapia porque esta amenaza su equilibrio
En definitiva, como decíamos, la familia busca mantener el equilibrio previo. Los cambios no son bien recibidos porque amenazan las dinámicas y funcionamientos anteriores, que son los conocidos y que se han mantenido durante años. De tal modo, cuando un miembro del sistema comienza a cambiar, es muy común que surjan en el resto sensaciones de incomodidad y rechazo e intentos de recuperar el estatus previo.
Las formas en que la familia puede hacer que fracase la psicoterapia son muy diversas. Por ejemplo, en el caso de niños y adolescentes pueden negarse a continuar llevándolos a las sesiones o retirar el apoyo económico. Así, la influencia es total y el proceso se termina justo cuando los cambios estaban iniciando.
Incluso en el caso de las personas adultas, el sabotaje puede ser intenso. Los familiares pueden comenzar a señalar al paciente, reprocharle sus cambios y sus nuevas actitudes, enfadarse, retirarle el afecto o el apoyo emocional… Así, una persona que estaba contenta con su proceso psicoterapéutico, que cumplía sus tareas y estaba realizando grandes avances, puede comenzar a resistirse, dejar de colaborar o incluso abandonar el proceso.
Por esto, es importante considerar que este rechazo por parte de la familia es muy común y que puede afectarnos enormemente. Conocerlo nos ayudará a mantenernos firmes y continuar la terapia pese a las trabas y reproches que puedan hacernos.
Tengamos en cuenta que el sistema busca mantener el equilibrio, pero este no es saludable para nadie y que, al cambiar, no solo nos estaremos ayudando a nosotros mismos sino también a quienes nos rodean.