Las vacaciones están íntimamente relacionadas con la idea de descansar, de desconectar del trabajo y de lo cotidiano para «recargar baterías» y volver con mayor energía. Pero, aunque es totalmente cierto, el acto de descansar lo podemos hacer en cualquier momento del año, no hacen falta vacaciones, sino ser capaces de parar.
En el mundo actual, es cada vez más común sentirse saturado, sin capacidad de profundizar. Nos sumergimos en nada, nos sentimos superficiales debido a la gran cantidad de información y estímulos que recibimos constantemente.
Esta sobrecarga de información conduce a una sensación de “desorden mental” o desorden interno. Esto se suma a una gran cantidad de tareas por hacer, muchas opciones por considerar y una sobre estimulación, sobre todo digital, que en general aumenta a ritmos incontrolables.
Esta saturación puede hacer que nos sintamos incapaces de procesar o seleccionar la información importante. Se ha demostrado que esto afecta negativamente a la salud mental, nuestras relaciones y el bienestar emocional.
Diferentes respuestas
Para gestionar la información eficazmente, es imprescindible tener en cuenta nuestra forma de ser. Es decir, las diferencias individuales de personalidad. Nuestra toma de decisiones, la tolerancia a estímulos variados, la gestión de la ansiedad y el establecimiento de prioridades se ven afectados por la personalidad.
Por ejemplo, el rasgo de personalidad “ansiedad” puede hacer que uno se sienta fácilmente abrumado por la información excesiva. Ello causa niveles de estrés elevados y dificulta las habilidades para tomar decisiones.
Por otro lado, las personas perfeccionistas pueden luchar con el impulso de analizar cada aspecto de cada detalle presentado, provocando aún más saturación mental. También hay personas que poseen una mayor capacidad para tolerar la ambigüedad o que están más relajadas y pueden ser más hábiles para gestionar la sobrecarga de información.
Un efecto negativo
Sea comoquiera que seamos cada uno, exponernos de forma continuada a situaciones estresantes tiene un impacto negativo en nosotros. Estas situaciones exigentes afectan nuestra capacidad de pensar, sentir, emocionarnos y procesar la información que nos rodea.
Esto provoca dificultad para concentrarnos y la necesidad de más estímulos, como si de una droga se tratara. La capacidad de concentración es crucial para tomar decisiones acertadas y completar tareas con éxito. La saturación mental afecta esta capacidad, ya que nos hace sentir constantemente distraídos e incapaces de centrarnos en una sola tarea.
El rechazo, el fracaso y las situaciones estresantes también influyen en la forma en que las personas afrontan las situaciones. Así se genera una sensación de presión que puede llevar a un aumento aún mayor en los niveles de ansiedad y estrés, especialmente en personas con un trastorno mental preexistente.
¿Qué podemos hacer?
La buena noticia es que podemos actuar y revertir esta situación incontrolada que nos mantiene en constante alerta. Por ejemplo, ser conscientes de los miles de estímulos que recibimos cada día nos hará detenernos durante unos segundos. Es importante prestar atención a la importancia de detenerse, para mejorar el procesamiento de información, la memoria y el pensamiento en general.
Está en nuestras manos hacer una selección consciente de la información que no nos aporta valor y limitar la exposición a las redes sociales. Del mismo modo, también puede ayudar a tomar tiempo para desconectar y practicar técnicas de relajación. Por ejemplo, realizar actividades que nos permitan distraernos, como hacer un trabajo manual.
Podemos hacer ganchillo, pintar, leer o simplemente contemplar un ave, un árbol, un río, el mar o simplemente observar una flor o ir de pesca. No es necesario ser un gran artista o un buen músico. Cualquier tarea que requiera distraer la mente de los problemas diarios se puede incorporar siempre que nos detengamos de forma consciente, y de cualquier cosa podemos hacer arteterapia.
¿A dónde nos puede llevar esto? ¿Y si por un instante somos nosotros mismos? Si liberamos tantos estímulos, ¿podríamos percibir de forma diferente nuestro día a día? ¿Qué nos podría suceder? Probablemente, solo surjan respuestas positivas.
La importancia de descansar, más allá de las vacaciones
Es muy importante ser conscientes de la importancia de detenerse y desconectar sin necesidad de hacer grandes viajes o salidas. Las herramientas que tenemos a nuestro alcance las podemos encontrar en cualquier lugar y cuando el trabajo o la conciliación familiar nos lo permitan. Debemos tomar tiempo para nosotros mismos y detenernos.
No juzguemos cómo nos sentimos, ni cómo nos va en las cosas, ni evitemos el duelo o dejemos de estar enojados si eso es lo que experimentamos. No es necesario sentirnos culpables por no estar al 100 % felices a la manera de Instagram. Tal vez podríamos olvidar Twitter por un rato o LinkedIn por unos instantes.
No tomemos decisiones ni siquiera por un momento, por un día, por unas horas, unos minutos. En este sentido, las vacaciones son una buena excusa para comenzar a practicarlo. Simplemente, dejemos pasar el tiempo con algo que nos haga sanar. Detenerse es crucial para mantener una mente saludable y equilibrada.