Es importante estar atentos a los cambios en los niveles de agresión en la pareja. En muchos casos, todo comienza de forma muy leve, ganado en intensidad y frecuencia, hasta el punto de que las agresiones pueden llegar a poner en riesgo la integridad de la víctima.
Los niveles de agresión en la pareja son un indicador importante de la salud de la relación. Es necesario aclarar que la relación está bien cuando tales niveles apenas superan la cifra del cero. En cambio, si surgen señales de escalamiento, es hora de pensar muy bien el rumbo que están tomando las cosas.
En estos temas no se puede ser purista. En toda pareja existen conflictos y no resulta alarmante que estos deriven en frases o actitudes destempladas o toscas. Que haya un grito de vez en cuando, o que se presente ofuscación en situaciones puntuales, es perfectamente normal.
Otra cosa es entrar en un ciclo de diferentes niveles de agresión en la pareja. Lo usual es que, si esto ocurre, en un primer momento pase desapercibido. Es lamentable que suceda, ya que es precisamente en un comienzo cuando se pueden trabajar y detener esos ciclos para que no lleguen a situaciones más complejas. Por eso es importante identificar los niveles de agresión en la pareja. Son los siguientes.
“Ante las atrocidades tenemos que tomar partido. El silencio estimula al verdugo”.
-Elie Wiesel-
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1. Agresión simbólica, el primero de los niveles de agresión
El primero de los niveles de agresión en la pareja es el que corresponde al terreno de lo simbólico. Aquí priman las expresiones verbales, los gestos y las actitudes, muchas veces encubiertas con bromas o aparentes críticas constructivas. Algunas de las conductas que develan esta agresión simbólica son las siguientes:
- Hay mentiras recurrentes.
- Se han presentado engaños, afectivos o de otra índole.
- Se ignora al otro en aspectos relevantes.
- Se realizan bromas hirientes.
- Se ridiculizan las conductas, pensamientos o palabras de la pareja.
- Es el otro el que siempre tiene la culpa.
- Ha habido humillaciones delante de otras personas.
- Se han presentado escenas de celos.
- Hay descalificaciones.
- Se expresan frases ofensivas.
- Se ha producido algún tipo de amenaza.
Las conductas descritas indican que la pareja ha entrado en un ciclo de agresión. De cualquier modo, es importante tener en cuenta la frecuencia y la intensidad con la que esto ocurre. Si se trata de algo excepcional, quizás sea suficiente con dialogar y marcar límites. Si es frecuente, habrá que tomar medidas más radicales.
2. Agresión coactiva
El segundo de los niveles de agresión en la pareja surge cuando además de las conductas descritas, aparecen otras que coartan al otro. En este caso ya no hay solo ofensas recurrentes, sino que también se han llegado a incidir de forma directa en la conducta de la pareja, haciendo uso de actitudes violentas. A la agresión coactiva corresponden conductas como las siguientes:
- La “prohibición” de hacer algo o dejar de hacerlo.
- Intimidaciones directas.
- Control sobre las acciones del otro.
- Persecución o espionaje.
- Restricciones en el uso del dinero.
- Destrucción de documentos u objetos personales del otro.
- Caricias sin consentimiento o con trazos de agresividad.
- Golpes “accidentales” al jugar.
- Arañazos o pellizcos en momentos de ofuscación.
- Se ha empujado al otro.
- Se ha presentado una bofetada, incluso “suave”.
- Uno de los miembros de la pareja siente miedo frente a las reacciones de ira del otro.
El segundo nivel de violencia en la pareja debe encender todas las alarmas. Se ha entrado en una espiral de violencia que es necesario parar. En este punto, sí o sí, hay que tomar medidas.
3. Violencia directa
Cuando no se toman medidas a tiempo, se puede alcanzar el tercero de los niveles de agresión en la pareja, que es la violencia directa. Esta es una situación peligrosa, que por ningún motivo se debe tolerar. Aquí está en riesgo la integridad y la vida de una persona; por lo tanto, ninguna concesión es válida.
Algunas de las conductas características de este nivel son las siguientes:
- Uno de los miembros de la pareja ha pateado al otro.
- Uno de los dos ha sido víctima de encerramiento.
- Hay amenazas con armas u otros objetos.
- Existen relaciones sexuales no consentidas.
- Uno de los dos ha incurrido en agresiones físicas que dejan huella en el cuerpo.
- Se producen amenazas muy serias y la intimidación es constante.
Se suele alcanzar el tercero de los niveles de agresión después de una evolución. La violencia ha ido escalando hasta llegar a su punto más dañino, destructivo y limitante.
Al llegar a este punto, ya no es discutible la necesidad de buscar ayuda profesional y legal. Una relación así, sostenida en el tiempo, produce daños que difícilmente se van a poder reparar.