Las parejas hábiles en resiliencia se comprometen en buscar juntos soluciones a los problemas, respetan la identidad de cada uno y se orientan sobre todo a cuidarse mutuamente en toda circunstancia.
Las parejas resilientes son como una goma elástica. La vida puede ponerlas a prueba, tirar de ellas, pero siempre vuelven a una posición de crecimiento y evolución, a la del amor, el respeto y la armonía en la convivencia. Se trata de una dimensión que todos podemos aprender y desarrollar para disfrutar de relaciones más satisfactorias.
Sabemos que el término “resiliencia” está de moda y que lo encontramos en casi cualquier sitio. Sin embargo, esta dimensión que tiene su origen en la física, enriquece notablemente cualquier área del ser humano. Nos lo enseñó Viktor Frankl en sus obras y lo hizo también Boris Cyrulnik en varios de sus libros.
Aplicar la resiliencia al campo de las relaciones afectivas nos permite dilucidar cuáles son los auténticos pilares que sostienen a las parejas felices. Ya sea en tiempos de calma y en momentos de dificultad, esta herramienta puede actuar como el mejor timón, como la brújula más calibrada.
“Una relación verdadera provoca una influencia recíproca. Son dos mundos íntimos que interactúan y uno modifica al otro”.
-Boris Cyrulnik-
Características de las parejas resilientes
Las parejas resilientes y las características que las definen es un tema que ha despertado interés científico en los últimos años. Trabajos de investigación, como los realizados por las doctoras Karen Skerrett y Karen Fergus en el 2015, profundizan en esta idea.
El principal rasgo que define a estas parejas es la habilidad para encarar con armonía las dificultades vitales.
Desde un punto de vista psicológico, podríamos decir que lo más llamativo de estos vínculos es soportar el peso o el impacto del conflicto y no romperse. Esa elasticidad, esa facultad para recibir los golpes grandes y pequeños del destino, para después volver a la estabilidad y a su forma original es lo que más les determina.
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Veamos qué factores conforma a la pareja resiliente.
Ser pareja también es no coincidir en todo
El amor auténtico también deja espacio al desacuerdo y a la opinión diferente. No por tener puntos de vista opuestos en algún aspecto nos amamos menos.
El afecto se demuestra aceptando al otro, respetando sus perspectivas y enfoques, aunque no estén en sintonía con los nuestros en algún momento. Esa aceptación auténtica es la que nos permitirá resolver conflictos y diferencias.
Compromiso para resolver lo que preocupa
La pareja resiliente está atenta a cualquier necesidad y preocupación. No la deja para la mañana, no la minimiza con el clásico “es que siempre estás con lo mismo, es que tú te preocupas por nada”. Ser sensible a las emociones e inquietudes del otro previene los problemas futuros. Esto necesita de voluntades claras, tiempo, empatía y habilidades comunicación.
La pareja hábil en resiliencia no espera a que el otro “adivine” lo que le pasa. Se atreve a comunicarle con asertividad qué siente, qué piensa y qué necesita. Sabe que la sinceridad es la base de toda relación saludable.
No se buscan culpables, se buscan soluciones
Algo común que acontece en muchas relaciones es caer en el juego de la culpa. Son situaciones en las que no faltan frases como el clásico “es que tú siempre, es que tú nunca, es que para ti esto, etc.” Buscar culpables cuando las cosas no van bien suele traer serias consecuencias.
Como bien señala el experto en relaciones de pareja John Gottman, uno de los jinetes del apocalipsis que suele predecir la inevitable ruptura es la costumbre por proyectar en el otro todas las culpas… En cambio, las parejas resilientes se focalizan en resolver el problema, no en culpabilizar.
No se teme mostrarse vulnerables
Las personas hábiles en la práctica de la resiliencia no temen expresar sus emociones. Miedo, tristeza, angustia… Expresar a la otra persona cada sensación, cada necesidad e intimidad fortalece el vínculo y lo hace crecer en confianza. Pocas cosas hay más relevantes que mostrarnos ante el ser amado tal y como somos y sentimos; en cada matiz y singularidad.
Actitud positiva en cada momento y situación
El sentido del humor, la positividad, el buen ánimo y la voluntad de sacar siempre una sonrisa al ser amado son rasgos enriquecedores y resilientes. Es comprometerse también en ver el lado bueno de cada situación, en pensar que siempre habrá salidas a los problemas, puentes ante cada diferencia.
Ser prioridad el uno del otro: el compromiso a largo plazo
A las relaciones felices y estables las define un equilibrio de poder que ayuda a ambos. Ninguno es más que el otro. Nadie decide por los dos, sino que cada paso y decisión se consensúa en armonía y complicidad.
En ese vínculo, los dos miembros ven al otro como su principal prioridad y, por ello, lo cuidan, se preocupan y atienden su compromiso con esa persona cada día.
La resiliencia es esa energía invisible que los empuja a avanzar ante cada reto, a levantarse el uno al otro cuando alguno cae. Pocas dimensiones vertebran con tanto aplomo el bienestar emocional en ese proyecto afectivo construido entre dos.