La ira es una emoción reactiva y poderosa que puede llevar a hacer cosas que normalmente no se harían. Por lo que al volante resulta peligrosa si no se sabe controlar.
Mantener actitudes provocadoras al conducir multiplica por 10 el riesgo de sufrir un accidente con víctimas y por 30 las probabilidades de un siniestro con heridos graves, alerta la DGT.
Sin embargo, si conduces seguro que más de una vez te has sorprendido gritando a pleno pulmón a otro conductor, soltando insultos de una forma feroz o tocando el claxon sin control. La idea generalizada es que el coche saca los peor de las personas. Es la poción que transforma al razonable y tranquilo doctor Jekyll en el agresivo e impetuoso Edward Hyde.
Un brebaje que un amplio número de conductores españoles parecen ingerir antes de subir al coche.
Cerca de 3 millones de personas circulan con un alto nivel de agresividad por nuestras carreteras. Da cierto pavor saber que más de 100.000 son auténticos “violentos viales» que, además de conducir sumamente alterados, reconocen haber causado directamente un accidente por su conducta.
Las cifras pertenecen al estudio de 2018 Influencia de la agresividad en los accidentes de tráfico de la Fundación Línea Directa. Según este en España 2,6 millones de automovilistas admiten haberse peleado con otro conductor mientras que 3,6 millones de conductores reconoce haber retado a otro a salir del coche para solventar sus diferencias.
¿Por qué te vuelves violento al conducir?
Existen grandes diferencias individuales, pero parece ser una mezcla de temperamento y entorno lo que enciende la mecha.
Siguiendo con el informe de Fundación Línea Directa, los conductores achacan la agresividad al volante al estrés del día a día, principalmente por el trabajo y la familia. Las conductas y maniobras que hacen los demás, y los atascos son otras de las causas. La sensación de anonimato, es decir el no volver a ver al otro automovilista, favorece este comportamiento.
El acompañamiento influye en la conducta. Mientras que ir con amigos o solo puede aumentar la agresividad, viajar con hijos, pareja o a un compañero de trabajo ayuda a reducirla.
Las interpretaciones del incidente también importan, según psicólogos de la universidad de Queensland. Por ejemplo, aquí entrarían pensamientos como personalizar —»¡me han cortado el paso a propósito!», catastrofizar —»¡podrían haberme matado!»—, generalizar en exceso —»¡la gente no tiene remedio al volante!»— e infringir las normas —»la gente debería mirar por dónde va»— .
Como encontró un estudio australiano, la inclinación del conductor hacia su propia ilusión de dominio predice el comportamiento agresivo. Así, los conductores que creían tener un mayor control de la situación, debido a su mayor habilidad o destreza al volante, eran más propensos a conducir de forma arriesgada y agresiva.
El perfil del conductor agresivo
El psicólogo Jerry Deffenbacher, de la Universidad Estatal de Colorado, descubrió que las personas que se identificaban a sí mismas como conductores con mucha ira se diferenciaban de los conductores con poca en 5 aspectos clave.
- Tienen pensamientos hostiles y agresivos: es más probable que insulten a otros conductores o expresen su incredulidad sobre la forma de conducir de los demás. También piensan más a menudo en la venganza, lo que a veces implica daños físicos.
- Asumen más riesgos en la carretera: los conductores muy enfadados son más propensos a sobrepasar el límite de velocidad, cambiar rápidamente de carril, ir a rebufo y entrar en una intersección sin prioridad.
- Se enfadan más rápido: también se comportan de forma más agresiva. Es más probable que insulten, griten a otros conductores o toquen el claxon con rabia o que el cabreo les dure todo el día.
- Tuvieron el doble de accidentes en simulaciones de conducción. También han estado involucrados en más situaciones de riesgo y acumulan más multas por exceso de velocidad.
- Son más propensos a subirse al coche enfadados: también tienden a expresar su enfado hacia el exterior y a actuar impulsivamente.
En concreto en España el perfil de conductor agresivo que termina sufriendo un accidente, es el de un varón joven, de unos 32 años, con pareja, estudios medios, con menos puntos en su carné y que circula principalmente por vías urbanas.
Un 35% de los españoles, preguntados en el estudio de Fundación Línea Directa, reconoció no ser precisamente un ejemplo de paciencia.