Esperar lo mejor de tu pareja puede hacerte sentir más satisfecho con el vínculo, pero también puede conducirte a una gran insatisfacción. ¿De qué depende? Te lo contamos a continuación.
Las relaciones de pareja son entes vivos y dinámicos que se transforman en función de la interacción de sus miembros. Así, lo que pensamos respecto al vínculo y cómo nos comportamos con el compañero tiene una influencia en el desarrollo de la relación. A simple vista cabría pensar que esperar lo mejor de tu pareja es positivo para la satisfacción de ambos, pero la realidad es que esto no siempre es así.
Generar o alimentar expectativas positivas respecto a la relación puede ayudarnos a abordar los conflictos y dificultades con un mejor ánimo y disposición. Al esperar lo mejor de tu pareja, estás más dispuesto a dialogar, perdonar y no tomar sus errores de forma personal. Sin embargo, estas mismas expectativas también pueden funcionar como estándares elevados que de no alcanzarse, conducen a la frustración. Entonces, ¿cuál es la mejor alternativa? Lo exploramos a continuación.
Esperar lo mejor de tu pareja genera profecías autocumplidas
Diversos estudios han tratado de investigar el papel de las expectativas positivas en la satisfacción con la pareja. Muchos de ellos han encontrado que estas juegan un rol beneficioso al actuar como profecías autocumplidas. Es decir, cuando una persona espera lo mejor de su pareja es más probable que interprete los estímulos ambiguos de forma positiva.
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Por ejemplo, si la otra persona llega tarde a una cita, entenderá que ha tenido un inconveniente, y no que le está faltando al respeto. Por esta misma interpretación, actuará de una forma más amigable y tolerante y evitará un posible conflicto.
Además, quienes esperan lo mejor del otro son también más capaces de perdonar sus transgresiones y fallos. Saben comprender que una mala respuesta puede estar motivada por el estrés y no magnifican la situación. Así, como esperan que su relación sea amorosa, respetuosa y comprometida, actúan acorde a estas expectativas y terminan contribuyendo a que estas se cumplan.
En su lugar, otra persona que mantenga expectativas negativas interpretará cualquier comentario como un rechazo y cualquier retraso como una ofensa. Al estar preparado para que el otro falle, estará mucho más susceptible y reaccionará de una forma más hostil e intolerante. Y esto solo generará una respuesta similar en la pareja. Es decir, se habrán cumplido los peores pronósticos, pero precisamente por su propia actitud y actuación.
Las expectativas positivas conducen a la frustración
A la vista de lo anterior, parece que esperar lo mejor de tu pareja es una buena alternativa para alcanzar la satisfacción. Sin embargo, esto no sucede en todos los casos.
Diversas investigaciones han encontrado que, en ocasiones, estas expectativas positivas no actúan como profecías autocumplidas, sino que lo hacen como escenarios contrafácticos. Es decir, nos recuerdan constantemente lo que tendría que ser y no es, lo que debería haber ocurrido y no lo ha hecho. De este modo, nos llevan a sentir una profunda insatisfacción con la relación.
Finalmente, si el vínculo nunca alcanza los estándares que tenemos en mente, es lógico si nos sintamos frustrados y decepcionados al respecto. Así, esperar lo mejor puede no ser lo más conveniente y mantener unas expectativas realistas quizá sea lo más acertado.
La influencia de las habilidades de la pareja
Los dos escenarios anteriores son los principales hallazgos encontrados por quienes han investigado la influencia de las expectativas en la pareja, pero ambos parecen ser contradictorios. Entonces, ¿cuál es la mejor posición? La respuesta se encuentra en el papel mediador que ejercen las habilidades de la pareja.
Cuando hablamos de habilidades nos referimos a la capacidad para comunicarse asertivamente, trabajar en equipo, resolver problemas y hallar soluciones en conjunto. Así, se ha encontrado que las parejas con buenas habilidades y dificultades leves se benefician de esperar lo mejor del otro, y es que esta actitud les permite poner en marcha sus recursos.
Por el contrario, en aquellas parejas con menos habilidades y problemas más serios, las expectativas positivas no se cumplen, por lo que tenerlas conduce a la frustración. En este caso, moderar las expectativas puede resultar más saludable, pues los eventos adversos generarán menos estrés al no diferir exageradamente de lo esperado.
Esperar lo mejor de tu pareja o ajustar las expectativas: todo depende del caso
En suma, cada pareja es un mundo, y no a todas las personas y relaciones les sirven las mismas estrategias. Así, antes de decidir qué esperar de tu vínculo, pregúntate si ambos sois capaces de alcanzar los estándares que estás planteando; unas expectativas exageradas y poco realistas solo te causarán sufrimiento.
Por otro lado, recuerda que las atribuciones generales (por ejemplo: mi pareja es amable) son más positivas que las específicas (por ejemplo: mi pareja siempre me responde en un buen tono), ya que son más fáciles de sostener.
Cada uno de nosotros hemos de ser conscientes de los anteriores hallazgos para poder escoger el estilo de pensamiento que más nos beneficie. Pero, ante todo, los profesionales han de ser capaces de tomar en consideración estas variables a la hora de aconsejar a las parejas que acuden buscando orientación. Finalmente, no todos nos beneficiamos de las mismas estrategias.